No le diré tu secreto a nadie

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Arista

Después de la conversación con Idara y dejarla con Valyria Arscorth para que se pusieran al día regresé a mi oficina para revisar los nuevos reportes que había dejado Félix en mi escritorio.

El sueño era difícil de manejar pero me impulsé a continuar trabajando para darle todo a Max y ponerlo al corriente de lo que había pasado en los últimos días junto a los detalles entregados por Kasdeya. Al terminar tomé mis propias responsabilidades como reina que había dejado de lado, se me habían acumulado tanto que ya habían formado una pequeña torre. Afortunadamente Carel que normalmente hacía estás funciones para ayudar a su hermana solo había dejado los pendientes a partir de su secuestro.

Despegué la mirada de las letras dos horas después cuando me comenzaron a doler los ojos y escuché pasos acercándose. La puerta se abrió y entró Maxwell, parecía igual de cansado que yo, aún más incluso de lo que solía ser cuando solo se dedicaba a las empresas.

- ¿Ya terminó la reunión con los nobles? - Le pregunté.

- Afortunadamente.- Dijo acercándose y yo me puse de pie tomando lo que había hecho y comencé a hablar.

- Bien, mira esto, aquí coloqué lo más relevante en los últimos treinta años relacionados con las finanzas del reino, entendí una parte pero otra me dejó con una severa duda. Aquí.- Señalé una fecha hacía unos años atrás.- Se inyectó una suma considerablemente grande desde la cuenta de los Dragomir, parecía que habían cruzado por una recesión económica que imagino tuvo que ver cuando la economía entre los humanos se volvió difícil, la fecha concuerda con el tiempo en el que Kasdeya decidió casarse con la familia del duque Kelian Dragomir.

- Es la razón por la que decidió casarse.- Dijo Maxwell.- El matrimonio en la realeza casi siempre ha sido por motivos de conveniencia y poder.

-  Lo sé.- Aunque de alguna manera Max siempre me había dado las ideas y la elección de evitar el matrimonio durante el tiempo que fui Caliope, aún así sabía que llevar la corona significaba precisamente eso. Aiden también lo sabía, por ello se había frenado tanto en sus propios deseos que incluso se había resignado a aceptar lo que las gemelas decidieran en vez de perseguir lo que él quería. Ya había notado que Aiden a pesar de estar cuidando de Lucinda siempre desviaba la mirada buscando a Erica cuando iba y venía, inquieta y curiosa por todo a su alrededor, su preocupación natural por la niña más inquieta después se convirtió en algo más cuando ella creció, si no hubiera sido por Cedrick acorralando a Lucinda, probablemente el final hubiera sido muy diferente, ya que Erica también había renunciado a intentarlo por los sentimientos de su hermana hasta que la ocasión de buscar su propios deseos se presentó frente a ella. Ni siquiera Malek había dudado ante ello cuando tuvo el poder y Maxwell... De repente pensé en algo que antes no se me había ocurrido.- Dime una cosa, si te gustaba Idara, ¿Por qué te casaste con Ivyridiana?

- El poder rompería todo lo que ella era  y no quería ese tipo de vida para ella.- Respondió.- De alguna manera quería protegerla manteniéndola lejos e Ivyridiana era un alma libre pero leal a sus principios. No importaba si yo no podía defenderla, ella no lo esperaba de mí de todas maneras y era lo suficientemente fuerte para defenderse sola o al menos eso creía.- Maxwell bajó sus ojos hacía mi cabello y lo liberó de los objetos que me ayudaban a recogerlo, las hebras rojas cayeron libremente por mis hombros.- Le fallé al no poder protegerla y no puedo perdonarme todavía por ello.

- ¿La querías como a una amiga cercana? - Pregunté curiosa. Maxwell no solía mencionar muy a menudo a Ivyridiana pero no creía que fuera porque no le importara la vampiresa.

- ¿Cómo una amiga? - Max sacudió la cabeza con una repentina sonrisa. Tomó un mechón de mi cabello.- No, la veía como una hermana pequeña muy molesta que siempre tenía demasiado que decir y no dejaba de hacer bromas. A veces tenía la horrible costumbre de andar descalza por el palacio y ser grosera con los ancianos cuando trataban de corregirla, definitivamente era un dolor crónico de cabeza.- Su mirada se oscureció.- Pero ya no está.

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