Capítulo 26

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Nicole

La hora de la gala llega pronto y para mi sorpresa me cuesta la vida tener listos a los niños a la hora que viene estipulada en sus respectivas agendas. Parece que hacen todo lo que está en su mano para no ir. A Maddie le duele la cabeza y a Daniel el estómago. Maddie se ha despeinado sin querer como cuatro veces, aunque de peinarla se encarga la peluquera, y Daniel ha perdido ya dos pajaritas. También sin querer. Los dos tenían programadas las vestimentas que tenían que llevar, pero sin pretenderlo, Maddie tiró un poco de aceite capilar en su vestido y Daniel su tarro de colonia. Entero. El olor que hay en su habitación es inaguantable. Los dos han estado más de media hora en la silla de pensar bajo las órdenes de la señora Rotte, quien me ha dicho que, si no puedo con los niños que se lo diga, vaya, básicamente me ha dado a entender que estoy a un paso de estar despedida.

Me apoyo en la escalera mirando a ambos niños de reojo y los escucho murmurar. No sé si es que me lo imagino o si de nuevo mencionan a Liam. Y tampoco sé porqué me pongo nerviosa. ¡¿Pero qué digo?! ¡Claro que lo sé! ¡Estoy en su casa, haciendo de niñera de sus hermanos pequeños! ¡Va a matarme! Noto como el corazón se me acelera ante el inminente momento de que nos volvamos a ver y estalle la guerra. No va a ponérmelo fácil. Estoy convencida. Pero yo a él tampoco, principalmente porque necesito el dinero por su culpa.

Me centro en los niños. Ambos parecen fastidiados por tener que asistir a la cena. Durante la tarde me comentaron que no irá ningún otro niño. Luego me explicaron que los demás niños no sabían comportarse según la señora Rotte y que por eso no están invitados a un evento tan importante. También les dijo que eran unos privilegiados al vivir aquí y poder asistir durante el tiempo que durase la cena, ya que luego debían de volver a sus respectivas habitaciones y dormir.

Paseo la mirada por todo el inmenso recibidor. Esta mansión sigue siendo uno de los sitios más lujosos donde jamás he estado. Desde las enormes y opulentas lámparas de araña hasta el brillante suelo grisáceo. No puedo evitar tratar de imaginarme a Liam de más pequeño correteando por estos pasillos. ¿Cuál será su habitación? ¿Cómo habrá sido su infancia antes de que perdiese a su madre? Sus hermanos hablan sentados en el inmenso asiento de entrada. Me sigue dando algo de pena que no se les permita correr en su propia casa, y estoy tan centrada en observarlos que casi doy un brinco al escuchar una voz molesta soltándome una frase nada agradable.

—¿De verdad vas a ir así vestida?

La señora Rotte me mira de arriba abajo con un vestido que no me hace falta entender de marcas para saber que es carísimo. La tela es preciosa y de color blanca con un poco de pedrería en el pecho que hace juego con una diadema finísima que lleva en el cabello, recogido hacia atrás en un moño alto. ¿Desde cuándo va tan guapa un ama de llaves? Miro hacia abajo, a mis pantalones rosas con los que Liam se metió hace unos días. Voy en calidad de niñera, no de invitada.

—¿Perdone?

Me hago la tonta. Si he aprendido que los trabajos enseñan algo, es paciencia. Bendita paciencia.

—Ve a cambiarte ahora mismo.

Esta tía no puede ir en serio.

—Soy la niñera –recalco lo evidente sin entenderla.

Ella gesticula molesta y farfulla por lo bajo.

—Eres la niñera de los hijos del señor Turner. Sabía que no tenías clase, pero confiaba en que pudieses aparentarla al menos durante esta noche.

La sangre me arde tanto al escucharla que si no fuese porque soy capaz de controlarme la mandaría a la mierda. ¿Qué diablos le respondo? Ella me observa de forma altiva y yo noto como mi cuerpo se tensa porque no se me ocurre nada que responderle que no suene mal.

ABEJA REINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora