A la defensiva

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Arista

Estaba peinando mis alas con aire distraído. Max estaba de nuevo en territorio humano, trabajando, aunque sabía que no tardaría en llegar y yo no podía dejar de pensar en el contrato. ¿Cómo se supone que cambiaríamos un sistema que teníamos desde hacía tantos años?

Familiarizarnos con la toma de sangre fue relativamente fácil, pero el resto era demasiado imposible.

***

- Max, Max, Max, Max, Max...- Toqué su mejilla repetidas veces, molestandolo. Estaba encima de él desde antes de que se pusiera el sol, porque tenía muchas ganas de que me preparara un café.

Max tomó mi muñeca pero no abrió sus ojos. Me acerqué aún más.

- Max, Max...- Insistí y sus pestañas se elevaron, él levantó su cuerpo para llamarme la atención pero su rostro quedó demasiado cerca del mío y nuestros ojos se conectaron. Me quedé paralizada.

"Deben de tener un hijo..."

Mis mejillas se tiñeron de rojo y entré en pánico levantándome, me alejé varios pasos y miré mis manos como si fueran un nuevo descubrimiento.

- Y-yo.- Me aclaré la garganta.- Buenos días.

- Buenos días.- Contestó Max con voz tranquila y poniéndose de pie se acomodó el cabello. - Quieres café, ¿No? - Pasó a mi lado sin más y salió. Me mordí el labio, estaba sobre pensándolo demasiado estos días y ahora todas nuestras interacciones diarias me ponían nerviosa y a la defensiva, pero Max... parecía pretender que ese contrato ni siquiera existía.

Sacudí la cabeza y salí detrás de él. Me senté en la barra alta y lo observé preparando mi café. Max dejó la taza frente a mi una vez estuvo lista y comenzó a hacer el suyo propio, abracé el material ahora caliente y miré el contenido por un momento sin saber que decir hasta que se me ocurrió iniciar con una banalidad.

- ¿Irás a territorio humano? - Pregunté.

-Si.- Verificó la hora en su teléfono celular.- Saldré en tres horas.

Asentí distraída y tomé un trago a mi bebida. No sabía qué más decir, no podía dejar de pensar en ese momento y la vergüenza que me embargaba al haberme sentido tan nerviosa, no debería de sentirme así, esa idea me hacía entrar en conflicto, pero no podía dejar de pensar que el tiempo pasaba y simplemente no podíamos cambiar algo que había estado fijo durante tanto tiempo.

Mis nervios estaban a flote y mi mente demasiado dispersa que no noté que Max había rodeado la barra y estaba a mi lado hasta que sentí su mano en mi hombro. Salté del susto y derramé una pequeña porción de café, me giré a verlo con expresión culpable y lo vi alejarse de nuevo para limpiar el desastre que había hecho. Me acerqué y le quité la tela para limpiar.

- Lo siento.- Me disculpé.

Max me giró y me hizo verlo.

- ¿Por qué estás tan nerviosa? - Preguntó.- No voy a atacarte para cumplir el contrato.

Yo negué con la cabeza.

- Yo lo sé, pero no sé cómo se supone que vamos a... a... ya sabes.- Desvié la mirada y Max me atrajo hacía él, me relajé sintiendo sus brazos rodearme.

- No lo forcemos.- Dijo.- Sólo relájate un poco.

Me escondí en él, no queriendo que se diera cuenta que de igual manera me daba una ansiedad terrible saber cómo sería el cambio.

***

- Parece que te condenaron a muerte.- Me giré sorprendida encontrándome a Aryan a unos metros de mí, se acercó vestido con informalidad y se sentó a mi lado.

Nuestro legadoWhere stories live. Discover now