CAPÍTULO 22 | NERVIOS

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En el camerino se siente la presión, los nervios y la incertidumbre. Todos vamos de un lado para otro intentando asimilar que hemos vuelto a los escenarios, aunque nada tenga que ver con los últimos conciertos que hemos hecho. Darío nos observa desde la puerta con una sonrisa enorme. Sin embargo, se elimina cuando mira la pantalla del móvil. No hace mucho más porque lo bloquea y vuelve a guardarlo en su bolsillo. Holly se da cuenta y se acerca a él, llevándoselo del camerino.

Ruedo los ojos y me centro en mi maquillaje.

Me siento en el tocador, me termino de pintar los labios y me dirijo hasta Brett y Jackson que siguen moviéndose de un lado a otro mientras se lanzan miradas de odio.

—¿Se puede saber qué os pasa? —pregunto, cruzándome de brazos.

—No deja de mirarme de reojo mientras pone cara de asco —espeta Brett, poniéndose a mi lado—. Está nervioso y no quiere admitirlo.

—¡Que no estoy nervioso, pesado!

Me pongo en medio de los dos y los miro con la peor cara que soy capaz de poner. Se ponen rectos y me observan con cuidado.

—Llevamos dos meses sin conciertos. Salir al escenario cabreados, si queréis, pero no pongáis eso por encima del concierto.

Los dos asienten y se van hacia el mismo lado, saliendo del camerino.

Me he quedado sola, lo que hace que mi cabeza tenga la oportunidad de tener pensamientos contradictorios constantemente.

Quiero esto, pero me aterra no saber enfrentarme otra vez a la gente.

—Hola —saluda una voz conocida a mi espalda. Por unos segundos me quedo estática en el sitio—. ¿Estás bien, Daila?

Me giro lentamente y mi mirada se detiene en Axel, que está apoyado en la puerta del camerino.

—¿Qué haces aquí?

Mi pregunta le hace sonreír, una vez más.

—¿Puedo pasar? —asiento, descoordinada y me siento al lado de él—. Holly me llamó y me dijo que ibais a dar un concierto aquí. No podía perdérmelo.

—Darío y ella tienen algo extraño —apelo, como si tuviese algo que ver con la conversación.

Cruza las piernas y suelta una carcajada.

—¿No te ha dicho el qué? —niego—. No estará preparada para contártelo. Cuando lo esté te lo dirá.

—Nos lo contamos todo, pero por algún motivo no lo ha hecho.

—¿Le contaste sobre nosotros?

Su pregunta me pilla desprevenida. Me giro de golpe a mirarlo y entre cierra los ojos con una sonrisa en sus labios.

Como lo odio.

—No es lo mismo —espeto, rodando los ojos.

—Hoy estás especialmente borde —susurra con un tono gracioso.

No me afecta porque sé que sus palabras no llevan mala intención detrás y solo está siendo bromista.

—¿No lo estoy siempre?

—Sí, pero el resto de las veces lo hacías mirándome fatal, hoy lo haces como mecanismo de defensa. Si me mandas a la mierda, te haría caso sin dudarlo.

Entrecierra los ojos, alzo los hombros sin saber que responder y miro hacia otro lado. Él, en cambio, sigue con su vista puerta en mí.

—¿Estás nerviosa? —niego, sin mirarlo—. ¿Daila?

Una canción robadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora