Diez

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Ni bien llegaron Mew bajo con cuidado a Teo en el suelo y Gulf sintió la calidez del ambiente abrazarlo.

El Omega observó la actitud que tomó su bebé al estar por primera vez en un territorio alfa. Los dos se sentían seguros, como en casa, Mew les trasmitía muchos sentimientos buenos. Su cachorro olisqueaba el lugar, sus ojitos curiosos recorrían cada espacio con cierta emoción y diversión, cuando descubrió el gran ventanal de vidrio pegó un gritito emocionado corriendo a ella, pegó su naricita de botón al vidrio observando la gran ciudad desde lo alto del edificio.

Gulf sonrió con ternura, su cachorro no demostró timidez en la casa de un alfa, tenía un pequeño valiente por hijo.

Luego dirigió su mirada a Mew descubriéndolo con una pequeña, casi inexistente sonrisa satisfecha observando a su hijo, como si estuviera orgulloso de que Teo este cómodo en su casa.

Gulf sintió un dulce hormigueo en el pecho, su omega estaba feliz de volver a verlo, y algo en su corazón hacía que sienta un afecto por él, por éste alfa, un alfa... la casta que se había jurado alejar. 

Mew volteo a verlo encontrándose con los bellos ojos del omega, tan puro como es, tan brillantes que parecían dos diamantes negras. No puede dejar de ensalzar la belleza de este omega, su tenacidad era realmente admirable, y tenía ese toque omega que lo hacía ver exquisita.

—Gracias Mew —murmuró el omega.

El Alfa asintió apartando la mirada inesperadamente intentando ocultar los últimos síntomas —buscaré un abrigo para ti —anunció caminando hacia su habitación, Gulf ya conocía el lugar, lo siguió apresurado alcanzando a mitad del camino, atreviéndose a tomarlo del brazo, Mew volteo a verlo.

—No es necesario— pidió —enserio no quiero molestarte.

Mew tomó las manos del menor y las envolvió con las suyas, aún estaban frías a pesar del ambiente cálido, para su tranquilidad ya no temblaba —no puedes descuidarte de esta manera Gulf —pidió hablando más bajo de lo normal, el omega juraría que lo siente más débil, Mew se escuchaba cansado —déjame cuidar de ti —pidió.

Gulf solo asintió, no quería llevarle la contraria, no cuando solo entonces, estando uno frente a otro lo noto enfermo, con el rostro más pálido de lo que es, con ojeras tan profundas que le daba ese instinto de querer cuidarlo, su frente emperlado con pequeñas gotas de sudor y su respiración pausada.

Mew volvió a caminar en dirección a su habitación siendo vigilado su andar por el menor. Justo cuando abrió la puerta lo vio dar un paso tembloroso y toda duda de Gulf desapareció.

Corrió con intención de sostenerlo, pero era un hombre tan grande, rodeo su gran cuerpo con sus delgados brazos y sintió como el Alfa se sostuvo de él.

—Mew! — susurro preocupado, Teo ni siquiera noto la preocupación de su padre, estaba maravillado por la vista iluminaba de la ciudad —te sientes bien?

—Lo estoy —respondió sin ápice de duda —déjame abrigarte.

—Mew... —suspiro el menor preocupado, éste alfa se preocupaba más por otro que por sí mismo—Mew, no estás bien —dijo con reproche.

El mayor entró a su habitación siendo sostenido por Gulf, a pesar de que el mayor juraba que no era necesario.

Pero al entrar en aquel territorio tan íntimo gimió bajito y dudo en seguir caminando.

Las feromonas del alfa eran realmente fuertes en ese lugar. Su aroma es deliciosa, más densa que de costumbre, Mew no tiene un aroma que opaca todo el lugar, es puro, fuerte sin molestar, pero solo se mantenía a su alrededor.

Mi omega, mi Dios!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora