Capítulo XXXV.

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Salgodel sueño de golpe y alterada. Me siento rápidamente en la cama y miro a mialrededor, todo está oscuro. Un gruñido atraviesa la oscuridad y me recuerdaque Aleix está durmiendo conmigo. Estoy sudando y él no ayuda para nada. Melevanto de la cama con cuidado, no quiero que se despierte, y me dirijo albaño.

Elreflejo en mi espejo es horrible. Estoy pálida, con ojeras, mi cabello estáhecho un desastre y mis ojos están oscurecidos. Conozco esta imagen, la conozcomejor que lo quisiera. Esta era mi imagen diaria cuando estuve en el hospital,cada día me despertaba gritando y corría al baño para ver que seguía magulladapero que seguía viva y que no estaba loca. Tocaba mi rostro, mis manos y, alfinal, el espejo. Todo era tangible pero temía que mis ojos me mintiesen, quemi cerebro estuviese formando imágenes erróneas.

Lapuerta se abre y Aleix me mira por el espejo. Lleva un pantalón de chándal y elresto del cuerpo al descubierto. Agacho la mirada cuando me mira a los ojos yme apoyo en el lavabo para hablarle.

—No quería despertarte —susurro mientras meseco las manos.

Aleixsuspira y me atrae hacia él cuando sus brazos me rodean. Me apoyo en su pecho ydejo que él cargue con mi peso. Nuestra piel se roza y el calor de su cuerpotraspasa mi camiseta, todo esto provoca que mi vello se erice.

—Te he escuchado murmurar por la noche—susurra.

Pocasveces he hablado por las noches cuando tenía pesadillas. Según mi madre habíareprimido tanto ese momento que mientras dormía parecía apacible y tranquilapero que cuando me despertaba gritaba y lloraba como si lo hubiera estadoconteniendo durante todo el sueño.

—¿Qué... qué he dicho? —pregunto algo temerosapor su respuesta.

Aleixme sonríe pero su sonrisa se queda a medias.

—Mejor te lo digo mañana, ¿de acuerdo? Esmejor que duermas un poco —me aconseja y apoya su mano izquierda en mi cintura.Me empuja levemente aunque soy un poco reacia a moverme—. Vamos anda.

Con unsuspiro camino de vuelta a la cama. La habitación está a oscuras y no veo laesquina con la cual me golpeo provocando que gima de dolor. Me siento en elsuelo del dolor que me produce el golpe en la ingle.

—Joder —vuelvo a maldecir.

—¿Estás bien? —dice Aleix que lleva más de dosminutos riéndose de mi golpe.

—Te ríes pero esta esquina ha llegado máslejos que tú —digo molesta. Aleix se atraganta con su propia saliva y comienzaa toser.

Labombilla ilumina toda la habitación de pronto y me cuesta acostumbrarme a lanueva iluminación. Cierro los ojos y me los restriego con las manos. Cuando porfin distingo algo Aleix me está tendiendo la mano.

—Si me dejaras llegaría a muchos lados —medice burlón.

—Oh, así que ahora es culpa mía —suelto y melevanto sin su ayuda. Un pinchazo en la zona del golpe hace que me piense esode moverme deprisa.

—No. Bueno, sí —dice con una sonrisa.

Bufomolesta y me tiro en la cama ocupando toda la superficie del colchón. Escondola cabeza debajo de la almohada y espero a que Aleix intente apartarme. La luzvuelve a irse y lo siguiente que noto es como alguien se tumba encima de mí. Sueltoun grito cuando sus dedos comienzan a buscar mis cosquillas.

—Así que me atacas y después intestas robarmemi cama, eh —dice Aleix mientras intento aguantarme la risa.

—No... yo... —jadeo mientras intento liberarme.

Derepente veo que una figura se mueve en la habitación. Me cuesta centrarme enella por culpa de Aleix pero cuando se hace la luz sus dedos paran de hacermecosquillas. Gabriel está apoyado en la pared de la habitación con los brazoscruzados mientras nos mira.

Bandas.Where stories live. Discover now