CAPÍTULO 26 | HOSPITAL

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A la mañana siguiente, estamos los cuatro enfrente de la puerta de la discográfica. Me he pasado prácticamente toda la noche sin dormir y le he mandado varios mensajes a Axel. Me ha contestado a cada uno de ellos, aunque fuese a las tantas de la madrugada.

Los nervios son latentes por parte de todos nosotros, pero Holly parece la más tranquila, a diferencia de Brett que no deja de susurrarle cosas a Jackson, dando saltos a su lado. No puedo evitar sentirme bien conmigo misma.

—¿Entramos? —dice mi amiga por primera vez desde que nos hemos detenido en la puerta.

Asiento, sin estar muy segura, pero me armo de valor para empezar a andar hacia el edificio.

Es un edificio totalmente normal y no destaca por nada en especial. Cuando entramos me invade una tranquilidad absoluta. La gente se ríe y se pasean hablando, pero no hay follón. La entrada es enorme y, a parte de la recepción que se encuentra al fondo, solo hay un par de sofás a ambos lados. Voy hasta el fondo con los demás pisándome los talones y me coloco delante fingiendo lo segura que estoy.

—Hola. ¿En qué puedo ayudarle? —pregunta la chica detrás del escritorio, colocándose las gafas de vista.

—Hola —sonrío como mejor puedo—. Buscamos a Sassa.

Después de colgar la llamada anoche, me habló por Instagram y me dijo que preguntase por ella, porque, de esa manera, el proceso iba a ser más rápido.

Lo confirmo cuando la chica sonríe y se da la vuelta. No tarda más de cinco minutos en aparecer con otra chica a su lado. Es mucho más alta y tiene una sonrisa enorme en el rostro. Lleva el pelo recogido en un moño perfecto y su maquillaje destaca más que su ropa, perfectamente combinada.

Parece simpática.

—¡Hola, chicos! —Se acerca a nosotros y estira su brazo—. Soy Sassa, la chica de ayer.

—Encantado —susurra Jackson, estrechándole la mano—. Es un placer estar aquí.

Frunzo el ceño cuando me doy cuenta de lo que pretende. Está ligando con ella y a ella le está gustando, porque su sonrisa se esconde un pelín y es sustituida por una mueca de coqueteo. Cruza las piernas y agacha un poco la cabeza.

Carraspeo hasta que vuelvo a tener la atención sobre mí.

—Yo soy Collins.

—Lo sé. —Se da la vuelta y empieza a caminar, haciéndonos un gesto para que vayamos con ella—. Ahora conoceréis al jefe, pero podéis estar tranquilos. Es uno más de nosotros.

Eso me hace relajarme un poco más.

—¡No mientas!

Me giro al escuchar el chillido susurrado de Brett, aleteando las manos en dirección hacia Jackson.

—Dice que no estaba ligando con ella.

—Todos sabemos que sí —bramo en un murmuro—, pero no es el momento.

Resopla, pero acaba dándome la razón.

Un par de minutos después, estamos enfrente de una puerta que llega hasta el techo del edificio. Me impresiona lo grande que es el despacho del jefe cuando la abre de par en par, dejándonos ver la habitación completa.

Completa y casi vacía.

Solo hay un sofá a la izquierda con una mesa y al fondo hay un escritorio, con un hombre sentado en él, dándonos la espalda.

—Sternbilder está aquí, Hans —anuncia Sassa—. ¡Pasad, chicos!

El chico se gira y nos mira con una sonrisa de oreja a oreja.

Una canción robadaWhere stories live. Discover now