𝒞uatro

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Un omega. Tan ordinario como cualquier otro omega.

¿Por qué su lobo alfa sigue demandando por él? Si del omega no se ha reflejado lo mismo.

Tantos días, y en ninguna recibió una sonrisa.

Porque es él el desesperado por ser notado? Si del omega parece nacer un desprecio hacia su persona.

La primera vez que Mew lo vio fue la vez que su alfa había tomado comando de todo su cuerpo sin compartir conciencia.

Había regresado de la cafetería sin haber logrado su misión; ver el rostro de aquel ángel sin alas.

La primera misión en la que había fracasado, y como buen perdedor entendió que ese día, después de tres horas esperándolo, era evidente que no lo volvería a ver, no era el momento dijo la Madre Luna y el hijo lo aceptó... pero su alfa, su alfa aulló con dolor cuando salió de aquel cálido establecimiento y hasta que Mew cerró los ojos en la oscuridad de su nido obligándose a dormir e ignorando su lamento cuando la noche se asomó, el alfa lloriqueo por un omega que jamás vio.

A mitad de la oscura madrugada, cuando el frío se hacía más denso y poco acogedor se encontró en su forma lobuna mirando fijamente aquella cafetería, tan fría y poco atractiva en ese instante ¿Por qué ya no era tan interesante aquel recinto? Simple. Estaba vacío, los verdaderos seres que le hacía sentir tanto no estaban allí.

...

Seis semanas han pasado desde que el alfa quedó prendado por tan magnífica criatura. Y está seguro que jamás se cansará de mirarlo.

"Gulf"

Había escuchado su nombre una sola vez y sin haberlo siquiera planeado lo guardo en lo profundo de su mente.

Desde la vez primera no ha dejado de ir a la misma cafetería, y se sienta en el mismo lugar, cerca de la ventana, con el único propósito de ver al omega, la mayoría de las veces aquel pequeño estaba fuera, y regresaba cargando más cosas de los que su delgado cuerpo podía cargar, mientras el beta y el pequeño cachorro atendían a los clientes.

La primera vez que vio su rostro fue un momento un tanto agraciado; tal vez llego hora más tarde de su hora matutina, en vez de dirigirse a su habitual mesa caminó como un lobo hechizado directamente hasta la vitrina, donde el omega acomodaba distraídamente las medialunas recién horneadas, Mew se quedó parado mirándolo casi con devoción, lo tomo por sorpresa porque no era el beta quien estaba atendiendo a los clientes como siempre lo había visto, asique no estaba preparado.

Sin embargo, Gulf no oculto su sorpresa cuando levanto la mirada encontrándose directamente con los oscuros de Mew, sus labios se separaron y sus ojos no ocultaron el brillo de la pureza de su lobo omega mostrándose a Mew, una acción muy primitiva que no se revela fácilmente a menos que sea para el líder de la manada... su alfa.

El dulce sosiego que duro lo mismo que un pestañeo en la que se revelo el dorado de su omega.

Pudo haber durado más esa extraña conexión si no hubiera sido la llegada de Teo pidiendo ayuda con llenar su charolita con azúcar, Gulf había sido el primero en apartar la mirada, acaricio el rostro de su cachorro y le regalo una sonrisa el cual Mew mantuvo la imagen vivida en su mente.

Después como si atendiera a cualquier otro alfa, Gulf ofreció sus servicios y dio por terminado su trato con el alfa, no hubo más miradas, no hubo feromonas que se presentaran y tratara de buscar conexión, solo una voz amable que no pasaba de ser vendedor a cliente, sin embargo Mew seguía parado mirándolo, como si el hecho de apartar la mirada de Gulf lo haría desaparecer, porque lo que veía no se compraba con nada de lo que alguna vez vio y le pareció Hermoso.

Mi omega, mi Dios!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora