Capítulo XXIX.

1.1K 56 3
                                    

Su respiración es tranquila y es lo único que me ancla a esta cama. Llevo despierta un rato pero han parecido horas. Mis ojos están en el techo, recordando todo lo que ocurrió hoy en la madrugada. Los gritos, los golpes, los cristales... ¿Serán así todas las noches?

Restriego mis manos por mi cara para intentar que mi cerebro funcione al cien por cien. No puedo creer que alguien aguante toda esa tensión. Nuria, que podría irse a cualquier lado, está aquí por su hermano pequeño pero, ¿habrá pensado alguna vez en llevarse a su hermano fuera de aquí? Ella trae dinero a casa pero tampoco sé en qué trabaja. ¿Sabrá que su hermano está en una banda? Ella conoce a Manu, ¿sabrá que todos están metidos en el cotarro? Y Rosa, la pobre Rosa. Tan deprimida, tan pequeña... Una artista que ha abandonado su elegante y diplomático piano por razones que desconozco en una pequeña biblioteca. Creo que le duele no sentarse allí y no tocar ese teclado bicolor creando melodías que podrían hacer bailar a los muebles.

Alzo mi cuerpo hasta que me siento en la cama aunque el brazo de Aleix no se retira de mi cintura. Tengo ganas de vestirme y salir de aquí lo antes posible, antes de que el huracán vuelva a desequilibrar esta casa. Retiro el brazo de Aleix sin saber qué hacer y me levanto. El suelo está frío y me quedo de pie en medio de la habitación. Estoy un poco confundida pero le prometí a Aleix que le sostendría y eso me obliga a sostenerle con todo, incluso con su familia.

-¿Méndez? -dice una voz ronca detrás de mí.

Mi cabeza se gira y me encuentro con unos ojos rojizos pero igual de hermosos que siempre. El pelo de Aleix está muy revolucionado y le cae por la cara. Se está apoyando en su codo lo que hace que su cuerpo esté levemente alzado y que pueda ver su torso desnudo.

-Iba a desayunar -miento mientras camino hasta él.

-Quédate en la cama y desayunemos fuera -me pide y coge mi mano.

-¿Ya se acabó el fin de semana familiar? -intento que suene un tono divertido, algo en lo que fracaso.

-Sí, completamente.

Aleix tira de mí y termino tumbada encima de él. Grito porque no me lo esperaba y caigo entre las mantas. Aleix se ríe en bajo aunque creo que ya he despertado a sus padres.

-Quiero despedirme de Pablo antes de marcharnos. También de tu hermana y tu madre. Han sido muy agradables conmigo -digo mientras me coloco en una posición medianamente cómoda.

-Tranquila, podrás hacerlo cuando nos levantemos -me promete.

Hay un pequeño silencio que permite que los recuerdos de anoche se cuelen por mi mente. Aleix tiene los ojos cerrados y no quiero molestarle. No creo que haya pasado buena noche, no ha parado de moverse desde que nos metimos por segunda vez en la cama.

-Pregúntalo -susurra Aleix, sorprendiéndome.

-¿El qué? -digo y miro su cara.

Su lengua lame sus labios y pasa un brazo por detrás de su cabeza. Ha vuelto a abrir los ojos y me miran expectantes. Su mirada resulta intimidante con los ojos rojos.

-Méndez, eres una cotilla de pueblo. No es muy normal que aún no me hayas preguntado por lo de anoche.

-¿Me has llamado cotilla de pueblo? -digo ofendida e intento bajarme de la cama pero Aleix me lo impide.

Forcejeo un poco aunque más que intentar escapar parece que estamos jugando a ver quien queda encima. Grito, me resisto pero sus grandes manos son más poderosas que las mías y, como se veía venir, Aleix me gana y me ancla a la cama. Sus manos aprietan mis muñecas manteniendo mis brazos estirados y con sus piernas inmoviliza las mías.

Bandas.Where stories live. Discover now