Capítulo XXXI.

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Segundos, minutos, horas. ¿Cuánto tiempo llevaremos aquí, besándonos? Sus manos no me sueltan y yo no puedo soltar sus labios. Me siento eufórica, mi corazón quiere salirse de su sitio y ponerse a dar brincos como una colegiala. Me olvido de todo, de Elsa, de Víctor, de Gabriel, incluso de que estoy en un callejón a las doce de la noche y con una temperatura bajo cero. Anís tenía razón, me quiere. Pero no de esa manera a la que quieres a un amigo con derechos, me quiere de verdad. Siempre pensé que esas palabras iban a causarme nauseas pero proviniendo de su boca lo único que producen es que el vello se me erice. Puto romanticismo y la madre que lo parió, al final va a conseguir atraparme.

La puerta se abre pero a Aleix le cuesta bastante soltarme. Cuando consigo separar nuestros labios miro detrás de mí y veo a Víctor y a Gabriel mirándonos. Víctor parece sorprendido y Gabriel... bueno, su cara es inexpresiva.

-Tranquilos. Podéis seguir -dice Víctor divertido.

Aleix tiene la respiración más acelerada que yo. Tras romper el beso se han tensado todos sus músculos. La luces de la calle me parecen más intensas que antes y he dejado de percibir el olor de la basura.

-¿Y vosotros? -pregunto fingiendo que estoy extrañada.

Los dos se miran. Creo que ni ellos saben por qué están aquí. Tal vez habían venido a hablar de lo que ocurrió el viernes o tal vez simplemente se han dejado llevar. Víctor se rasca la nuca y se separa de Gabriel. Aleix entrecierra los ojos y creo que está comenzando a atar cabos.

Antes de que pueda decir nada hablo ignorando que tenemos público.

-Aleix -susurro para que no nos oigan.

Me mira y sus ojos brillan. Sonrío como una tonta al recordar sus palabras. Tengo ganas de ponerme a saltar, de correr, de volver por ese puto tarro. Con la adrenalina que corre por mi cuerpo sería imposible que alguien me cogiera.

-Dime -susurra.

-Te quiero.

Se me ha pasado decírselo y necesito que lo sepa. He estampado mis labios contra los suyos tras sus palabras, mi cuerpo me ha pedido ese contacto y me he permitido darme ese gusto. Sus labios están hinchados y vuelvo a preguntarme el tiempo que hemos alargando el beso.

-¿Os estabais besando? -habla Gabriel de repente.

Aleix y yo nos miramos y después dirigimos nuestros ojos hacia él de nuevo. Él sabe que Aleix y yo tenemos algo, ¿o no? Nos ha visto dormir juntos, nos ha visto pasar demasiado tiempo uno al lado del otro. Tiene que haberse dado cuenta.

-Gabriel, no irás a... -comienza a hablar Aleix pero el aludido le interrumpe.

-Tranquilo, Aleix. No es la primera vez que cubro tus geniales ideas -ironiza y veo un pequeño atisbo de sonrisa en sus labios.

Los dos suspiramos a la vez. Víctor mira su reloj y comienza a caminar hacia la puerta. Gabriel lo retiene y los dos se miran. El movimiento de Gabriel ha sido involuntario, como un reflejo, y sé que Víctor lo ha notado. Está intentando que su sonrisa de satisfacción no ilumine el callejón.

-¿A dónde vas? -pregunta Gabriel que suelta el brazo de Víctor al instante.

-Gabriel, -él hace una mueca al oír su nombre completo- tengo que trabajar.

-Solo dos minutos.

Víctor suspira y me mira. Creo que sabe que yo sé lo que ocurre entre ellos dos. Disimuladamente cojo la mano de Aleix y entrelazo nuestros dedos. Tiro de él y volvemos al edificio.

-¿Qué pasa ahí? -susurra.

-Déjalos, tendrán una pelea de masculinidades.

Su risa rellena el pasillo y le detengo antes de volver de nuevo al comedor. Me pregunto cómo estará el ambiente o como estará Elsa. Su rostro se había desfigurado por la sorpresa cuando Aleix se largó de la fiesta.

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