[11] - Exiel: Por escrito

100 18 5
                                    

Exiel

Al fin logré lo que quería. Ahora no sé qué haré con tanto deseo intenso en mis manos. Tengo este fetiche de ver a los muchachos vestidos con ropa de mujer, me he relacionado con muchos travestidos. A veces porque ya se vestían así y en otras ocasiones porque llegamos a acuerdos. En esta última opción, me parece que se encuentra Ramir, aunque he de admitir que es el más bonito de todos. Por esa razón es que ando bastante emocionado con el tema.

—Así que... —me dispongo a nombrar al hombre que mencionó—. ¿Zen?

—¡No, Zem, con M! —me corrige Miry, luego se da cuenta—. ¡Ay, lo nombré otra vez! —se queja.

—¿Qué con él? —averiguo—. ¿Qué tiene para que estés obsesionado? —pregunto con curiosidad, pero tranquilo—. Qué nombre más estúpido.

—Sí, claro, porque tu nombre es tan genial —expresa con sarcasmo.

Me río.

—¿Te enfadaste, Miry? Qué curioso, ¿es por él? —Mantengo la sonrisa—. ¿Qué tiene de especial? —insisto.

Frunce el ceño.

—Para empezar, es todo lo contrario a ti. Si yo tuviera una deuda con él, ya me hubiera perdonado. Es un guía espiritual, no es un materialista como tú. No te atrevas a burlarte de él. —Suspira—. Es maravilloso.

—Y si es tan maravilloso, ¿por qué no podías nombrarlo? —Enarco una ceja.

Se sobresalta y chilla:

—¡Ay, soy estúpido, se suponía que tenía prohibido nombrarlo!

—¿Y quién te lo prohibió?

—¡Yo!

Me río de nuevo.

—¿Pero por qué?

—¡Es hetero, está en pareja, encima ya me rechazó un montón de veces, y le robé su ropa interior! —Se revuelve el cabello, alarmado, al darse cuenta—. ¡Ah, mira lo que me has hecho decir, soy un impulsivo de mierda! ¡¡Maldita boca, cierra el pico!!

—Vaya —opino perplejo, luego no puedo evitar reír—. Nunca lo hubiera imaginado, eres un atrevido, Miry. Solo me haces pensar en que... —Me muerdo el labio inferior—. No sé qué te haría, si te robas mi bóxer.

Rueda los ojos.

—¿Para qué te lo robaría? No estoy obsesionado contigo. Además, eso no es para nada sano, es muy tóxico, ya aprendí de mis errores.

—Como sea, olvidemos al Zena ese y centrémonos en lo importante. Entonces, aceptaste mi propuesta, así que deberías irte a cambiar —sugiero.

—¡Espera un momento! —Frena mi apuro por verlo con falda—. Primero, no es Zena, es Zem —me aclara y ruedo los ojos ante su corrección—. Y segundo, quiero todo por escrito.

Enarco una ceja.

—¿Escrito?

—Sí. —Sonríe de manera amplia y se señala a sí mismo—. No se toca ni aquí, ni acá, ni mucho menos en esta parte. —Indica su entrepierna con su índice—. ¿Entendido?

—Wow, vas muy rápido.

—¿Crees que no imagino lo que tu sucia cabeza fantasea conmigo? Solo hay que ver cómo me miras para demostrarlo.

—Okey, de acuerdo. —Alzo las manos en un movimiento de rendición, luego las bajo—. Tienes razón, voy muy rápido en mi cerebro, pero juro que no saldrá de ahí.

—No me basta. —Se cruza de brazos—. Además, tiene que haber un descuento de todo lo que te debo, equiparado con lo que haga contigo. Eso incluye hasta la más mínima de tus fantasías. Quiero todo anotado, pues no pienso hacer esto para siempre o hasta que te aburras de la situación y decidas demandarme.

Sonrío.

—Qué inteligente, Miry. Está bien, te anotaré todo.

—Anotaremos, quiero ver lo que vas a poner.

Me muerdo el labio.

—Bueno, sí, pero ya aceptaste, ¿no? Al menos ponte el vestido que te pedí.

—No tengo un vestido, tiré el que me pusiste antes.

—Bueno, eso era un camisón. —Me relamo los labios—. En mi coche dejé preparado otro, póntelo.

—Bien.

—Bien

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Milton y RamirWhere stories live. Discover now