Desilusión

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A la mañana siguiente me desperté temprano, fui por mi teléfono, tenía varios mensajes de Lucas, decidí no abrirlos, llamé a Teo y le pedí que por favor me esperara a la vuelta de la esquina y que por nada del mundo me llamara a gritos desde la entrada.

Salí de mi departamento discretamente sin hacer ruido, miré por todos lados, Lucas no estaba, bajé las escaleras de puntillas, llegué al primer piso y corrí hacia la calle hasta llegar con Teo.

Abrí la puerta del copiloto y subí de inmediato

—Hola, déjame anotar este día, algo maravilloso ha ocurrido, te has levantado temprano —se burló Teo.

—Cierra la boca, es un día horrible —comenté

—¿Estás de mal humor? ¿Seguro eres la Ela real o te han suplantado?

—¿De qué hablas?

—¿Qué es lo que te sucede?

—No quiero hablar del asunto dije y me hundí en el asiento tratando de desparecer. Ya vámonos.

—¿A dónde?

—Al trabajo, o ¿acaso ya renunciaste a tu empleo?

—Yo regreso mañana a mi trabajo, aún estoy libre por el feriado.

—No puede ser, lo olvidé, da igual, no quiero estar en casa, llévame a la pastelería, hay un pedido que tengo que avanzar.

—¿Te estás escondiendo?

—Estoy evitando a alguien —corregí

—¿A quién?

—Que te importa, vámonos ya.

Teo empezó conducir, al llegar al semáforo volvió a preguntar

—¿Ela de quien te escondes?

—Teo no quiero hablar de eso —contesté mortificada

—Estás muy rara, alguien te lastimó

Mis frases eran muy confusas, no podía expresarme correctamente, decía palabras al azar sin sentido.
—Es que ayer, Teo ahora no, que le gusto, solo conduce, quiero huir… mañana, no se si es miedo. Teo no puedo explicarte.

Llegamos a la pastelería, me bajé inmediatamente del auto

—¿Ela seguro te encuentras bien? —gritó Teo bajándose del auto con intención de ir tras de mi.

—Si, estoy bien, no te preocupes —le respondí y entré a la cocina.

—Teo, —grité:

—Dime —constestó él al instante

—¿Podrías venir por mi a la hora de siempre?

—Sí, lo haré

—Gracias —le respondí y volví a entrar.

Dejé mi bolso en el perchero, tomé el mandil, me lavé las manos, me senté frente a mi mesa de trabajo y comencé a llorar.

Eran demasiados sentimientos juntos, ni siquiera comprendía porqué estaba llorando.

¿Estaría Lucas diciendo la verdad? ¿O era solo un juego? No tenía el valor para preguntarle, quizá fue solo una broma, algo que dijo para que me desconcentrara y así no pensar en la caída del juego, pero, si fue eso ¿porqué no lo explicó cuándo bajamos? ¿por qué me evitó en el auto de regreso?... quizás lo explicaba en los mensajes.

Caminé hasta mi bolso y saqué el teléfono; no quería revisar mis mensajes, mis manos temblaban…

Mi teléfono comenzó a sonar y lo dejé caer al suelo, volvió a sonar, era Susan llamando, seguramente Teo le contó de mi extraña actitud

La magia de ElaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora