Capitulo Trece

1.7K 101 4
                                    

Estar sentada junto a Samuel era placentero pero a la vez intimidante. En la hora que he estado a su lado no ha detenido su verborrea intentando hacerme reír con sus imitaciones fallidas sobre algunos personajes famosos o con sus historias haciéndome sentir más cómoda. Saque provecho de aquello, no voy a negarlo. Me entere que Quinn fue la hija de Russel Fabray que, en el pasado, fue presidente de una empresa de inversión dejando su incrementado capital tras varios fraudes. Quinn solo era una niña cuando su padre decidió quitarse la vida tras ser descubierto por su esposa con otra mujer y las consecuencias que acarreaba el ser un estafador.

Pobre Quinn. Un escalofrió recorrió mi espina dorsal de tan solo imaginármela a esa edad, con sus pequeños ojos verdes, su delicado pelo rubio, llena de dolor, tristeza, confusión y miedo, o eso imagino. Después de todo no tenemos pasados tan distintos. La muerte de su padre como la internación de su madre debió ser un duro golpe para ella. Tal vez, de ahí derive su duro temperamento.

Su madre aun sigue internada en una clínica de salud mental, y es un detalle que valoro de Samuel. Sabe que si Quinn se entera que sé ese tipo de información él no tiene escapatoria de su furia. El estado civil de Quinn me shockeo, aun no lograba procesar su pasado cuando inconscientemente Samuel dejo escapar que era casada.

- Rachel - su voz me saca de mi mutismo. Se aproxima con una sonrisa despampanante, toma una de mis manos dejando un beso en ella. Mi respiración se entrecorta rápidamente. Con un gesto despoja a Samuel de su asiento y se sienta a mi lado.

- Hola - me remuevo inquieta por el hecho de que ella aun sostiene mi mano.

- ¿Qué tal el partido?

- ¿La verdad?

- Siempre - me responde segura

- No lo se. No le he prestado mucha atención.

- ¿Qué has estado mirando en mi ausencia?

Fija sus ojos en los caballos que corren como locos siendo guiados por sus dueños. Me ha dicho que nunca le mienta, pero no puedo revelar el hecho de mi desinterés por el polo. No puedo admitir que he estado pensando en ella y en las ganas de tenerla cerca nuevamente. Disfrutaba de su presencia mas allá de que la mitad del tiempo la hiciera rabiar o su carácter me pareciese muy tosco, pero más disfrutaba aquel momento donde ella tomaba mi mano y con su pulgar dejaba una caricia sobre el dorso. Quería saber sobre ella, su intimidad, como se sentía despertar y dormir con ella, quería saber sus gustos, sus miedos, quería estar en sus sueños y ser quien calmase sus pesadillas. Quería colarme bajo su piel y ser el perfume que llevase en su cuerpo durante todo el día volviéndola loca. ¿Casada? ¿Con quién?

- Nada en particular. - Logro decir - El hecho de usar animales para algo así no es de mi agrado.

- Del mío tampoco. Pero lo recaudado será destinado para un bien fin y eso es lo que me interesa.

Detengo mi mente en lo que acaba de decir. Fabray, dinero, fraude. ¿Sera Quinn igual a su padre? ¿A qué se dedica con exactitud? Una vez más siento su calor en mi mano, esta vez acompañado por su sonrisa.

- Daria hasta lo que no tengo por solo un trozo de tu pensamiento - Oh, no. No creo que te agrade meterte en mi cabeza, Fabray.

El día pasó sin inconvenientes. Quinn no se aparto de mi lado y depositó toda su atención en mí. La tarde comenzó a caer lentamente cuando decidí que ya no había más por ver y era hora de marcharnos a casa, pero con su perspicacia logró convencerme para que me quedara al cierre del evento, en la fiesta que se presentaba en la noche dentro de la enorme casa.

Por supuesto que puse como excusa el hecho de no tener que ponerme, sumándole mi cansancio, pero ella lo tenía todo bajo control dejándome en claro que había una habitación donde podía recostarme a descansar y asearme sin preocupaciones.

THE BLACKLISTWhere stories live. Discover now