Capítulo 24.1

56 16 0
                                    


Momento actual

El señor Turner va vestido con un traje de hombre en color gris y una camisa negra. Es tan, pero que tan imponente, y tiene un gesto, tan, pero que tan enfadado que me pongo tensa nada más mirarlo.

—¿Es la nueva? –inquiere a la señora Rotte, quien asiente con la cabeza mirando de un modo extraño al hombre de unos cuarenta y cinco años.

La pregunta hace que me ponga aún más nerviosa. La habitación parece dar vueltas a mi alrededor. Su voz suena hermética. Los dos niños se levantan corriendo de su asiento y corren a abrazar a su padre. Es la primera vez que los veo comportarse como niños.

—¡Papá! ¡Papá!

El señor Turner levanta a ambos niños en brazos durante unos segundos. Les da un par de besos y vuelve a depositarlos en el suelo. Daniel lo sigue abrazando a pesar de que él ya no le presta atención. Ahora sus ojos verdes están puestos en mi. No son tan verdes como los de Liam, pero a pesar de eso soy capaz de reconocer alguna similitud entre ellos que me pone los pelos de punta. La nariz de Liam es más fina, y sus ojos más grandes, pero tienen la misma mandíbula y el mismo porte imponente y pretencioso. Tardo unos segundos en entender que está esperando que me presente.

—Soy Nicole Greenwood, encantada de conocerle señor Turner.

Él no me tiende ninguna mano, ni dice absolutamente nada. Tan sólo me sigue mirando de arriba abajo con una lentitud que hace que mi corazón lata con fuerza. ¿El ambiente se ha vuelto tenso o soy yo? Cojo aire poco a poco entre los dientes y lo suelto del mismo modo, controlando mi respiración y mis nervios.

—Bienvenida, señorita Greenwood, espero que su estancia aquí sea agradable.

La forma tan segura en la que habla me pone más tensa. Sin lugar a dudas, es imponente. Con una señal me indica que me siente a su lado en la enorme mesa, y lo hago, porque sinceramente no me apetece llevarle la contraria a un hombre como él.

—Niños, a vuestros sitios –ordena la señora Rotte.

¿Habrá educado esta mujer también a Liam? Un escalofrío me recorre de pensarlo. Espero que no. Liam ya era mayorcito cuando ocurrió lo de su madre. Si el atraco fue hace año y medio... ¿qué edad tendrá Liam ahora?

Los pequeños obedecen algo fastidiados porque querían estar más tiempo abrazando a su padre. Me da rabia que el señor Turner no la contradiga ni haga ningún amago de quedarse junto a sus hijos.

Me siento relajando los hombros y me percato con horror de todos los platos y cubiertos que tengo en la mesa. Esto ha de tener un protocolo fijo. Y yo no tengo ni idea de cuál es. Suelto una pequeña risa nerviosa. Me rio por no llorar, pero creo que nadie me ha escuchado. O eso creo hasta que Daniel me mira detenidamente.

—Y bien, señorita Greenwood, ¿tiene usted experiencia con niños? –pregunta él, con gesto solemne.

Un camarero trajeado se nos acerca y comienza a servir vino al señor Turner. Me quedo mirando el líquido burbujeante y me planteo si mentir sobre mi experiencia. No tengo ni idea de qué les ha contado Abby a los de la agencia de niñeras para que me llamen con tanta premura. Decido cubrirnos las espaldas a ambas y decir que sí, aunque la verdad es que apenas tengo experiencia.

—Cuando vivía en el pueblo con mis abuelos cuidaba algunas tardes al hijo de mi vecina. –Le medio sonrío.

Espero que se me de mejor mentir que saber qué tenedor he de coger para la carne con guarnición que una camarera está depositando en mi plato mientras otro me pregunta qué deseo beber.

ABEJA REINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora