10 - Milton: Femenina

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Milton

Insistir por mucho tiempo debería ser un delito, pero aguardar por todo un año todavía más. No debería ser un problema esperar un poco. He sido paciente, aun así, estoy nervioso. No puedo creer que Joselyn haya aceptado al fin mi invitación, por lo tanto, me encuentro impaciente, esperándola, en la mesa del restaurante.

Josy ha sido mi secretaria por años, pero desde el año pasado empecé a verla con otros ojos y no he parado de insistirle sobre la cita. Seguro debe pensar que soy un denso. No recuerdo la última vez que salí con una mujer, sin embargo, sé que he tenido varias relaciones. No me ha ido mal, debo admitir, pero con ella es diferente. No porque se haga la difícil, nada más es que me intriga mucho.

Debo dejar de desvariar cuando la veo entrar. Aunque en realidad me pierdo más. Tiene su cabello rubio recogido como siempre, pero se ha puesto unos aretes, su delineado hace resaltar el gris de su iris y tiene un bonito vestido suelto amarillo. Me desmayo, ¿se vistió así para nuestra cita? Si estoy en el cielo, no me despierten

―Hola ―expresa en un tono de timidez y cuando veo que va a mover su silla, me levanto para movilizarla yo mismo―. Qué caballero ―opina, luego se sienta, con un pequeño rubor impregnado en sus mejillas.

Vuelvo a mi asiento y le sonrío.

―Mis padres me enseñaron muchas cosas malas, pero algunas hicieron bien. Aunque hoy estamos aquí para hablar de ti, ¿no te parece?

Se sobresalta.

―No, no hace falta, puede hablarme de usted, yo no soy tan importante.

―He notado que eres muy insegura con respecto a ti, pero por favor, tutéame, no me molesta.

―Ay, qué vergüenza, igual se intenta. ―Hace una risa nerviosa.

Pongo una mano en mi mejilla y el codo en la mesa.

―Eres muy linda, justo mi tipo de mujer ―confieso.

Se muerde el labio.

―Como le dije antes, no creo que sea su tipo.

―Hey, no me estás tuteando ―la reprendo, manteniendo la sonrisa.

―Perdón, me corrijo: te lo dije, no creo ser tu tipo de mujer ―dice seria.

―Yo considero que sí, eres divertida, delicada y sabes escuchar. ¿Sonará muy mal si te digo que me encanta lo femenina que eres? Soy de la vieja escuela, no puedo evitarlo. Aunque tú ya estás al tanto de eso, conoces lo tradicional que soy.

―Porque lo conozco, le digo lo que pienso, además... ―Pone un mechón rubio detrás de su oreja, mirando hacia la mesa, mientras sus mejillas se ruborizan―. Que me proclame femenina es un halago para mí, aunque... ―Suspira y vuelve a observarme de manera fija―. No sé si hice bien en venir.

―¿Y por qué aceptaste?

―Milton, yo... no lo voy a negar, siento algo, pero si descubres alguna peculiaridad que no te gustara de mí, me quedaría sin trabajo. ―Hace puchero―. Y tendría que trabajar en un club fetichista.

Quedo perplejo ante tal declaración.

―No sé qué me conmociona más, el hecho de que pienses que te despediría, que creas que puede haber una pizca que no me guste de ti, o el sitio en el que capaz terminas, ¿en serio?

―Todos tenemos algo que no nos agrada del otro ―aclara.

―Cierto, pero por una cosa así no te despediría. ―Me río―. Eso sería poco profesional de mi parte. Además, puedes demandarme, tranquilamente, estoy quebrado ―bromeo.

Sonríe.

―Ya solucionará las cosas con mi hermano, no se preocupe.

―Te lo ruego, deja de tutearme ―pido.

Se ríe.

―Se intenta, no olvide que sigue siendo mi jefe.

―Sería tu jefe en otras partes de tu vida, pero eso sería muy machista de mi parte, aun así, me rindo, está bien, puedes tratarme de usted.

―Le dije que lo voy a intentar. ―Vuelve a reír―. Ay, no, me equivoqué otra vez.

―Tendré que seguir siendo tu jefe ―bromeo―. Ahora también en la vida cotidiana.

―Ay, qué vergüenza. 

 

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Milton y RamirWhere stories live. Discover now