Capítulo 34

707 69 1
                                    

Sofía estaba desesperada, nadie la ayudaba y se sentía sola.

Leía constantemente la carta que le dejó Jorge, buscando algún mensaje oculto, aferrándose a la promesa, dónde dice que volverá por ella.

Llamó a todos los contactos que tenía él en su teléfono celular, pero nadie sabía de nada de su paradero.

Los días fueron pasando y estos se transformaron en meses, pero Jorge no la contactó, y a pesar de que esperaba a que él cumpla su promesa, la espera estaba siendo muy larga.

Como era su propósito, Sofía comenzó a trabajar con su padre en la compañía, aprendiendo del cargo directivo. Ahora, era su mano derecha, pero sentía que él no escuchaba sus propuestas, se sentía más que nada, como una secretaria muy cercana.

Sofía dejó la casa de sus padres y se fue a su propio departamento, además cambió su deportivo BMW por un Maserati.

Ya pronto los meses sumaron y se transformó en un año. Aún Sofía no sabía nada de Jorge, y aunque lo investigo, era como si la tierra se lo hubiera tragado. Su angustia llegó a un punto máximo, y sabía que necesitaba ayuda. Su depresión no la dejaba vivir y cada vez se volvía más insoportable, así que tenía controles con un psiquiatra y usaba medicamentos para estabilizar su ánimo.

El tiempo no daba tregua, y con cada día que avanzaba, Sofía comenzó a perder las esperanzas. Los meses siguieron y ya se cumplían 2 años desde que Jorge se fue, lo que le hizo pensar:

~Ya han pasado dos años, y nuestra relación fue un poco más de dos años. Este tiempo fue suficiente para que él se comunique conmigo, pues, si mi padre lo amenazó, este ya ni recordaría quien fue Jorge. Podría regresar y no lo ha hecho, quizás, porque yo nunca fui tan importante para él... quizás él tiene a otra mujer y por eso ya no ha vuelto.

Este pensamiento cada vez se hizo más fuerte, y la tristeza fue cambiada por rabia, con un odio hacia Jorge, que se volvió incontrolable. Él definitivamente la había abandonado, para nunca más regresar.

Un día, Sofía decide que debía preocuparse de su vida y dejar de aferrarse al pasado, ella no sería una tonta que esperaría eternamente a que su novio de universidad vuelva por ella. Tomo todo lo que era de Jorge y prendió el asador de su terraza, depositando en su interior, aquellos objetos que en su tiempo fueron tesoros y que ahora eran solo basura que le traía recuerdos dolorosos, entre ellas estaba el celular que dejó, sus regalos, como el peluche aromático que le dio en su primer cumpleaños como amigos, sus cuadernos de la universidad, entre otras muchas cosas. Vio como todo ardía, y por último, arrojó la carta.

Sofía comenzó a trotar cada vez que comenzaba con angustia o tristeza, sentía que correr le ayudaba a dejar su pasado, como si se desprendiera de ella, de esta manera, dejó de usar pastillas y terminó los tratamientos con el psiquiatra. Estaba decidida que, si algún día regresaba Jorge, ella lo rechazaría, sea cual sea sus motivos, nada justificaba su abandono y aunque lo viera, lo odiaba profundamente y odiaba todo lo relacionado con él.

Sofía dejó de creer en el amor, ya que nunca sería para alguien como ella, pues, su corazón estaba roto y amargado, ya no dejaría que nadie más entre en él.

El padre de Sofía comenzó a presentarle hijos de otros hombres de negocios, para que comenzara a tener citas y así se comprometiera con alguno. Ella sabía que tarde o temprano debería casarse con alguno por conveniencia, así que elegiría al que pueda ayudar más en la compañía, aunque sea muy feo o muy viejo, eso ahora ya no le importaba, pero en este momento su padre estaba siendo muy insistente y aún no quería estar con un hombre de esa manera.

Comenzó a tener citas, para darle en el gusto a su padre, aunque no encontraba aún a ninguno como para salir por una segunda oportunidad, la realidad es que los rechazaba a todos.

Una mañana en la compañía, Federico llama a su hija hasta su oficina.

— Sofía pasa, te quiero presentar al hijo de Bernardo, estuvo estudiando en Toronto Marketing y se nos unirá en la empresa, para que lo puedas orientar en la oficina.

— Hola Sofía... un gusto conocerte. Mi nombre es Carlos — Saluda de manera gentil y sonriente.

— Hola, el gusto es mío — Saluda Sofía, con su seriedad habitual, estrechándole la mano.

Bernardo, era otro CEO de la empresa que formaba la directiva junto con su padre, y lo más probable es que Carlos, sea quien posteriormente se quede en ese cargo.

Carlos es muy alto y delgado, de cabello castaño claro rojizo y ojos grises que cubría tras de sus anteojos. Él era agradable y socialmente amistoso, con una personalidad graciosa, pero a su vez tímida, que invitaba a sentir aprecio y querer ser su amigo.

En poco tiempo, los padres de Carlos y Sofía, concordaron una cita para que sus hijos se conozcan de mejor manera, con la esperanza que comprometieran, y así tener una mayor unidad en la toma de decisiones de la compañía.

Sofía había aceptado aquella cita, al igual que tantas otras, así que acude al restaurante, tomando asiento en la mesa que habían reservado, esperando por Carlos. Si buen, él era un tipo agradable, ella lo cortaría rápido y de manera amistosa, puesto que debería seguir trabajando con él en la empresa.

Carlos llega apresurado y toma asiento en la mesa con Sofía.

— Disculpa por llegar tarde, el tráfico era terrible — se disculpa Carlos, quitándose el abrigo.

— No te preocupes. Realmente eso no importa.

Carlos pide un trago a un garzón y mira la carta para escoger un platillo.

— Sofía, me gustaría que pasemos una buena velada, y para eso, quiero liberar tensiones — dice de manera sonriente.

— Pienso lo mismo

— Bueno... en realidad, no tengo intenciones de tener un compromiso o algo así. No te ofendas, eres preciosa, pero estoy presionado por mi padre para que me comprometa con alguna mujer.

Sofía estaba sorprendida, puesto que él estaba sufriendo lo mismo que ella.

— A mí me pasa lo mismo. He salido con muchos tipos para dejar conforme a mi padre y que me dejé de fastidiar, pero no quiero tener una relación sentimental con nadie.

— Eso es un alivio. Yo me fui a Canadá para poder estar lejos de ellos, y así sacarme el fastidio que es esto — Ríe Carlos y da un suspiro — Creo que terminaré casado con una vieja muy rica.

Sofía sonríe, ya que su compañero de esa noche era muy agradable.

— Ni que lo digas... si nuestros padres pudieran comprometernos con un gorila por aumentar sus inversiones, créeme que lo harían. — Comienza a reír Sofía.

La velada siguió de manera agradable y ambos hablaban como si fueran grandes amigos, mientras cenaban, charlaban y reían.

— Realmente eres muy graciosa Sofía, pero una chica como tú, es muy raro que esté soltera. Supongo que no quieres comprometerte, porque tienes a alguien escondido por ahí.

Sofía cambia la expresión de su rostro y su risa se esfuma. Carlos se da cuenta de la reacción de ella, y compré de que hablar de eso era un tema delicado.

— Oh, perdona. No quería incomodarte con un tema sensible... mi error

— No te preocupes, no es nada... y tú ¿Tienes una pareja oculta?

— Ahora no, como me he mudado hace poco

— ¿Y en Toronto?

— No deje a nadie ahí, nadie que me importará realmente. Pero en el tiempo que estaba estudiando, tuve muchos novios.

Sofía pensó que había escuchado mal, así que pregunta.

— ¿Novios?

Carlos se aproxima un poco más por encima de la mesa y habla con un tono más bajo.

— Sí... novios... soy homosexual.

Aquello fue como un regalo del cielo para Sofía y no dejaría pasar aquella oportunidad.

— Carlos... entonces tú eres perfecto para comprometerme... — dice sonriente.

Carlos la mira extrañado, pero inmediatamente entiende lo que quería decir.

— Hey... sí, creo que eso podría funcionar...  

Mi único pecado, fue quererte.Where stories live. Discover now