CAPÍTULO 30 | LA ÚLTIMA

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Axel

Estas últimas semanas han sido increíbles. Leo y Matthew han compartido espacio con los chicos de Sternbilder. Hemos estado en mi casa o en la de Daila, porque Matthew lo ha pedido así. Los chicos saben por lo que está pasando, pero en ningún momento han estado extraños con él.

Está siendo duro. Leo y yo pasamos muchas noches con él, intentando entretener a su insomnio y hemos estado en sus ataques de ansiedad, pero parece ir a mejor. Ya es consciente de que el grupo de apoyo está funcionando y sabe que el primer paso ha sido darse cuenta de lo que ocurría. No habla mucho de lo que pasa en el grupo, pero sí nos explica las cosas que hacen y como nota la mejoría en su cuerpo.

Leo y yo también hemos hablado sobre él. Hemos vaciado mi nevera entera y la hemos llenado de otras bebidas sin alcohol. No sabemos si es lo mejor, pero creemos que estamos haciendo algo bien. Hace dos días, fuimos a hablar con un psicólogo especialista en alcoholismo. Nos pusimos en contacto con él porque queríamos saber como ayudar a Matthew.

Está siendo duro, pero la luz del túnel está empezando a ser visible.

En ese sentido, Daila es un poco la positiva en estos momentos. Es a la persona que más veo, ajena a Leo y Matthew y eso me alivia demasiado. Casi todos los días nos hemos estado viendo, sin excusas de por medio. Hemos hecho muchos planes juntos: cine, cenas en restaurantes o en locales de comida basura... Algunas noches hemos ido a ver las estrellas hasta que uno de los dos se ha quedado durmiendo y hemos compartido muchas noches. La mayoría de ellas han sido en su casa. Incluso he llevado algo de ropa y un cepillo de dientes por los días que me toca ir a trabajar y estoy con ella. Y viceversa.

Me gusta abrir mi armario y ver algo de su ropa en él. Lo estamos convirtiendo en rutina.

Hace varios días invité a los chicos de Sternbilder para que viniesen hoy a mi casa. Daila me dijo que les iban a dar la copia del disco para que la escuchasen una semana antes de que saliese. Así que aquí estamos los siete, algunos sentados en el sofá y otros repartidos por el suelo.

-¿Puedes darte prisa, Jack? -cuestiona Brett, soplando nervioso.

Jackson se gira hacia él y le fulmina con la mirada, haciéndome sonreír. Las únicas que no se inmutan son Holly y Daila, que miran la pantalla del portátil con nerviosismo. Esta última se ha atrevido a darme la mano, sin pensar en sus amigos y eso me ha hecho sonreír.

-Ya lo he puesto, pesado. ¿Estáis preparados? -Nos pregunta a los demás.

Daila niega, mirándome.

-Ponlo -lo animo con una sonrisa en la cara.

Respira profundo y por fin le da play al audio.

Los acordes de una guitarra se hacen presentes y pocos segundos después entra una batería. Miro de golpe a Daila cuando su voz es la primera que suena en la canción.

Nunca dejará de sorprenderme su forma de cantar.

No dejo de mirarla en cada canción. Cuando creo que una es mi favorita, llega la siguiente y arrasa con todas mis conclusiones. Hay baladas, pero hay mucho pop-rock. Demasiado. Y eso no puede gustarme más.

Quizá soy yo, que quiero que pase, pero todas las letras me recuerdan a nosotros. Es como si gritasen en seis mil idiomas todo lo que fuimos y lo que somos.

Me muero por preguntarle, pero no voy a hacerlo, porque eso solo lo sabe ella y no quiero presionarla.

Dejo que las dudas de si ha compuesto sobre nosotros se queden conmigo.

El single se hace presente y todos nos levantamos para disfrutarlo.

Salió hace unas semanas y cada día que escucho música, necesito ponerlo. La canción es un grito de los chicos que deja muy claro el mensaje que quieren lanzar: «Aquí estamos a pesar de todo y de aquí nadie nos mueve».

Una canción robadaWhere stories live. Discover now