Especial 50K

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Antes del divorcio

—Tu maldito hijo ha vuelto a suspender matemáticas.

Ángel resopló.

—¿Y qué coño quieres que haga?

Eran las diez y media de la noche, acababa de llegar del trabajo y su esposa no se alegraba de verlo. De todos modos, lo dejó pasar, aunque rodó los ojos, y cerró la puerta.

—Es tu hijo, así que tú dime qué demonios vas a hacer.

—¿Acaso yo decido sus jodidas notas?

—Te he llamado todo el día para que no discutiéramos pero...

—Está apagado porque me lo saturas, cariño.

La siguió a la cocina, aunque no estuviera de ánimos para hablar, porque no le quedaba más remedio. Lorena no se había quitado la falda de lápiz ni la americana, sino solo los tacones. Ángel, que vio cacharros apilados en el fregadero y el suelo sucio, sabía cuánto la estresaba el desorden, pero él no estaba acostumbrado a organizar su propio desastre.

—Si contestaras, no te lo saturaría.

—Estoy trabajando, por si no lo sabías.

—¿Trabajando? ¡Yo soy la única que trae algo a esta casa!

Ángel, apoyado contra el mostrador, arqueó las cejas; se había cruzado de brazos. Estaba tan cansado que ni siquiera se molestó en cambiar su expresión.

—¿Vamos a comparar sueldos, cariño?

—¿Quién se ocupa de ahorrar? —gritó ella al fin, que golpeó el mostrador con la palma de la mano—. ¿Quién estira tu maldito sueldo? ¿Sabes quién alimenta a esos niños del demonio tuyos?

El cerebro de él desconectó: tan solo la veía gritar y agitar las manos mientras sacaba una sartén y la tabla de cortar, quejándose de que debía hacer la comida porque él nunca se movía.

Pero Ángel ni siquiera la estaba escuchando.

Había visto a Cristina, que cumpliría ocho años en julio, subir la escalera hacia el piso superior a toda velocidad sin siquiera voltear a mirarlo. Se preguntó si Dave estaba castigado.

—¿Y mi Dave? —preguntó de repente, olvidando que debía prestarle atención, y ella se desesperó tanto que soltó de golpe la espumadera sobre la sartén.

—Tu Dave ha suspendido —repitió, enojada—. Está en quinto de primaria, por Dios. ¿Cómo puede sacar un tres en matemáticas? Y sus notas en inglés dan asco. ¡Pero solo es tu hijo cuando has tenido un buen día! ¡El resto del tiempo es mi hijo y mi problema! Eres su padre también, Ángel, estoy harta de hacer todo sola. ¿Sabes cómo les va en el colegio? ¿Sabes que Álvaro se rompió la muñeca y yo le llevé al hospital porque Dave es su único amigo? ¿Sabes que tu hijo no hace la tarea? ¿Tiene que repetir curso para que hables con...?

—Joder, Lore —la interrumpió él, enojado—, ¿cuántas palabras crees que puedo procesar por minuto? Si quieres que hable con él, dilo. No es tan difícil...

—¡Te estoy hablando, Ángel!

Él había intentado salir de la cocina, pero Lorena lo agarró del brazo para impedirlo, arrastrándolo de regreso.

—¡Escúchame por una vez en tu vida! —exigió, tan frustrada y agobiada que él vio las lágrimas atorarse en sus ojos—. ¡Dave puede esperar: está castigado, no se irá a ningún lado! Ah, también yo lo tuve que castigar porque  nunca te enteras de nada. ¿Y qué demonios es eso?

𝐃𝐚𝐯𝐞 (EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora