Nueve

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Mew no regresó a la cafetería.

Había pasado tres días desde aquella noche.

Gulf no pudo evitar sentirse de cierta forma ansioso por ello. Le gustaba verlo sentado en el mismo lugar, tan callado y a la vez imponiendo presencia. Lo hacía sentir seguro, no lo iba negar, empezaba a calmar a su omega en los días en la que se sentía muy vulnerable después de algún enfrentamiento con algún alfa degenerado.

Siempre fingía no escuchar el rugido bajo que Mew dejaba salir inconscientemente cuando un alfa soltero llegaba a la cafetería y pensaba que podía simplemente tocarlo por no tener en su cuello una marca o el aroma de un alfa. Su enorme estatura y su aspecto tenebroso era suficiente para hacer retroceder a otros alfas. 

Le gustaba a Gulf, y aquello iba completamente en contra de sus convicciones.

Pero Mew era un caso tan especial. Se ganó su aprecio la vez que un alfa viejo intentó regañar a Teo solo por ofrecerle un saquito de azúcar, antes de que él actuara, Mew se había levantado de su lugar y se posicionó justo detrás de su cachorro, murmuró algo muy bajo y profundo, su habla parecía un nacimiento de rugido burbujeando en su pecho, Gulf no pudo interpretar sus palabras, pero después de aquello el hombre simplemente tomó el saco de azúcar y Teo dio un saltito, alegremente dirigiéndose a otra mesa, ignorando completamente lo que pasó. Pero el omega presenció la forma siniestra que el alfa defendió a su cachorro y adoro aquello.

Trago fuertemente tratando de ignorar el nudo en la garganta cuando su pequeño Teo preguntó por él. Ese enorme alfa sin sonrisa en el rostro incluso se había ganado a su pequeño cachorro y ni siquiera le costó un día.

No quería aceptar aquella ansiedad sofocante que sentía de solo pensar que aquel alfa ya no regresará jamás, estaba molesto con su omega por ser tan evidente. Dejo que Mew descubra que tan vacío esta, sus gimoteos le hicieron parecer un omega que se ofrecía e imploraba por un alfa, en consecuencia, aquello alejo a Mew.

Mild lo miró una vez más y sonrió levemente —¿te encuentras bien? —preguntó mirando su hombro donde la tela de su jersey tapaba la herida roja y picante.

Gulf asintió trasmitiendo tranquilidad.

Esa madrugada había despertado por una pesadilla, el alfa que intentó violarlo apareció en sus sueños intentando marcarlo. Despertó sudoroso y corrió al baño vomitando asqueado, el beta lo había seguido muy preocupado, y el omega terminó mostrándole las huellas de los colmillos en el hombro. Mild había quedado horrorizado, entonces entendió que el omega de Gulf se sentía muy sensible después de aquello, ya no reflejaba la fuerza que mantenía inquebrantable.

Mild se quedó abrazándolo fuertemente sentados en el piso de su frío baño esperando que el llanto y los temblores del omega calmaran, eran las veces que odia ser un simple beta, deseaba ser un alfa para hacerle sentir seguro a su inocente amigo, de calmar a su aterrado lobo omega, miró a la oscura habitación desde el umbral de la puerta, Teo dormido solo en su cama mientras su padre se desplomaba en silencio en su baño a mitad de la noche.

Su corazón se oprimió de impotencia, no quería que criaturas tan puras y bellas vivan con tanta vulnerabilidad, no deseaba eso a su amigo y hermano.

—De verdad— repitió con la voz firme —estoy bien Mild, te lo prometo—Gulf lo saco de sus pensamientos— ve primero, hoy cerraré temprano.

Mild negó con la cabeza y el ceño fruncido— no los dejaré solo Gulf, aún no quiero.

El omega puso sus manos sobre las suyas— necesito estar solo Mild, solo con mi cachorro—repitió tranquilamente —necesito hacer un nido y calmar a mi omega—confesó un poco más bajo de lo normal.

Mi omega, mi Dios!Where stories live. Discover now