Epílogo

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Arista

Esta vez, ¿Dónde demonios estaba Aryan Markovic?

Seguí caminando con prisa por los pasillos de la academia, ignorando las miradas de los estudiantes y me di un recorrido completo por diferentes niveles y áreas de entrenamiento, laboratorios y estudios de música, con cada lugar por el que pasaba sin encontrarlo mi furia con él aumentaba.

Hoy llegaría la nueva generación de estudiantes de primer año, ¿Cómo se atrevía a desaparecer cuando le dije que cortaría esa horrible barba y lo pondría medianamente presentable?

Mi último lugar a considerar fue la plaza principal, pero la había evitado porque normalmente el demonio evitaba ser visto. Sin embargo, al caminar por el quiosco y las fuentes solo para hacer el descarte encontré una maraña de cabello rubio perteneciente al demonio descansando sobre una de las bancas.

Me detuve al no verlo solo.

Había una hada de cabello verde menta que lo picaba con un palo en el estómago.

- Oye.- Le decía.- ¿Estás vivo?

Aryan gruñó y tomó el palo arrebatándolo de la joven hada.

- No soy un animal.- Le dijo incorporándose.

- Pensé que estaba muerto, señor.- La mejillas de ella se tiñeron de rosa, avergonzada.- No es bueno dormir en un lugar así, ¿No tiene casa? - Sacudió la cabeza y luego se golpeó sola en la frente.- Claro que no, es un vagabundo. ¿Cómo va a tener casa? - Se susurró a sí misma, pero incluso yo pude escucharla. Ahogué la risa mientras ella extendía un pedazo de pan hacía él.- Tome, no es mucho pero creo que va a ayudar con el hambre.

Aryan frunció el ceño pero tomó el pan aturdido entre el alcohol y ser llamado vagabundo. Me cubrí los labios pero mis hombros se sacudieron por la risa que se me estaba escapando.

- ¡Bella! ¿Dónde estás? - Se escuchó una voz masculina que me sonó familiar llamarla y ella giró la cabeza hacía la voz.

-¡Ya voy! - Gritó ella antes de volver su atención hacía Aryan.- Me tengo que ir. Adiós, señor.- Ella se marchó sacudiendo su mano al despedirse.

Me acerqué cuando ella desapareció y vi la ropa arrugada de Aryan, manchada de la suciedad que había estado en la banca y sabrá que más. Además de la barba larga y descuidaba que le escondía las facciones y el cabello sin cortar con nudos por todas partes, fruncía el ceño pero se comió el pan en silencio.

- Vamos, vagabundo.- Lo tomé del brazo y me lo llevé por los pasillos menos transitados de la academia hasta su habitación, directo a su baño y prendí la regadera con agua helada y lo metí dentro.

Aryan apenas en ese momento reaccionó por el frío parpadeando y llevando su cabello largo hacía atrás para despejar su rostro.

- Báñate.- Le ordené colocando el jabón en su mano y me fui a preparar su ropa, al terminar de arreglar los colores de su traje, los gemelos y demás artículos para su presentación, tomé una navaja y crema para afeitar antes de dirigirme al baño y encontrarlo sentado en la orilla de la bañera con el cabello destilando sobre su cuerpo pero al menos con la decencia de colocarse una toalla en la cintura, tomé otra toalla seca y la pasé por su cabello. Aryan no se movió y me dejó desenredar los nudos, secarlo y peinarlo en bonitas trenzas al estilo de las hadas, después de terminar me pasé a eliminar esa horrible barba y sonreí satisfecha al ver su rostro limpio y su atractivo de nuevo a la vista.

Tomé sus mejillas.

- Así está mejor.- Le dije.- Eres muy guapo, Aryan.

Él desvió la mirada y no respondió. Suspiré y lo tomé de la mano para llevarlo a la habitación, le fui pasando las prendas de su ropa como acostumbraba, él se vistió y yo al final arreglé los detalles y ajusté su corbata.

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