𝟒𝟖. 𝐖𝐇𝐀𝐓 𝐘𝐎𝐔 𝐂𝐀𝐍'𝐓 𝐇𝐀𝐕𝐄

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AnnaLeigh Malfoy

Sentado con mi cuerpo apoyado contra el sofá, eché la cabeza hacia atrás y dejé escapar una fuerte exhalación de mis labios.

Recién regresando de un duro día de trabajo, sentía que me ardían los pies y ni siquiera quería hablar sobre el dolor de espalda. Desde la ausencia de Draco, he estado ocupando su puesto y ahora sé que no le doy suficiente crédito a este hombre por lo que hace a diario.

—¿Exhausta?.—Se río entre dientes mientras entraba en la habitación. Giré la cabeza hacia un lado que aún descansaba y le lancé una mirada.—Me lo imaginé.

—Te culpo por completo a ti.—suspiré y miré hacia el techo.

Se río entre dientes y se sentó a mi lado, colocando una mano reconfortante en la parte superior de mi muslo.—Sí, qué grosero fue de mi parte ser atacado por la espalda.

—Sí, ¿Cómo te atreves?.—Me reí y moví la cabeza para mirarlo de nuevo.

Él sonrió y se inclinó para depositar un beso en mis labios. Le devolví el favor y apoyé la cabeza en su hombro una vez que nos separamos.

—Oh, mi dulce niña.—suspiró.—Creo que tal vez deberías hablar con tu jefe.

—Está bien.—asentí y me senté derecho, volteando mi cuerpo hacia él.—Sr. Malfoy, odio su maldito trabajo.

Se río.—Odio el trabajo pero amo las cifras en el cheque.

—¿Me estás llamando cazafortunas?.—Fruncí el ceño.

—No, claro que no.—sonrió.—Simplemente te gusta lo caro.

—Cierto.—puse los ojos en blanco y le di una palmada en el pecho.—Solo por eso, puedes cocinar la cena esta noche.

—Estoy herido.—dijo y levantó su brazo derecho que estaba enyesado.

—Yo también.—dije y me recliné en el sofá.—Me pongo de pie y mis pies se caerán.

Draco se río un poco más y se puso de pie.—Vamos.—me tendió la mano buena.

Lo tomé y con poco esfuerzo, me levantó sobre mis doloridos pies.

—Draco.—me quejé y dejé caer mis hombros hacia adelante.—¿Por qué insistes en torturarme?.

—Usa magia.—se encogió de hombros.—Tienes una varita.

—Usas magia.—argumenté.—Tienes una varita.

Puso los ojos en blanco y se dio la vuelta.—Tienes mucha suerte de que tenga dos hijos contigo.

—Tu es el afortunado aquí, señor.—Me reí y caminé con él hacia la cocina.—Se necesitan dos para el tango.

—¿Sabes de qué también tienes suerte?.—Preguntó mientras me subía al mostrador y lo veía caminar alrededor de la isla para mirarme.

—¿Y que sería eso?.—Pregunté mientras tomaba una sola uva del frutero a mi lado y me la metía en la boca.

Draco se dio la vuelta y se interpuso entre mis piernas abiertas. Tragué la uva en mi boca mientras él me miraba, moviendo su mano libre de yeso por mi muslo lentamente.

Coloqué mis manos a ambos lados de mi cuerpo en el banco y lo miré a los ojos. Incluso arriba del mostrador, Draco se las arregló para tener la misma altura, un poco más alto si tuviera que mantener la cabeza erguida.

—Que mis muñecas se torcieron.—susurró y enganchó sus dedos debajo de la cintura de mis pantalones médicos.

—¿Por qué eso?.—pregunté en voz baja. Cada momento de confianza y respeto propio siempre parecía huir en momentos como este, dejándome vulnerable y completamente por debajo de cada una de sus órdenes.

BEHIND CLOSED DOORS 3 | DRACO MALFOY ✓Where stories live. Discover now