[19] - Exiel: Pareja

86 13 14
                                    

Exiel

No sentamos con Miry en esos sillones cómodos del salón y mantengo mis dedos entrelazados con los suyos. Él mira el gesto con reflexión, aunque no acota nada sobre este.

—¿Te molesta? —le consulto.

—No, solo me preguntaba, ¿por qué me agarras la mano así? Hay muchas formas de sostener una mano. —La levanta, mostrando nuestros dedos entrelazados—. Y esta parece muy romántica.

Me río.

—Soy un romántico —expreso con altanería.

—No, solo eres raro.

—Como tú.

—¿Interrumpo? —Visualizo a Ruper, sentarse con nosotros, un hombre grandote y pelado, el cual sé que tiene bastos negocios—. Veo que hoy tienes a otra acompañante, aunque debo decir que es la más linda que has traído —opina.

—No le digas eso, que después va a mandar a matarte —acota Ramir.

El hombre enorme hace una gran carcajada.

—Y también es divertida.

—Lo sé. —Sonrío.

—¿Y cuántas acompañantes ha traído aquí? —consulta Miry.

—Uf, una barbaridad —responde Ruper—. Debe tener cuidado, señorita, él las conquista para luego dejarlas. ¿Lo sabe? Me han contado de su fetiche sobre el sexo de despedida, es muy curioso.

—¿Sexo de despedida?

—No hablemos de cosas que todavía no han pasado —intercedo en su conversación—. ¿Y cómo es esto de que sabes sobre ese fetiche? —Enarco una ceja—. ¿Mis anteriores acompañantes han hablado contigo?

El hombre grande vuelve a carcajear, entonces responde a mi pregunta:

—Oh, Exiel, mi hombro siempre ha estado para consolar —se burla.

Ruedo los ojos.

—Como sea, hablemos de negocios, ¿para eso te sentaste en mi mesa, no? —Me regresa la sonrisa.

—¿Me vas a estafar de nuevo? No, gracias. Aunque quiero ofrecerte unos peces gordos que quizás sean más de tu tipo. Si todo sale bien, podríamos repartirnos las ganancias.

—Ya veremos.

—¡Qué aburrido! —se queja Miry—. ¿Ya me puedo ir? Este vestido me pica —dice rascándose el trasero con su única mano libre—. Perdón. —Se ríe, luego deja de mover sus dedos.

Diría que me hace pasar vergüenza, pero solo me hace reír.

—Qué linda —opino.

—¿Estamos fingiendo? —pregunta, ya que lo traté de chica.

—A veces sí. —Lo miro de refilón—. Esto es un juego de rol, Miry.

—Insisto, tu pareja es muy graciosa —opina Ruper.

—No soy su pareja —aclara el rubio—. Soy su acompañante, le debo plata. Usted luce como alguien con mucho dinero, ¿me hace un cheque? —No sé si bromea o habla en serio.

—¿Cómo es que no eres su pareja? —consulta, ignorando lo demás—. Todos los acompañantes de Exiel lo son.

—Eso es ser un prostituto —lo corrige, así que debo soltarlo para cubrirme la boca, evitando reír.

Milton y RamirWhere stories live. Discover now