CAPÍTULO 19 | ESPACIO

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Ha pasado una semana desde que me alejé de todos, especialmente de Axel. Es al único que no he visto. Los chicos vienen a mi casa casi todos los días desde que hablé con Holly, pero apenas hablo con ellos, solamente lo hago cuando les abro la puerta de casa y los dejo entrar. Me he encerrado en mi habitación y solo salgo para lo estrictamente necesario. Cada palabra de Axel en ese artículo se repite en mi mente como un maldito bucle y es como si no fuese capaz de hacer otra cosa sin escuchar cada una de sus frases.

Odio sentirme así.

Confié en él desde el minuto cero. Le di mucho de lo que nunca le he dado nadie, me metí en la cabeza que quería ayudarme porque sí, que estaba para nosotros como un amigo... pero me falló. Me falló cuando decidió ir a un puto periódico y escribir todo lo que escribió. Me ridiculizó entre palabras, habló mal de cada uno de los chicos y eso no puedo permitírselo.

Fue mi culpa confiar en él, fue mi culpa presentarlos y fue mi culpa seguir hacia delante.

Se acercó por algún motivo a mí y se ganó mi confianza para luego traicionarnos. Traicionarme. Todo lo que leía era difícil imaginarlo entre sus dedos mientras lo escribía, pero lo hizo y ahora tengo que quedarme con lo que él quiso darme, porque no puedo fingir que nada ocurrió entre nosotros.

No sé si realmente mis pensamientos van acordes a lo que siento o solo es un escudo que me estoy poniendo para no hacerme más daño, pero las dudas siguen ahí, latiendo con más fuerza que nunca.

Llevo una semana escribiendo canciones sin parar y ninguna es de amor, precisamente. Me siento estafada y engañada. Es como si no me quedase otro tipo de sentimiento de por medio.

El timbre suena, pero no me muevo de la cama porque sé que los demás están en el salón. Sigo escribiendo en mi libreta hasta que oigo su voz. De repente el bolígrafo se levanta del papel y solo soy capaz de quedarme estática. Me cuesta tragar y tengo la respiración a mil por hora, no quiero tener que enfrentarme a él.

—¿Está Daila?

—No la llames así —amenaza Jackson—. No quiere verte.

No se lo he dicho a ninguno, pero lo saben desde el momento en el que me han preguntado por él. Yo me enteré hace una semana, pero ellos se han enterado hace diez minutos del maldito artículo. Alguien me lo mandó antes de que la publicasen.

Me he pegado a la puerta de mi habitación, mientras escucho como hablan entre ellos. Axel parece totalmente desesperado, Jackson está cabreado, Holly intenta tranquilizarlos y Brett no habla.

—¿Podemos hablar más bajo? —intenta mi amiga—. Puede que Collins esté durmiendo.

—Por favor, necesito hablar con ella. —Su suplica me duele tanto que incluso coloco la mano en la manivela de la puerta, pero no la abro—. Quiero explicarle esto.

—¿Quieres explicarle el motivo por el que nos has fallado? ¡No hay motivos para esa mierda, Axel!

—¡Yo no he escrito eso!

Dudo.

—¡Yo no lo he escrito! ¡Nunca lo haría!

—El artículo no dice lo mismo —habla por primera vez Brett de forma calmada—. Axel, ¿qué te hemos hecho?

Parece roto.

Nunca lo dijo, pero yo veía la ilusión en sus ojos cada vez que hablaban. Brett le cogió un cariño especial a Axel y escucharlo así me duele. Sé que todos están pasando más o menos por lo mismo, pero soy incapaz de ofrecerles mi ayuda, no sé cómo hacerlo, porque yo me siento igual. Me he pasado toda la semana buscando cualquier detalle que me hiciera ver que él no ha escrito eso, pero no lo encuentro. No lo hay.

Una canción robadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora