Capítulo 33

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 Sofía estaba furiosa mientras corría para llegar al despacho de su padre que estaba en casa. Abre la puerta de manera violenta, golpeándola y dirigiéndose a él con toda la rabia que contenía.

— ¿QUÉ LE DIJISTE A JORGE? — grita Sofía

Federico estaba sorprendido por esta actitud que jamás había visto en su hija, lo que despierta su mal humor.

— PERO ¿QUÉ TE HAS IMAGINADO MOCOSA PARA VENIR A CUESTIONARME? — responde levantándose de la silla.

— TÚ ERES UN CRETINO, ¿QUIÉN TE DA DERECHO PARA CONTROLAR MI VIDA?

— SI EL BASTARDO SE FUE, A SIDO COSA DE ÉL. LE DI UNA BUENA SUMA DE DINERO PARA QUE TE ABANDONE Y LO ACEPTÓ, ESO ES LO QUE ERES PARA ESOS POBRES INFELICES.

— ÉL NUNCA HARÍA ESO... TU DEBISTE DE AMENAZARLO... QUIERO QUE ME DIGAS ¿QUÉ FUE LO QUE HICISTE? — la voz de Sofía sonaba cada vez más ronca por los gritos que daba.

Martina entra apresuradamente al escuchar los gritos en el despacho.

— Sofía, por favor, tienes que tenerle respeto a tu padre

— MARTINA, SÁCALA DE ACÁ ANTES DE QUE ME ARREPIENTA DE LO QUE LE HARÉ — empuñando la mano, tratando de controlarse para no golpear a su hija en el rostro.

— USTEDES DOS SE PODRÁN VENDER CON DINERO, PERO NOSOTROS NO... — Sofía sale del lugar corriendo.

Federico al verla marcharse, respira aliviado, pensando que fue muy fácil deshacerse del muchacho. Sabía que, a su hija, el berrinche se le pasaría con los días. Ahora debía buscar un buen partido para comprometerla, algún joven con una familia adinerada, todo con la aspiración de mejorar sus inversiones.

Sofía sube a su deportivo y sale rápidamente de la ciudad, para viajar por carretera. Estaba decidida a no permitir que Jorge escape, anoche se prometieron que pase lo que pase, nunca se abandonarían.

Sofía no le tenía miedo a nada, solo a perder al amor de su vida, puesto que abandonaría todo por él, su fortuna, sus comodidades, el sueño de la empresa... incluso, no le importaría labrar la tierra y comer de sus cosechas si estaba con Jorge.

La conducción de Sofía fue tan veloz y arriesgada que, para la tarde, ya estaba en Capilla con su deportivo, afuera de la casa de la Abuela de Jorge. Sin contener su nerviosismo, toca desesperadamente a la puerta.

— Mi niña, que sorpresa que estás por acá. — dice la anciana al ver a la joven que estaba afuera de su casa.

— Abuelita, perdone que venga de esta manera, pero estoy buscando a Jorge.

— ¿Jorge?... pero él no está aquí. Ven pasa, tomemos el té...

— No abuela, tengo que buscarlo...

— Pero ¿qué ha pasado?

— Sé que mi familia lo amenazó para que me dejara, y sé que está acá. Por favor abuelita, no lo esconda, no tiene que temer.

Sofía aparta a la anciana e ingresa a la casa, para correr por las habitaciones, gritando su nombre.

— Pero niña... te he dicho que no está aquí — dice preocupada al ver la desesperación de la joven y comienza a seguirla por la casa.

Sofía, cuando abre la última habitación, entra en el dormitorio de Jorge. Todos los recuerdos del verano llegaron como una tormenta a su mente, sus mejillas comienzan a empaparse de lágrimas, pero ella trataba de contener ese dolor que era como si le estrujará el corazón. Lentamente, toma una de las almohadas de la cama y clava su cara en ella, lo presiona con fuerza para sentir el olor de Jorge que tenía impregnado en ella, mientras lloraba, sentándose en el borde de la cama

La abuela estaba triste al ver a Sofía de esa manera, puesto que era una niña buena y no merecía sufrir de esa forma.

— Sofía, no llores. Si Jorge se fue, tiene que ser por una razón y todo será para algo mejor. — le consolaba, pero la joven deja la almohada, y la abraza por la cintura para seguir llorando en su regazo.

Cuando Sofía está por marcharse, despidiéndose a la puerta de la casa, ella aún tenía la cara congestionada y no podía controlar el llanto.

— Abuelita, por favor, si lo ve, dígale que no importa lo que mi padre le dijo, yo me iré con él y buscaremos una solución a lo que sea, pero que la solución no es está. Si me ama, que no me haga pasar por este sufrimiento... porque no es justo, yo no tuve la culpa de nacer en esa familia. Por favor abuelita... dígaselo.

La anciana no se contiene y comienza a llorar, podía sentir el dolor que transmitía Sofía.

— Sí... se lo diré, te lo aseguro.

Ambas se abrazan y lloran un momento, luego Sofía se despide y se marcha.

La mujer la ve por la ventana, como el deportivo se alejaba por el camino de tierra.

— Ya puedes salir.

Del armario que se encontraba bajo de las escaleras, se abre la puerta y sale Jorge, que se acerca a la venta donde estaba su abuela y ve a la distancia como el deportivo de Sofía desaparecía.

— Ya escuchaste lo que dijo... ¿Verdad? — pregunta la anciana sin mirar a su nieto.

Jorge no responde, tenía un nudo en la garganta.

— Nunca más me pidas que vuelva a mentir por ti. No sabes cómo se me partió el alma al ver la desesperación en su rostro, y no poder ayudarla... — dice con reproche y se aleja para ingresar a la cocina

Para Jorge, no importaba lo que le dijeran, porque esta era la única forma que tenía para que Sofía obtenga su lugar en la compañía, para vengarse de su padre y para estar siempre con ella sin preocupaciones, aunque nadie comprenda su noble sacrificio. A pesar de esto, dolía, y dolería por mucho tiempo, además, sabía que se arriesgaría a perderla y que ella lo odié, de solo pensarlo, la angustia y desesperación lo invadió.

Mi único pecado, fue quererte.Where stories live. Discover now