Capítulo Catorce: Triunfamos

18 3 0
                                    


Lennon Alonso

—Señorita Lebrant se le habían quedado en el cuarto —escuchó decir a Brenda en una mala imitación de mi voz mientras que se ríe de mí y dibuja con sus dedos corazones en el aire.

—No seas ridícula Brenda...

—Es que no te viste cuando llegué donde ti no le quitabas la vista de encima a mi maestra de baile —confiesa porque noté que se conocían por cómo tuvo la confianza de dirigirse a ella.

—También es maestra de baile —que te importa a ti Lennon no te la volverás a encontrar. Noto que Brenda no dice nada más así que sigo concentrado en el camino y al llegar a donde vivimos rondo la calle para asegurarme que Samuel no esté por ahí.

Luego de eso y con la tranquilidad que ya no está en ningún lado estaciono el auto en la entrada de mi casa y la señora Barbara más tranquila se va junto con Brenda.

—¿No vienes Lennon? —me pregunta Brenda con el semblante algo cansado por lo sucedido asomándose por mi puerta y le digo que no.

—Entró en veinte minutos a la cafetería, pero mis padres están en la casa así que estarán seguras —le digo quitándome la camisa que tenía y sacando la camisa de la cafetería del asiento trasero mientras me la coloco.

—Lo sé, pero Lennon tú también te ves cansado y más por acompañarnos toda la mañana en el hospital. Además, tienes un moretón en el pecho por trabajar también en la academia —me regaña sin dejarme arrancar el auto para irme al trabajo.

—Brenda está es la única manera en que conseguiré mi propia casa y devolverles algo del dinero a mis padres que gastaron en la academia —sí porque a pesar de que tuve una beca llegó el momento en que debía pagar libros y mi hospedaje con mi dinero o con el dinero que les pedía prestado a mis padres.

—Bien grandulón idiota, adiós, pero luego descansa Lennon debe ser desgastante tener dos trabajos —me dice Brenda mientras se despide de mí y doy reversa al auto.

—Lo es Brenda —susurró mientras que pongo la radio saliendo una canción corta venas al ritmo de tango y el rap sobre romper los cristales de un auto de tu ex que te rompió el corazón. La dejó estar mientras que llegó a la cafetería y al estacionarme observó a Mariana que le toca hoy recibir a los clientes en la entrada y llevarlos a sus mesas. Me recuerdo que debo hablar con ella.

Entrando al lugar saludo algunos clientes frecuentes que ya me conocen y algunos amigos que están de turno hoy mientras que apuntó la hora que llegue me amarro en la cintura el delantal negro con bolsillo que utilizamos todos los meseros y saludando a Alex y Alexandro los cocineros del día de hoy empiezo la jornada...

Horas después

Las primeras dos horas fueron llenas de clientes que atendí siendo ameno. El ambiente al ser buenos personas entendían que si la comida se tarda en llegar no es culpa del mesero. Pero cuando las otras dos horas me tocaba atender mujeres Mariana se paseaba por el lugar mientras las atendía o interrumpía. Algo para nada disimulado de su parte llegando a ser molesto porque las cinco mesas que atendí en donde había mujeres ahí aparecía Mariana como si vigilara cada movimiento.

Pensé que cuando vine con Brenda a la cafetería sería la última vez que se pondría así, pero esto ya es el colmo y debí dejar las cosas claras luego de acostarme con ella.

Así que terminando mi turno y dejando el delantal en su lugar veo que Mariana también acabó su trabajo y está a punto de irse la llamó haciendo que se detenga cerca de la entrada.

—Mariana podemos hablar un momento —mencionó caminando hacia ella que me voltea a ver con una pequeña sonrisa.

—En otro momento —dice volteándose hacia la puerta, pero no quiero seguir dándole largas a esta situación.

TulipanesWhere stories live. Discover now