Capítulo Ocho: Un gladiador

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Ilustración en multimedia hecha por Zu.

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Actualidad
11 de mayo de 2014

Samantha Lebrant

No puede ser... Definitivamente lo mejor que hice fue no ir a la conferencia de negociantes y estar en la práctica. Observó ahora en el canal de noticias del país el cómo empiezan a transmitir un video que tomó un ciudadano sobre un terrorista que intentó asesinar al gobernador.

Se observa mucho movimiento al empezar el video ya que la gente comenzó a correr y a tropezar entre ellos mientras que se nota como un hombre de complexión delgada vestido en traje saca el arma que dispara, pero el tiro fue desviado a tiempo por un hombre alto, musculoso y de cabello negro haciéndolo ver como si fuera un gladiador la forma ágil en que detiene al tipo al aplicarle una llave logrando llevárselo al suelo con una facilidad que me sorprende.

—Increíble —murmuró mientras que dejó la novela de El arte de Isuris que estaba leyendo en la mesa decorativa.

—¿Increíble que Samantha? —me pregunta mi madre que se sienta a mi lado viendo la televisión.

—Un guardaespaldas que grabaron en plena acción deteniendo un terrorista —un guardaespaldas que se ve imponente y que desprende poder a pesar de lo poco que se vio de él en la grabación.

—Vaya habrá sido entrenado por mi academia —dice ahora pensativa mientras que ve la novela que estaba leyendo.

—Ellos terminarán como...

—Mamá no te atrevas a espoliarme el final de la novela —mencionó mientras cambio de canal apenas voy por la mitad de la novela en donde Diara la protagonista debe tomar una decisión si ir al mundo de los mortales o quedarse en su pueblo Isirus.

Ríe suavemente.

—Está bien sigue leyéndola, antes que se me olvide tú papá me llamo diciendo que todo está bien —habla ahora cambiando de tema haciéndome ver que papá ignoro mi llamada.

—Qué bueno y ¿Desde cuándo te llama? —preguntó cómo si no quisiera la cosa, pero ayer lo llamé y en ningún momento me devolvió la llamada.

—Me llama desde el segundo día en que se fue me dice que todo le está yendo bien en las farmacias y que se asegurara de estar en tu graduación a tiempo —me comunica mientras que siento un maldito nudo en la garganta porque ni tan si quiera se dignó a devolverme la llamada o un mensaje para decirme cómo se encuentra.

—Espero que lo logre —digo con seriedad tomando la novela para irme a mi cuarto debo inspirarme para la próxima clase de baile y practicar el pole dance.

—Samantha tu padre es algo frío, pero eso no significa que no te quiera —me dice mamá haciéndome detener cerca de las escaleras que llevan a los cuartos y volteo mi mirada hacia ella encontrando sinceridad en su rostro.

Definitivamente el amor vuelve ciego a las personas y mi madre no es la excepción no se da cuenta que papá lo que más ama es el trabajo y su dinero, nosotras para él estamos en un segundo plano.

—Mamá porque te niegas a ver la verdad papá lo que siempre ha querido son sus farmacias su familia siempre a sido lo último que quiere y no recuerdo que haya estado en ninguna de mis competencias o momentos importantes de mi vida —empiezo a desahogarme con frustración de que esté tan ciega por papá y no se dé cuenta que es un hombre que no le importa su familia.

—Basta Samantha él hace todo lo que puede para que no nos falte nada —me reclama como si eso resolviera los años de ausencia mientras que mi Nana me criaba en vez de ellos dos.

TulipanesWhere stories live. Discover now