24.Todo por el apellido

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Samirah

El lunes por la mañana soy la primera y única en recorrer los pasillos de la universidad.  La tendencia a llegar cinco minutos antes a todos lados a veces puede jugarme en contra. Llevo un vestido veraniego con vuelo y el pelo en una trenza larga, creo que pronto deberia cortarme las puntas.

El aula trescientos veintidos está vacía, decido sentarme por primera vez al fondo, haber salido el fin de semana dejó secuelas, como las grandes ojeras que cargo debajo de los ojos, si mi madre me viera le agarraria un ataque.

Llego hasta el final, tomó asiento y comienzo a sacar mis apuntes para tenerlo todo listo a la hora de que el profesor llegue a clase. Un ruido en la puerta siendo abierta me pone alerta, casi nadie llega tan temprano. Una melena oscura se asoma y se adentra al verme.

Oh mierda

Aquí vamos de nuevo

Viste unos jeans negros, camisa blanca entreabierta dejando ver su pecho musculoso tatuado, su mirada no transmite nada como siempre, la cara de culo intacta y nada nuevo, pero me pone nerviosa el hecho de que se este dirigiendo hacia aquí con tanta seguridad. Su mirada me recorre y siento como si pudiera ver a través de mi ropa aunque ya me conoce de esa forma, me sigo avergonzando.

La tensión y aura cargada de problemas que siempre emana se toma el ambiente cuando se sienta a mi lado, me hago la tonta mirando hacia el frente, por el contrario, el silencio tenso no ayuda. Los recuerdos del sábado en el club Purgatorio vienen a mi mente recordando como lo tente y jugué con su paciencia dejándolo duro y solo.

Punto para mi

Tiemblo interna y externamente cuando se inclina hacia mi y respira en mi cuello. Huele rico, a la colonia masculina que suele usar y cigarros mentolados.

-Ya te había advertido que no juegues con fuego si temes quemarte, Samirah-acaricia las palabras en mi oído y un escalofrío me recorre sin poder disimularlo.

El corazón me va a mil por hora, me siento indefensa y acorralada. Su mano grande a comparación a la mía, se apoya en mi pecho y acaricia mi piel hasta cerrarse en la base de mi cuello, no lastima ni me impide respirar, solo ejerce una leve presión que por algún motivo me hace cruzar las piernas.

Me tiene mal, me tiene enferma como para que reaccione de esta manera.

De un tirón gira mi rostro para que lo vea y ahí están esos ojos que me persiguen hasta en sueños.

Sus facciones duras no me dejan saber que piensa, más su mirada está incendiada como cada vez que estamos cerca y nos dejamos llevar. No puedo dejar de verlo y ni él a mi, algo me llena el pecho, nadie nunca me miro con tanta atención y detenimiento como si estuviese viendo algo que le gusta mucho.

Me gusta sentirme deseada y querida.

Detengo mis pensamientos deprimentes cuando acerca su rostro al mío y respira mi aliento.

-¿Qué hiciste con el idiota?-pregunta sin dejar de verme y sostenerme del cuello.

Frunzo el ceño sin entender.

-Carter Fox, no te hagas la desentendida-dejo de respirar y vuelve a hablarme cerca- Sé una niña buena y responde, carajo.

No doy para nada, la cercanía, su olor, sus ojos, estoy hipnotizada.

-No soy una niña ni tengo por qué ser obediente para ti, maldito salvaje.

Enarca una ceja.

-Y yo no soy ningún salvaje, mojigata.

INOCENTE TENTACION [01]Where stories live. Discover now