Capitulo 22: Cena de adultos.

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MARATON

Capitulo 22: Cena de adultos.

Hades miró la pantalla de celular por un momento y entonces lo apagó, me volvió a entregar y yo lo tomé guardándolo en mi bolsillo.

Bueno, esa había sido una solución rápida y eficaz que no se me había ocurrido.

—¿Cómo fue tu gira por Europa? —pregunté para cambiar el tema a algo más interesante.

—Fue muy buena. —admitió.

No le pregunté mas nada porque pensé que no quería seguir hablando del tema pero para mi sorpresa, él continuó diciendo:

—Me encontré a un viejo amigo —estiró ligeramente sus labios en una sonrisa—, es mi amigo más cercano.

Ah, entonces esto de no hablar para que la otra persona hablara sí funcionaba.

—No sabía que tenías amigos —dije, al ver que eso sonó terrible, agregué rápidamente:— es decir, amigos cercanos.

«Ay por Dios, callate Nube».

Pero era la verdad, no sabía que Hades tenía amigos con los que él pasara el rato, nunca me los presentó.

—Está en el país —dijo Hades—, en algún momento lo conocerás.

Oh bueno, conocer a un amigo de Hades me emocionaba muchísimo porque me hacía sentir que yo era bastante importante para él.

Me gustaba esta fase de él más abierto conmigo.

—Vale —dije con una sonrisa—, ¿que más hiciste?

Hades parecía estar tan animado como yo a hablar y es que hasta ahora me daba cuenta que desde que volvió no habíamos hablado tanto, lo de ayer más bien fue un desenfreno de pasión, hoy nos estábamos reencontrando.

Terminamos de comer y los mesoneros se llevaron los platos trayéndonos un postre, pero realmente yo ya estaba satisfecha cuando me tomé el resto del agua, tampoco me gustaba quedar exageradamente llena.

—Promocioné el nuevo libro —dijo Hades—, y ha tenido buena aceptación en Europa y en latinoamerica.

Que Hades me hablara de sus cosas desactivaba en mi un nuevo nivel de completa admiración hacia él.

—Es una novela, tengo entendido ¿no? —dije echándome hacia atrás en el asiento y acomodando un poco mi camisa al ver que se me había desacomodado un poco el escote, cuando lo volví a mirar, Hades veía el escote de mi camisa, sus ojos oscurecidos cuando volvieron a mirar mi rostro.

«Santas vacas».

Era fan de su mirada cuando me miraba con deseo, porque él era capaz de encender mi cuerpo y tenerme de rodillas con ese simple gesto.

—Sí. —dijo Hades echando su silla un poco hacia atrás y agregó:— Ven.

No era necesario que me lo dijera dos veces.

Me levanté de mi asiento y fui hacia él para sentarme en sus piernas, su cercanía me daba calor, antes las distintas luces parecía mucho más atrayente, tenía una mano en mi espalda baja, otra en mi pierna y con eso ya sentía que se me estaba quemando la piel, su mirada fija en la mía a la corta distancia.

—¿De qué trata la novela? —pregunté en un susurró.

Sus dedos comenzaron a acariciar mi espalda sobre la tela de mi camisa erizando mi piel.

—De una muchacha de facciones delicadas —comenzó a decir Hades sus ojos paseando alrededor de mi rostro—, labios en una perfecta forma simétrica con una sonrisa muy dulce, pero que en otro contexto, se vuelve una sonrisa sensual, ojo muy amplios con una mirada vivaz y el gris de sus iris, como si fuera el humo que botara el incendio de mi corazón que late por ella.

¿Ojos grises?

Se inclinó hacia adelante y yo dejé de respirar cuando continuó diciendo:

—Piel delicada y cuerpo tan sensual que es capaz de ponerme de rodillas si solo lo pidiera y ella apenas parece notar que tiene mi mundo a sus pies.

Tragué pesadamente saliva porque sentía que sus ojos estaban entrando a mi alma y sus palabras tatuaban mi corazón.

Me había quedado muda.

Él estiró sus labios en una ligera sonrisa para continuar diciendo en un susurro:

—A ella la representa el fuego —de repente los hologramas alrededor cambiaron a llamas de distintos colores completamente hermosas y llamativas—, porque es impaciente como para esperar que algo ocurra; ella hace que ocurra, atrevida porque no espera que le des permiso de hacer tu mundo arder, impulsiva porque no se controla cuando consume todo a su paso, y valiente porque nada puede detener su impulso arriesgado...

Se inclinó de modo que sus labios besaron la piel de mi hombro, sentí que todo mi cuerpo reaccionó a su tacto en cuestión de segundos, tuve que apretar las piernas.

—Pero... tan frágil —continuó— que cuando le susurras gotas de amor al oído, es capaz de reducir su incendio caótico a tan solo una cálida fogata.

Sentía que se me había olvidado como hablar, mi corazón latiendo frenético.

—No sé si me lo dices a mí o si me estás contando el libro. —susurré con una ligera sonrisa nerviosa.

Hades me miró fijamente cuando respondió:

—El libro trata de ti, Nube. Así que supongo que te estoy contando el libro.

¿Qué?

¿El libro trataba de mí?

Sentía que iba a desmayarme.

—¿La novela trata de mí? —repetí incrédula, ¿que habría escrito acerca de mí? Además de estas cosas hermosas que estaba diciéndome, tenía mucha curiosidad por saber el resto de la novela.

Él me sonrió como única de respuesta, esa sonrisa que tanto extrañé y era definitivamente mi favorita. Alcé una mano acariciando un costado de su rostro y murmuré:

—Sabes que he estado pensando que tu me llamas conejita, yo aun no sabía como llamarte, pero ahora...

—¿Qué se te ocurrió? —dijo Hades algo entretenido, sus dedos en mi espalda acariciándome me hicieron apretar aun más las piernas, no sabía si él era consciente o no de que me estaba calentando con ese simple gesto.

Creo que sí él era muy consiente de eso.

Dos podía jugar este juego.

Me incliné a su oído y susurré:

—Llamarte Helado.

—¿Helado? —repitió, descendí mi boca besando su cuello, y lo sentí tensarse un poco, podía sentir su cremallera debajo de mí comenzar a endurecerse.

—Ya sabes —susurré nuevamente a su oído—, es que eres muy rico y me encanta cuando me lo meto a la boca.

Mordí el lóbulo de su oreja y él aferró sus dedos a mis caderas, pude sentir su cremallera arder de lo caliente que se tornó, pero yo no me quedaba atrás, yo ya estaba derritiéndome del fuego que brotaba por todo mi cuerpo.

—Conejita —susurró Hades—, te gusta jugar con fuego.

Me acomodé sobre él de modo que coloqué una pierna a cada lado de sus caderas y pegué mi pecho al suyo con una ligera sonrisa para decir:

—Podemos incendiarnos juntos.

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Profundamente Tuya (#2) {Completa} (Próximamente En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora