Veintitrés

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Una habitación oscura, con un deprimente foco amarillento colgado sobre una degastada mesa redonda ilumina la reunión de cinco podridos.

Naipes repartidos sobre la mesa, el humo del cigarrillo acumulado en el ambiente y un líder profundamente iracundo, el aroma a alfa enojado recorre y se mezcla con el humo, poniendo más ansiosos a los cuatro alfas que lo acompañaban, ninguno de los cuatro reclamaba nada, el juego de naipes había acabado con la llegada de George, quien gruñía impotente, y pasaba una y otra vez los dedos sobre el cabello, tratando de idealizar un plan.

Un plan que lo ayude a atrapar al omega y vuelva a la vida de riquezas con la que una vez vivió gracias a la riqueza heredada por el omega, una herencia desconocido por el omega, y su casta ha sido la razón de ello.

—¿Cuál es el problema George? Ve por tu maldito omega— un hombre corpulento y calvo habla con burla, como si no viera el problema— matamos al inútil alfa que lo está rondando... — saca un cigarrillo y lo sostiene entre sus labios secos, prende con gran practica un encendedor y aspira profundamente—...y traemos al mocoso con nosotros — exclama expirando gran cantidad de humo.

—El problema es que el inútil un alfa, es un lobo— responde con un gruñido, levantándose de la mesa.

Está iracundo y quiere asesinar a ese lobo, es la única forma de asegurar que no tendrá problemas cuando logre atrapar al omega. Al ser una raza mestiza lo deja más débil ante un puro, y si su lobo se puso ansioso ante sus feromonas territoriales, ni siquiera quiere pensar como reaccionara ante su presencia. Debía deshacerse de él sin enfrentarse directamente. Necesita un arma.

—Sigo sin ver el problema— responde otro hombre, siguiéndolo —somos cinco alfas, por muy lobo puro que sea no podrá con todos.

George gruñe fuertemente y el hombre para ante la ira desenfrenada, no está dimensionando lo grave de la situación y la orden imposible que le están dando, no sabe a qué se estará enfrentando. Lo están mandando directamente a su liquidación y cree que solo es un alfa más al cual asesinar para conseguir al omega que desea.

—El hijo de puta se lo llevo anoche, ¡no sé dónde diablos están! — George responde a ojos rojos y garras afuera, lo ha estado buscando por todos lados y no quedo rastro alguno — ¡¡¡Maldito seas Gulf Kanawut!!! —reniega con ira visible, patea una de la silla estrellándola contra la pared, ésta cae al suelo con la pata de madera partidas por la mitad, llenas de astillas puntiagudas —cuando te encuentre te daré una dolorosa lección! —promete, venenoso.

—Jefe— un lame botas más, un alfa flacucho y mugriento pretendiendo ser poderoso se mete en la discusión —déjanos traerte a tu puta, sabe que podemos rastrearlo.

George sonríe al escucharlo, aquel alfa esquelético no tiene una pizca de fuerza, pero es como una rata, se mete en todos los rincones, un asqueroso depravado cuya existencia crea solo repugnancia.

—Si... Tráeme a mi puta —responde viendo la sonrisa creciendo en las comisuras de la rata flacuchenta— quiero que le den una paliza en cuanto lo atrapen, hagan que se arrepienta desde el día que escapo de mis garras, y cuando este suplicando quiero que le griten mi nombre tantas veces que no pueda recordad ningún otro alfa —al ver a la rata lamerse los labios George niega acercándose ferozmente para atraparlo del cuello —no te estoy diciendo que tienes permitido fallártelo!— ordena furioso lo empuja viendo como el hombre flacucho cae al piso —yo me encargare de hacerle sangrar el culo— mira a los demás alfa y deja en claro su condición —no comparto a mi puta — informa seriamente.

—Que haremos del mocoso? — pregunta el cuarto hombre, un grasiento cuyas manos aun olía a omega de burdel barato.

George guarda silencio, internamente desearía responder que lo dejen abandonado, no le interesa la suerte del cachorro, jamás quiso un hijo, detesta a los niños de una forma que es inhumano todo lo que pasa por su mente con tal de deshacerse de ellos —tráiganmelo, me servirá para negociar con el viejo alfa Kanawut — responde, siniestro, completamente sin emociones y diabólico.

Mi omega, mi Dios!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora