La confesión de Maxwell

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Arista

Yaria y Leonel nos explicaron el procedimiento antes de dejarnos solos en la habitación.

Verter mi sangre en un tazón y dibujar las marcas de vinculación en la piel de Max, pensar en mis sentimientos por él y en los mejores momentos solo lo hace más fuerte. Después de ello nos llevarían a concretar la ceremonia en un lugar con agua tratada con su propio vínculo, si las marcas se fijaban estaríamos oficialmente casados y si no, sería un fracaso. Así que estaba muy nerviosa porque se borraran.

Maxwell estaba sentado frente a mí y miraba su tazón con la daga, no tenía idea de que era lo que estaba pensando. Tomé el filo de la mía y lo puse en mi muñeca, soporté el dolor del corte dejando caer mi sangre, cuando el tazón estuvo lleno me cubrí la muñeca e hice presión. Levanté la mirada y vi los ojos de Max sobre mi.

- ¿Todo bien? - Pregunté y él sacudió la cabeza.

- Estuve pensando en esto y si era buena idea decirlo o no... pero tengo algo que confesar.- Dijo acercándose a mí y colocando lejos de mi el tazón.- Eliminé los recuerdos de mi mente deliberadamente cuando era Lucius para no pensar en ello.- Tomó mi mano colocándose encima de mí y besándome antes de mostrarme su recuerdo.

***

Maxwell

Levanté la cabeza sobre los papeles al percibir el aroma de Caliope y ella efectivamente estaba en la puerta aferrándose a una manta, sus pies estaban descalzos y pálidos sobre el suelo. La muerte de Malek seguía siendo muy reciente y para mi fue un alivio verla fuera de la cama, aunque al mismo tiempo preocupante por la fragilidad que ahora demostraba.

Caliope ya no podía soportar más la carga y yo me sentía desesperado por liberarla. Quería darle la felicidad que siempre ha merecido.

Me puse de pie y la levanté al llegar a ella.

- No puedes ir libremente sin zapatos, Cal.- Le llamé la atención sentándome en el sillón en el que suelo esperar el amanecer. La acomodé de espaldas a la puerta y rodeaba mis caderas con sus piernas. Ella escondió su cabeza en mi cuello inhalando profundamente.

- Tuve una pesadilla.- Dijo con voz ronca contra mi piel.- Soñé que te perdía y me dejabas sola.- Me abrazó con fuerza pegando su cuerpo al mío. - No me dejes Max, no quiero perderte.

- No vas a perderme.- La tranquilicé colocando una mano en su cabello. Su cuerpo temblaba por el miedo y la tristeza, pero continué tranquilizandola hasta que se quedó dormida de nuevo sobre mi cuerpo. Mi más grande miedo era perderla. Si yo llegaba a morir esperaba que ella pudiera continuar, pero yo no pensaba soportarlo.

Inhalé su aroma llenando mis sentidos con su olor y con su cuerpo contra el mío. Mis colmillos dolieron por el deseo de obtener su sangre pero no lo hice, todavía no era mi derecho. Me determiné a llevarla de nuevo a su habitación antes de que ella provocara algo más cuando escuché pasos que podía reconocer fácilmente.

Tomé a Caliope motivado por un repentino momento de posesividad y la besé justo cuando Cayden Enoch Eckhart entraba en su oficina. Él entornó sus ojos en mi dirección y yo lo miré directamente antes de separarme de ella.

- ¿Algo que decir, Eckhart? - Le pregunté.

- Deja de poner tus sucios colmillos en la reina, vampiro.- Gruñó.

- ¿Eso qué escuchó son celos, general? - Me burlé y pegué a Caliope aún más a mi cuerpo, casi se me escapa una maldición cuando el deseo por marcarla con su cuello tan libre hacía mi creció. Cada vez era más difícil refrenar mis instintos.- Es una lástima que solo puedas arrodillarte ante ella.

Nuestro legadoWhere stories live. Discover now