Problemas con los Petrov

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Arista

El sonido de la espada cortando el aire era música para mis oídos, aumenté la velocidad y corté sucesivamente por tres movimientos, retrocedí, repetí el ejercicio aunque mis músculos protestaran y seguí haciéndolo, usé el hielo con un movimiento combinado saltando y liberando los picos de agua congelada en el suelo antes de extender mis alas alcanzando una mayor temperatura, cortar, lanzar y aterrizar moviendo el césped con una expansión de aire por mis movimientos.

Había visto a Max llegar y había subido a cambiarse para practicar juntos, lo vi regresar momentos después con sus antebrazos al descubierto y su lanza en la mano. Hoy usaba colores claros, me detuve y me coloqué a metros de él antes de hacer una reverencia parecida al saludo de un duelo, yo me había puesto un traje de combate que involucraba una falda con short negro para poder moverme libremente y una blusa negra que debajo llevaba un top.

- ¿No te falta ropa? - Preguntó Max distrayéndose por un segundo con mis piernas. Sonreí y respondí quitándome la blusa mostrando mi top. De nuevo vivíamos solos, así que no me preocupaba en absoluto que apareciera Malek o Kaamisha, Max levantó una ceja.- Cada vez te vuelves más valiente, ¿No es así, amor?

- Es en lo que me has convertido.- Respondí colocándome en posición de ataque.- Pero de todas maneras te haré morder el polvo Lucius Arscorth.

Maxwell sonrió antes de atacar, pasé a la defensiva de inmediato bloqueando su movimiento y después a la ofensiva yendo por su cuello con mi espada, retrocedió un paso alejando su cabeza de mi filo antes de barrer su pierna para tirarme, salté y te di una patada en un costado antes de retroceder, usé hielo para volver el suelo bajo sus pies resbaladizo pero supo moverse fuera del rango antes de mover su arma para golpearme en el muslo, caí solo por una fracción de segundo antes de ponerme de pie. Di varios pasos tratando de rodearlo pero Max no me daba apertura, ya estábamos tan familiarizados con la manera de pelear del otro que no siempre era fácil tomarlo por sorpresa, aparte, su cabeza funcionaba demasiado rápido y preveía mis tramas antes de que comenzara a ponerlas a prueba.

Decidí tratar algo que no había usado desde hacía bastantes años. Retrocedí algunos pasos antes de arremeter contra él, me dejé caer contra la tierra, deslizándome por ella para hacerle creer que pensaba atacar desde abajo derribándolo, pero en el proceso extendí mis alas tomándolo de un tobillo y moví mi cuerpo para pasar del suelo al cielo, me elevé batiendo mis alas con fuerza varias veces sobre bastantes metros por encima de nuestro jardín antes de dejarlo caer y no conforme con el golpe que se dio con violencia me le dejé ir para colocar el filo de mi espada en su cuello y cerrar con el entrenamiento conmigo como ganadora, pero no fui tan rápida porque al entrar en su campo de alcance me arrebató mi arma e intercambió nuestros lugares asegurándome en el suelo y él encima de mi. Max encajó sus colmillos sin aviso alguno en mi cuello, alimentándose. Me agité tratando de continuar con la pelea pero eso solo hizo que la situación fuera aún más comprometedora y él colocara su muslo entre mis piernas, abriéndolas para presionar contra mi, solté un jadeo cuando el dolor pasó a sentirse como excitación. Debía escapar si quería continuar; así que, usé mi ala para golpearlo pero Max bloqueó el ataque, me soltó y se incorporó con un hilo de mi sangre cayendo de la comisura de su labios.

- ¿Quieres usar tus alas? - Preguntó y yo sacudí la cabeza viendo el brillo peligroso en sus ojos.

Maxwell conocía demasiado sobre mi raza y sobre mí. El vampiro llevó su mano hacía mis plumas y las recorrió con la punta de sus dedos en los extremos y luego hacía la zona central que era mucho más sensible al toque, apreté mis piernas alrededor de su muslo sintiendo la necesidad crecer dentro de mi, pero Max no se detuvo, continuó acariciando la zona erógena sobre mis alas con cuidado, de arriba hacía abajo y en círculos sobre el lugar lleno de inervación mientras frotaba su pierna contra mis labios, logrando que mi ropa rozara mi clítoris, Max se inclinó cuando mi mente estaba más nublada y mordió esa zona en mis alas, arqueé mi cuerpo y solté un gemido de sorpresa cuando el clímax me llegó de lleno, mis paredes se contraían pidiéndolo a él mientras el placer se extendía en oleadas por mi cuerpo, volviendome más sensible, me aferré a su ropa y lo traje hacía mi para besarlo, lo acomodé entre mis piernas y me presioné contra él con urgencia. La lengua de Max invadió mi boca rápidamente y presionó provocándome, jugando conmigo, causándome cada vez una mayor necesidad en el vientre bajo.

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