Capítulo XL.

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Siento haber tardado en subir este capítulo, pero os prometo que es un capítulo bastante largo, por lo que compensa estas dos semanas de ausencia... o eso espero. 

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Me deshago de las mantas cuando el móvil comienza a sonar. La poca luz del exterior se cuela por la ventana, la habitación está casi a oscuras y no hay nadie más en ella. Siento que el corazón se me comprime, pero el incesante sonido me incita a coger el móvil. Levanto la mano sin darme la vuelta y rebusco a tientas hasta que noto la vibración del móvil. Cuando veo quien es trago saliva y descuelgo la llamada.

—Hola —susurro.

—Prepárate, voy a por ti en una hora. Tus cosas están en la silla del escritorio. —Su voz hace que me arrepienta de haber cogido el móvil.

—Vale.

La línea se queda en silencio y antes de que pueda hablar él corta la llamada, cuando lo hace su indiferencia me golpea y hace que trague saliva. Otra lágrima se escapa, pero me levanto antes de que mi tristeza me haga quedarme en la cama y que se enfade más cuando venga y me vea así. Rebusco por toda la habitación en busca de alguna cámara y cuando estoy medio convencida de que no hay nada comienzo a vestirme.

Aleix me dejó en su cuarto mientras decía que no quería otro incidente así y que ya se encargaría de lo de la foto. Hablamos un poco, pero él se negaba a contestar donde había quedado toda aquella confianza que él siempre alega tener en lo que a nosotros se refiere. Ahora siento que cuelgo de una fina soga que se me resbala de las manos poco a poco mientras una gran grieta se abre debajo de mí.

Cuando termino de ponerme el vestido y los tacones camino hasta el baño y me maquillo bajo la luz de las bombillas del espejo. Veo la colonia de Aleix y me doy cuenta de que Aleix ha olvidado coger la mía. Me la echo y la vuelvo a dejar dónde estaba. Cuando termino me dejo caer en la silla donde antes estaban mis cosas y apoyo la cabeza en la mesa. Quedan cinco minutos para que llegue Aleix y si soy sincera no quiero que venga. No quiero volver a enfrentarme a esa mirada suya.

Esta situación ha sido como una sacudida para todo el decorado y ha dejado entre ver los bastidores. Me duele aún más el hecho de que haya arremetido con lo de la protección... Él se suponía que debía protegerme esta noche, ¿su enfado le llevará a no hacerlo? ¿Me dejará sola? Me envaro y respiro hondo, no quiero estropear mi maquillaje.

La puerta se abre detrás de mí, pero no me vuelvo. Necesito prepararme para darme la vuelta y conseguir mirarle a los ojos. Eso o coger una botella de anticongelante y echársela por encima. Suspiro ante el pensamiento, ojalá fuera tan fácil. De repente siento sus dedos en mi cuello y se me ponen los pelos de punta.

—Levántate, por favor —me pide.

Mis piernas tiemblan cuando intento que aguanten todo mi peso. Doy unos pocos pasos hasta colocarme delante de él. Sus ojos comienzan por mis piernas, las acaricia lentamente con la mirada hasta que llega a las rodillas, cuando llega allí su mano coge el vuelo del vestido y lo levanta un poco para después dejar que se deslice entre sus dedos y que vuelva a caer. Sus ojos vuelven a ponerse en marcha, pero duran poco en movimiento. No estoy segura donde la esta posando ahora mismo, si en mi cuello o en mis pechos. Parpadea un par de veces y después se lleva la mano al bolsillo y me mira a la cara, por fin.

—Cierra los ojos —me ordena.

Obedezco demostrándole mi confianza, aunque eso debería de hacerlo él. Aprieto los puños de forma disimulada, no puedo derrumbarme delante de él y menos ahora. Me tenso cuando siento sus dedos por mi escote. Justo cuando voy a apartarle las manos siento que éstas se deslizan hasta mi cuello y que algo se arrastra por mi piel detrás de ellas.

Bandas.Where stories live. Discover now