Recuerdos

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Caliope

La punta de mi espada terminó en la tierra y el filo de la daga de Morgana estaba en mi cuello, ella se burló cuando le mostré mis colmillos.

- ¿Qué sucede, su majestad? ¿Ya no tiene fuerza? -Dijo empujando el filo hasta que sentí mi sangre correr por mi piel.

Odiaba a las brujas, con sus trampas y sus juegos sucios. Morgana y su maldito aquelarre estaban en mi territorio, matando y esclavizando a los niños. Vine a terminar con este maldito juego después de que me mandara de regreso la cabeza de mis tropas para erradicarla. La reté a un duelo justo para permitirle morir honorablemente, pero fue un grave error, ella hizo trampa.

El pentagrama debajo de mí me hacía sentir que el dolor me mataría en cualquier momento, como si mis órganos se estuvieran consumiendo por sí mismos.

Miré a mis oficiales, capturadas a unos metros de mí.

- Déjalas ir, si vas a matarme hazlo de una vez, pero deja ir a mi gente.- Le dije con los dientes apretados.

Ella sonrió.

- Tu reputación te precede reina tirana. Nadie se sorprendería si acabas con ellas tú misma, ¿No? - Escribió algo más en el hechizo a mi alrededor y el miedo sacudió mi cuerpo.

- ¡NO LO HAGAS! - Puse una mano en ella.- No, por favor... matame a mi, matame.

- Es muy refrescante escuchar a una reina suplicar por su propia muerte, pero no es divertido.- Extendió frente a mí su energía roja.- Matálas, reina y luego termina con tu vida.

Se alejó dandome el arma que momentos antes había sujetado contra mi garganta. Mi cuerpo actuó por sí mismo aunque hacía todo lo posible para detenerme, un paso detrás de otro para perderlas. Sacudí la cabeza, las lágrimas corrieron por mis mejillas.

- Fue un honor, su majestad. No la dejaré cargar con mi muerte.- Miri sonrió antes de morder el veneno que guardaba cuidadosamente en su boca.

- Su majestad.- Nesta, Liria y Amy inclinaron la cabeza antes de hacer lo mismo.

Ninguna quedó viva. La daga cayó de mis manos y yo de rodillas, el dolor era insoportable.

- Mmm, eso no me lo esperaba.- Morgana tomó su arma del suelo.- Creo que mi hechizo ahora no tiene tanto peso... eso es todo. Nos vamos.

- Pero, la reina...- Una bruja dijo.

- Déjala, no es rival para mí.- Sus pasos se alejaron, pero no importó. Yo observaba los cuerpos de ellas en el suelo.- Además, necesito que alguien tome responsabilidad por esto.

- Tenemos a una superviviente, ¿Qué hacemos con ella? - Preguntó otra bruja.

- Déjala ir, pero modifica sus recuerdos sobre todo esto, solo hay una culpable aquí: la reina. Habrá una historia muy interesante sobre como la reina masacró a su propio pueblo, ah, pero que cuente como sus propias soldados trataron de detenerla. La gente ama a las heroínas trágicas.

No había hecho nada.

No importaba cuantas veces me esforzara, al final la corrupción del mundo siempre ganaba. La muerte se elevaba sobre la vida, la oscuridad ensuciaba la luz. Me esforzaba, peleaba y me levantaba en contra de todo lo que estaba mal, protegía a mi pueblo y a cambio solo perdía todo lo que alguna vez quise.

Las historias siempre eran contadas por el ganador.

La lluvia y la nieve se entremezclaban haciéndose presentes por mi estado mental en deterioro, no despegué mis ojos de los suyos sin vida hasta que un par de orbes esmeralda se interpusieron en mi camino.

Nuestro legadoWhere stories live. Discover now