Capítulo XXXVI.

1.1K 53 3
                                    

Viernes.

Las lágrimas se deslizan por mi mejilla, no puedo creer que haya muerto. Siento que se me encoge el corazón al volver a releer el párrafo donde anuncian su marcha. Ella está hecha polvo pero yo estoy aún más deprimida. Tanto saber, tanta filosofía arrollada por un coche. Además, que el personaje estaba muy bien hecho y, qué demonios, yo también quiero conocer a una persona que luchaba tanto como ella, que aprendía tanto como ella y que valoraba la vida con ese sarcasmo suyo.

La puerta se desliza y ni siquiera intento ocultar mi aflicción. Natalia está acostumbrada a verme llorar cuando estoy con un libro en el regazo. Espero a que me diga que soy una tonta por lloriquear por algo que es falso. Yo suelo ignorarla mientras, indignada, cierro el libro y me voy al baño hasta que me tranquilizo.

—¿Qué te pasa? —La voz masculina me sorprende y cuando saco la vista del libro veo a Aleix en vez de a Natalia.

Hace dos días que no le veo y no sé por qué se me acelera el corazón al ver su pelo levemente más corto. Ignorando su pregunta me siento en la cama y toco su cabello mientras lo observo con escepticismo. No le queda mal, solamente es... raro.

—¿Qué te has hecho en el pelo? —susurro sin dejar de tocarlo. Aleix parece encantado, en ningún momento hace un ademán de retirar mis manos.

—Nuria insistió en que tenía el pelo demasiado largo y que debería de cortármelo —dice sin darle importancia—. ¿Es que acaso me queda mal?

Nuestros ojos se encuentran y dejo caer mis manos hasta su cuello. Es extraño verle con el pelo corto aunque ahora sus ojos tienen más protagonismo en su rostro. Mientras le observo noto como su rostro se acerca poco a poco al mío.

—Contesta, Méndez. ¿Te avergüenzas de mi nuevo peinado? —me susurra en los labios.

—El corte de pelo no te quita lo imbécil —le respondo de vuelta.

De repente Aleix se parta de mí y siento que el ansia me recorre. Pasa la mano por su pelo corto y se ríe, debo de estar mirándole con algún gesto extraño.

—Imbécil, ¿eh? —dice con una sonrisa—. Pues este imbécil te iba a llevar al cine esta tarde.

Muerdo mi labio para evitar que una sonrisa se despegue en mis labios. Nunca hemos tenido una cita oficial aunque si él no me lo pide de forma directa, ¿de verdad sería una cita? Y si eso fuera así, ¿de verdad somos pareja?

—No sé. Anís me ha dicho que van a traer un DJ muy bueno a la fiesta y Aura me ha llamado para asegurarse de que estaré en la fiesta —le digo y vuelvo a acariciar su pelo con una mano.

—Volveremos pronto. Podemos ir a una sesión de tarde y volver sobre las ocho, perfecto para cenar y para que puedas prepararte para la fiesta —argumenta con convencimiento.

—Bueno, vale —digo a los pocos segundos—. Pero deberás llevar un gorro, no quiero que nadie me vea con un chico con este peinado —me burlo.

Aleix rueda los ojos y antes de que pueda decir nada me agarra y me saca en volandas de la habitación. Todo el mundo nos mira mientras yo le grito que me suelte y no sé por qué pero me siento jodidamente feliz mientras me lleva hasta el salón. La gente nos mira, cuchichea y lo mejor es que a ninguno le importa. Solo importamos nosotros, tanto él como yo.

Las luces de la sala siguen encendidas cuando llegamos, hemos entrado a tiempo. Me he entretenido en mi cuarto porque no sabía que ponerme y he tenido que llamar a Natalia para que me ayudara con mi lucha interna. Estoy bastante nerviosa por nuestra cita, o por esto a lo que yo considero que es una cita.

Bandas.Onde histórias criam vida. Descubra agora