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El corazón de San latía en su garganta cuando sus pies se colocaron en esa entrada de nuevo.

Sus manos temblorosas buscaron la llave entre las demás, sintió el peso y la suavidad del tacto de Beomgyu y Soobin en sus hombros y suspiró aliviado al no estar haciendo esto solo. Podría haber traído a Wooyoung, sí... pero él tenía que hacer esto, decirle adiós a esta casa, a esos recuerdos... decirle adiós a Felix.

— ¿Estás seguro grandulón? —Soobin golpeó sus caderas con cuidado.— Nosotros podemos encargarnos de que todo quede nítido... y luego hacer los trámites para la venta.

— Por supuesto. —Beomgyu concordó.— Somos tus amigos, tus caballeros... tus compadres amigo, tenemos todo bajo control.

San sonrió, en realidad tenía buenos amigos, estaba agradecido con ellos por apoyarlos a pesar de todo. Pero tenía que hacerlo él.

— Estoy bien, solo... algo nervioso. —murmuró, colocando la llave con cuidado.— Papá dice que ordenó un poco después de que me fui, pero no he entrado aquí en años...

La puerta se abrió despacio, el pasillo le dio la bienvenida y las pequeñas partículas de polvo empezaron a flotar en el aire de una casa abandonada. Comenzó a caminar con cuidado, no se molestó en quitarse los zapatos en la entrada, sus manos pasaron por la pequeña mesa a su lado.

— ¿A qué hora vendrán a limpiar? —preguntó San, su mirada perdida en la que una vez fue su casa.

— A las nueve. —Beomgyu murmuró, cerca de San por si el mayor tambaleaba un momento en busca de apoyo.— En una media hora...

— Entiendo...

Las cortinas seguían puestas, unos pedazos de tela horribles, tan coloridas que Felix había amado y San había aceptado colocar porque lo amaba. Sus sofás intactos, el corral a un lado de ellos donde sus gemelos estuvieron recostados un tiempo mientras sus padres se entretenían con algo.

Su garganta se secó y su respiración se aceleró, indicándole que iba a llorar, pero la voz de Wooyoung apareció en su mente, la dulce voz de su prometido diciéndole que lo amaba, eso y el apretón en su brazo de parte de sus amigos fueron su fuerza para continuar caminando por la estancia.

Las fotos colgadas de su boda ya no estaban, gracias a Dios, porque de lo contrario sí se hubiera soltado a llorar, seguramente su padre los había quitado, aunque las que sí estaban eran las fotos de bebé de Yeosang y Hongjoong, San las tomó en sus manos y las acercó a su pecho. Las llevaría con él.

— ¿Qué vamos a hacer con los muebles? —Soobin susurró, evitando alterar a su amigo.

— La casa se vende amueblada... —San sonrió suavemente.— No los necesito.

Ya no.

Pensó que los necesitaba hace cuatro años, cuando sin dudar tomó algo de ropa, cosas de sus bebés y se fue a un apartamento aceptable, lejos de esa casa que lo hizo sufrir tanto. Cuando se fue, dejando todo atrás, alejándose de sus padres, empezando su vida sin nada y sin nadie...

Pero ¿ahora? él tenía todo y más, tenía a sus padres siendo su apoyo, a sus bebés, grandes y fuertes... tenía una suegra que era demasiado alocada pero dulce, igual que su hijo. Ahora tenía a Wooyoung, alguien que lo amó a pesar de que era un amargado de porquería y que lo sanó incluso sin darse cuenta... que apareció para llenar de alegría la vida de sus hijos, ahora tenía a Seonghwa... su hijastro, bah, su hijo. Su hijo mayor, lleno de ternura y cariño, un pequeño tan especial y auténtico... que San mataría al primero que pensara en lastimarlo.

Daddy - SanWoo (Adaptación)Where stories live. Discover now