Capítulo 52

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Desde que Jorge descubrió la verdadera relación entre Sofía y Carlos, insistía en que vivieran juntos en su casa, pero como aún para ella y el resto del mundo su relación era secreta, debía mantener su departamento, haciendo que mayoritariamente compartieran tiempo juntos en alguno de aquellas dos viviendas.

Para Sofía no era un problema estar con Jorge, puesto que ha pasado bastante tiempo desde su primera vez desde el reencuentro y no ha quedado embarazada.

— ¿Qué vamos a hacer para tu cumpleaños? ¿Quieres algo especial?

Jorge estaba desayunando con Sofía en la cama, ese sábado por la mañana.

— En realidad, pensaba que saliéramos a dar un paseo y almorzamos en algún restaurante.

— Eso sería muy divertido. ¿Quieres salir a bailar en la noche?

— No lo sé. Invite a una amiga para que nos acompañe.

— No sabía que tenías una amiga — responde Sofía decepcionada.

— Debería llegar pronto, así que vamos a la ducha para que la veamos.

Sofía estaba preocupada de que Jorge tuviera una amiga. Aparte de ella, solo estaba la tal Patty que le coqueteaba en la universidad, pero ha pasado tanto tiempo, que debió conocer a más personas en el tiempo que estuvieron separados, solo esperaba que no fuera una molestia.

Al estar en el sofá de la sala principal, alguien toca a la puerta y Jorge se dirige a la puerta, en compañía de Sofía, para hacer pasar a su invitada.

— Te tengo una sorpresa — dice Jorge.

Sofía ve entrar a una anciana por la puerta, lo que inmediatamente le hizo llorar.

— ¡ABUELITA!

La anciana, al verla, camina rápido para abrazarla y también comienza a llorar.

— Mi niñita... qué alegría más grande volver a verte... estás tan hermosa... te he extrañado mucho — dice abrazando a la joven.

— También te he extrañado mucho abuelita. No sabes lo importantes que eres para mí.

— Se supone que es mi cumpleaños... ¿Hola? ¿Me escuchan? — Jorge lleva los bolsos que baja del taxi, viendo a las mujeres que seguirán llorando y hablaban entre ellas.

Salieron a dar un paseo cerca de la costa, almorzaron mariscos y sopas. Tenían intenciones de continuar el paseo esa tarde, pero Abuelita prefería regresar para poder preparar ella la cena y la típica torta de alfajor que le gustaba a Jorge.

Sofía, mientras ayudaba en la preparación de la anciana, y Jorge picaba unas zanahorias, charlaban en la cocina.

— Abuelita ¿Por qué nunca me llamó cuando la fui a visitar la última vez? — pregunta Sofía.

— Porque este muchacho no quería que te contactará. Pero ya todo ha terminado y me alegra verlos nuevamente juntos.

— Si abuelita, espero que sigamos así

— ¿Y por qué sería diferente?, acaso ¿Jorge no te ha pedido matrimonio ya? — Pregunta sorprendida.

— Por favor abuela... no preguntes eso — pide Jorge sonrojado.

— No me dirás que aún no. Ya cumples 27 años, no eres un niño, ya dejaste a Sofía esperar mucho, ¿crees que te esperará por siempre? — Responde la anciana con indignación.

— No te metas en eso. Hay mucha historia de por medio.

— Acaso Sofía, ¿te has casado ya?

— No abuelita, nada de eso — contesta Sofía sonriente.

— Porque ahora Jorge ya puede presentarse como un hombre digno de cortejarte, no sé cuál es su problema.

Sofía por la distracción de la charla se corta un dedo con el cuchillo que usaba para pelar patatas.

— ¿estás bien? — Jorge toma de su mano y la lleva bajo el chorro de agua del grifo.

— Calma, solo me asusté. Voy por una bandita a la habitación — dice Sofía, cubriéndose la mano con una toalla.

Cuando sale de la cocina, escucha como Jorge regañaba a la abuela por estar preguntando ese tipo de cosas. Al llegar a la habitación, busca en el cuarto de baño el botiquín que estaba en un armario, encuentra la bandita y se la coloca en el dedo que tenía el corte, cuando deja el paquete de curitas nuevamente en su sitio, observa un frasco de medicamentos que ella conocía muy bien, eran antidepresivos, y al lado de ellos estaba otro frasco de pastilla que se leía "Zolpidem", no sabía lo que era, así que busca en su móvil y descubre que son pastillas para dormir. Al bajar nuevamente a la cocina, Sofía ve como Jorge reía con la abuela, y se preguntaba si él seguiría tomando ese medicamento.

Después de la cena, Sofía le entrega su regalo de cumpleaños, que era un reloj de muñeca digital, que podía conectar a su móvil.

La abuela pedía que bailarán como lo hacían cuando estaban de vacaciones en Capilla. Esa noche fue una gran fiesta en casa.

Por la noche, la abuela se despide para ir a dormir, mientras la pareja se quedó charlando y comiendo pastel, hasta que Jorge comenzó a exigir el segundo regalo de esa noche. Cuando estaban ya en la habitación después de hacer el amor, Jorge buscaba algo que ver en la televisión.

— Payasito... en la tarde vi tus medicamentos en el armario del baño.

Jorge sigue cambiando los canales en la televisión, sin dar mucha importancia.

— Ah sí... pero ya las he dejado

— ¿Cuándo comenzaste a tomar esos fármacos?

Jorge la mira con una sonrisa triste.

— Desde que me fui

— Eso es mucho tiempo — Sofía estaba sorprendida y triste a la vez.

— Pero he ido cambiando de medicamentos, según el tratamiento que me daba el médico.

— ¿Y desde cuándo no lo estás usando?

— Desde que entre en tu departamento cuando robe tus llaves — Jorge se acerca para abrazarla con una mirada pícara.

— ¿Estás seguro de que estás bien?

— Mientras estés a mi lado, estaré bien. Tú eres mi mejor medicina.

Continuaron viendo televisión, Sofía acariciaba el cabello de Jorge, y reflexionaba en que ella no fue la única que sufrió en todo este tiempo. Sentía lástima por no entender antes a Jorge, lo abraza con más fuerza bajo las sábanas, y recordó su promesa cuando eran amigos, nunca lo dejaría nuevamente solo.

Mi único pecado, fue quererte.Where stories live. Discover now