29 - Ramir: Triste

55 13 2
                                    

Ramir

Exiel se debe sentir bien culpable, ya que me ha regalado una cantidad descomunal de chocolates. Aunque no me quejo, tienen almendras y las quiero todas. De manera veloz, meto en mi boca los diferentes tipos de dulces. Mientras, Exiel me observa, tiene apoyado el codo en la mesa y la mano en su mejilla, sentado en la silla del frente de mí. Estamos en una cafetería al aire libre, él hace un gesto y me traen más, luego llega su café, así que deja de estar callado y me sonríe.

—No sabía que te gustaba tanto el chocolate, eres como un niño, qué lindo.

—Cuando vives en la calle, hay cosas que solo pruebas una vez —aclaro—. Así que las valoras más, te trae un buen recuerdo, de los pocos buenos que tienes.

—O sea, ¿qué hace mucho no comes chocolate? —Enarca una ceja.

Me río.

—No, ya he comido. ¿Recuerdas? Ahora vivo con Milton, él compra de vez en cuando.

—Milton... —expresa con enfado—. No entiendo por qué lo perdonaste, se nota a leguas que no ha cambiado.

—De la misma forma que te acabo de perdonar a ti, por hacerme presenciar un momento desagradable. —Muerdo un pedazo de chocolate—. Con la diferencia que él es mi familia y tú no eres nadie.

Sonríe.

—Touché, pero puedo ser todo.

—¿Para qué si después me quieres dejar? —Enarco una ceja.

Bufa.

—Cómo maldigo que Ruper lo mencionara.

—Bueno, no eres muy bueno ocultándolo. —Río otra vez—. ¿El anciano está bien?

—Sobrevivirá, está descubriendo su nueva sexualidad —se burla.

—Déjalo, pobre.

—Eso le pasa por meterse con mis amantes.

—Aunque no entiendo cómo no los descubría.

—Quizás lo hacían con ropa.

—Puede ser. —Mastico otro chocolate, y me quedo mirándolo—. Al fin tenemos una conversación normal. —Sonrío.

—¿Es una conversación normal?

—Con temas raros, pero sin ninguna evasiva.

—¿Entonces admites que evades lo que te pido? —pregunta.

Alzo la cabeza con orgullo.

—Obvio que sí.

Se ríe.

—Bien sincero, como me gusta.

—Bueno, ya me voy. —Me levanto de la silla, entonces él hace lo mismo—. No necesito que me lleves, voy caminando —le aviso.

—Pero no terminaste tus chocolates.

—No quiero más. —Avanzo.

—Guárdalos —le dice al camarero, luego me sigue—. Estamos lejos de tu casa.

—Sí, pero quiero caminar.

—No vestido así. —Enarca una ceja.

Lo observo de mala manera.

—Tú me vestiste así, aguántate.

—Creí que estábamos bien —afirma.

—Sí ¿Y?

—Entonces ¿Por qué no quieres que te lleve?

—Ya te dije, quiero caminar.

Se pone delante de mí, así que nos detenemos.

—Estás demasiado bonito, no vas a irte así, no te lo estoy pidiendo, cumple con nuestro contrato. —Pone las manos en la cintura.

—La queso.

—¿La queso? —Queda desconcertado.

—La que soporte. —Lo empujo y continúo mi camino, pero me sigue.

—Bien, respuesta ingeniosa, ¿puedes frenar?

—No.

—Entonces admite que sigues enojado.

Me detengo, entonces él lo hace también, me giro a mirarlo de mala manera, entrecerrando los ojos.

—No estoy enojado contigo, estoy enfadado conmigo. —Me señalo.

Enarca una ceja.

—Continúa.

—Tienes razón, yo solo me lastimo, esperando que un milagro ocurra, que de repente venga Zem y me diga... —Suspiro—. "No soy heterosexual, siempre te he amado, por eso escapamos juntos, por eso te he ayudado a pesar de tus locuras, por eso..." —Suspiro otra vez, sintiéndome muy triste, notando mis ojos humedecerse—. Pero nunca va a ser, es una fantasía, una que está pegada en mi espalda hace años y no me la puedo quitar.

—Lo lamento, yo...

Pongo la mano donde está mi corazón.

—Duele mucho, y duele más desde que lo acepté. —Vuelvo a suspirar—. Y evado el tema lo más que puedo, pues él no se lo merece. Tú no entiendes la calidad de persona que es Zem. —Lágrimas caen, mojando mi rostro—. Él te mira y... al instante sabe que estás sufriendo, entonces se pone en tu lugar, incluso aunque te hayas comportado como un imbécil, porque eso es lo que he hecho alrededor de él, ser un acosador imbécil.

—Oye, no te digas así —expresa Exiel, comenzando a preocuparse—. Es lo que te salió, solo no lo entendías, ya pasó, y como dices, él no está enfadado contigo, así que solo deberías pasar página y perdonarte a ti mismo.

Me refriego los ojos.

—Tal vez.

—¿Te llevo a tu casa? —Me ofrece un pañuelo.

Refunfuño.

—Está bien. 

Que llore cualquier personaje menos Ramir

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Que llore cualquier personaje menos Ramir. ¿Cómo lo guardo en una cajita para protegerlo? Lloro, lloro con él 🤧

Saludos, Vivi.

Milton y RamirWhere stories live. Discover now