Capitulo Quince

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Nunca había experimentado en carne propia la sensación de sentirme mojada y caliente, a la vez de estar furiosa e histérica.

Luego de dejarle en claro que no quería volver a verla, di un portazo de película en la sala quedando expuesta frente a los ojos ajenos a mí que se posaban averiguando a que venía todo aquel lio. Como era de esperarse, Santana intentó acercarse, y digo intentó porque no le di tiempo a que lo hiciera, o mejor dicho no le dieron tiempo teniendo en cuenta que sentí como mis pies se elevaban del piso. ¿Quién más? Los ojos de los clientes se abrieron como platos y en mi visión solo pude tener a Santana con la boca abierta y la llegada de Julia por donde había salido yo minutos antes. Su cara, oh dios, su cara parecía haber sido poseída por el mismo diablo. Había descubierto quien le había robado sus doradas horas de sexo con su cliente predilecta, y no era más que yo, la nueva.

- ¿Qué haces? - chille teniendo frente a mis ojos sus talones y parte del piso. Mi abdomen descansaba en su hombro derecho y podía sentir perfectamente como colocaba su mano derecha en mí trasero, apretándolo de más, asegurándose mi estabilidad.

- ¡Bájame!

- Cállate. - avanzó por el medio de la gente dejándome en vergüenza frente a todos los clientes. - Samuel, vamos.

Estaba aturdida de tan solo oír los murmullos que nos rodeaban. Mi cuerpo comenzó a moverse al compas de los escalones que bajaba. No se atrevería a pasar por el piso de abajo. No lo haría.

- Quinn... no te atrevas.

Aplausos. Aplausos y gritos de jóvenes festejando el hecho de que Quinn me llevase sobre su hombro. Era el peor papelón de mi vida. No se lo perdonaría en mi vida.

Se detuvo unos segundos en la puerta, junto al gorila numero uno.

- Steven. - Vaya, ahora podemos ponerle nombre al irrespetuoso que me cerró la puerta en la cara.

- Señorita Fabray. - Intentó descubrir a quien cargaba y yo le facilite las cosas levantando mi cabeza para gruñirle - Señorita Berry. - ¡Ja! ¿Ahora era educado? Maldito gorila.

- Es bueno que tengas en claro quién es. No volverás a permitirle el acceso al bar. - Sentenció. Yo me removí furiosa por aquello.

- Es un hecho, señorita.

- Tu culo está en juego. La veo aquí y tú te marchas ¿Has entendido?

- Si.

- Si ¿Qué?

- Si, señorita Fabray.

Abrí mi boca por su temperamento, mis bragas se mojaron un tanto más. Comenzó avanzar y el frio choco contra mi trasero que, con los movimientos de su cuerpo, provocaban que se me levantara de mas. Silbidos de jóvenes que esperaban la fila, fue lo siguiente que escucharon mis oídos y Quinn instintivamente lo tapo con su brazo.

- ¡Mierda, Rachel! - sonreí por aquello pero sin olvidarme del gorila en la puerta enfoque mi vista en él y le hice la trillada amenaza de apuntar mis ojos y luego apuntarlo a él. Era un hecho, estaba dentro de mi lista negra.

Estaba en problemas. Claramente, la cara de Quinn no era exactamente la que tiene un ángel, sino todo lo contrario.

- Mira... - tenía todas las intensiones de hablar pero ella me interrumpió.

- Cállate. - dijo molesta acomodando su pelo rebelde. Movía su mandíbula a una velocidad impresionante, como cuando una persona está nerviosa o molesta. En esos momentos temí. Después de todo no conozco en absoluto a Quinn, no sabía con que podía salirse o cómo reaccionar aquello. No debo olvidar como ha tratado a su hermano luego de lo que paso entre nosotros. Estaba actuando de la misma forma. Retorcía sus manos dejando los nudillos blancos, para luego pasársela incontable veces por el pelo y morderse el labio hasta casi sangrar.

THE BLACKLISTWhere stories live. Discover now