Capítulo XXIV.

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FELIZ JUERNES :))

*****

Me quedo muda. Por eso tanta protección y tanta ferocidad. Aleix no quiere que le vuelva a ocurrir lo mismo, no quiere saber que alguien a quién quiere le está engañando. Debió de ser una gran puñalada que Bea le pusiera los cuernos. Aleix cayó, Bea dejó de sujetarle y él cayó. Esa es una base de la pareja, la sujeción, pero Bea no cumplió el trato. Me pregunto si le dolía cada vez que se acostaban, me pregunto si mientras estaban en la cama se preguntaba el porqué o si simplemente lo olvidó.

  —Aleix, yo no voy a engañarte —digo y le doy un pequeño apretón en el brazo.

Sus brazos me rodean y yo no me resisto. Su cara se esconde en mi cuello y todo parece desaparecer. Nuestra pequeña burbuja se expande alrededor de nosotros, la música en un simple tono de fondo y el único calor que percibo es el suyo. Nada de bailarines, de gritos, de besos o de sexo. Solo nosotros dos.

  —La botella de tequila nos espera en mi habitación —susurra en mí oído aparentemente recuperado después de unos minutos.

  —Pues vamos para allá.

Con nuestras manos entrelazadas caminamos en dirección a la residencia. Me siento llena, me siento ansiosa, me siento... bien. Aleix está feliz, una felicidad alcohólica pero sincera. Quiero hacerlo, joder. Nunca había sentido tanto deseo por alguien. Voy a perder la cabeza esta noche, quiero que Aleix me haga olvidar cualquier cosa.

 De repente Aleix se detiene y me mira bajo la luna. La luz reflejada repasa su silueta, su definida mandíbula y sus jugosos labios. Tira de mi mano hasta que quedo al alcance de sus labios. Nos besamos, nos besamos como dos alcohólicos, como dos adolescentes que se quieren.

  —Méndez... estoy un poco borracho —se ríe en mis labios y acaricia mi mejilla—. Y necesito contarte algo.

Espero a que hable, parece nervioso. Coge un poco de aire y acaricia mis dedos.

  —He recibido un mensaje de mi hermana. Quiere que vaya este fin de semana a casa.

Su familia, su desestructurada familia. Su padre es alcohólico, su madre está deprimida y sus hermanos viven con ellos. Una familia a la que no le he visto ir a visitar en todo el tiempo que he estado aquí. Siempre me he preguntado el porqué. Anís habla con sus padres por teléfono cada semana —la he visto emocionarse tras colgar el teléfono— y Natalia va a comer con ellos algunos sábados pero él nada.

  —¿Vas a ir? —le pregunto. Su mirada se dirige al suelo y la mantiene allí. Está pensando o tal vez recordando. Sus ojos tienen un color antiguo y doloroso. Cojo su cara entre mis manos y le obligo a mirarme—. Aleix, no estás obligado a ir con ellos. No sé qué ha pasado entre tu familia y tú pero si no estás preparado para verlos no tienes por qué hacerlo.

  —Ven conmigo.

Muerdo mi labio inferior intentando esconder la sorpresa. ¿Debería ir? He estado en varias trifulcas familiares pero era mi familia, donde yo podía dar mi opinión. En este caso es su familia, no los conozco y ni siquiera merezco estar ahí. No tengo el derecho de ir a su casa.

Eres su amiga, me recuerdo que soy más que eso y que aunque él tenga novia yo siempre estaré por encima... o eso espero.

  —¿Quieres que vaya? —hablo por fin.

  —Por favor, necesito un apoyo —me suplica sin apartar la mirada de mis ojos.

Lleva mis dedos a su boca y los besa sin apartar la vista de mí. ¿Se puede ser más adorable? Deja mis dedos apoyados en la piel de sus labios y cierra los ojos. Su respiración se extiende por toda mi mano y mi corazón se acelera poco a poco. No sé qué está haciendo. De repente abre los ojos y los clava en los míos, suplicantes.

Bandas.Where stories live. Discover now