CAPÍTULO 12 | SENTIMIENTOS

46 4 6
                                    

Pienso y escribo.

No sé el tiempo que paso haciendo esto, pero no consigo escribir una frase decente desde hace varios meses. Sí, tengo canciones completas, pero no son la mitad de buenas de lo que eran antes. No sé cuál es la razón, pero hoy, especialmente, tener a Lisa en mi mente está consiguiendo que me desvaríe a la mínima.

La foto que Axel nos enseñó se ha quedado marcada y me odio por pensar tanto en ella. Lo peor es que el sentimiento de rabia que me recorre en estos instantes es por la forma en la que ha hecho las cosas. Ninguno de la banda hemos conseguido estar con alguien sin que nos preguntara por esa persona cada dos segundos y ella, a la mínima, ha decidido ocultarnos algo que creo que es demasiado importante.

Está liada con Ricky Harry, el puto mánager de HidOut.

Me levanto de la cama apartando la guitarra, dejándola en medio y me pongo las zapatillas. Aviso a los chicos de que voy a ir a ver a Lisa y salgo de casa sin esperar respuesta.

Probablemente tendría que haber esperado a tener sus opiniones, pero no lo hago, porque necesito respuestas. ¿Sabrá quién es su novio? ¿Será consciente del daño que está causando a la banda?

Al ser sábado, voy directa a su casa, porque dudo que esté en la oficina. No sé los minutos que pasan cuando estoy en su puerta, pero me da igual. Llamo al timbre y espero, nerviosa. Abre en apenas unos minutos y me mira sorprendida. No espero que diga nada más y entro.

—¿Qué haces aquí, Collins? —pregunta cruzándose de brazos—. Son las cinco de la tarde.

—¿Podemos hablar? —Esta vez soy yo quien le pregunta, mientras miro a mi alrededor. Creo que es la primera vez que entro a su casa. Siempre que hemos venido, hemos ido al jardín de la parte trasera—. Es sobre HidOut.

Parece nerviosa, porque frunce el ceño y coge el aire sin ningún tipo de disimulo. Su mirada también observa alrededor.

—Hoy no puedo.

—Pero es necesario.

—Collins, no puedo. Tengo cosas que hacer —dice, soplando.

Suele ser bastante paciente cuando le pedimos ayuda, pero parece ser que hoy su paciencia se ha esfumado.

Entiendo que tenga otras cosas mejor que Sternbilder, pero hace tanto tiempo que no se preocupa por nosotros que no recuerdo cuando fue la última vez que nos llamó uno a uno, preguntándonos como estábamos, con cariño y sinceridad.

—Lisa, por favor. Es rápido.

—Collins, no sé si alguna vez te han dicho lo molesta que eres cuando te pones insistente. —Sus palabras me hacen retroceder, como si me hubiese dado una puñalada. Frunzo el ceño y la miro, esperando cualquier tipo de disculpa, pero lo que recibo no es eso—. Te estoy diciendo que no puedo. Ni puedo ni quiero —se sincera para mi sorpresa.

La paciencia con la que iba a intentar venir se esfuma de repente.

—Estoy cansada, ¿sabes? Vamos detrás de ti desde que ocurrió todo. Intentamos ayudarte a averiguar cualquier pequeño detalle para quitarle a la otra banda los derechos de nuestra canción —escupo con rabia—. ¿Y tú qué haces mientras nosotros luchamos por eso? ¡Tú solo te follas al mánager de la otra banda!

Me mira, sorprendida. Como si no fuese capaz de creerse mis palabras.

—¿Desde cuándo? —pregunto en un susurro, aunque no espero respuesta para soltar todas las dudas que tengo—. ¿Esto es acosta de nosotros? ¿Tantas ganas tenías de enrollarte con él y abandonarnos a nosotros? ¿Desde cuándo te importamos tan poco, Lisa?

Una canción robadaWhere stories live. Discover now