35 - Milton: Reconfortar

38 10 1
                                    

Milton

Ramir me ha conseguido la dirección del tal Johey. Ese Exiel debe estar loquito por mi hermano o también le cae mal el supuesto doctor. Probablemente, sea la primera opción, porque no veo otra razón para que le contara, pues si es otro pretendiente que cree que es mejor que yo, obvio, no lo va a mandar al muere, entregando su domicilio. A menos que haya algo que no sepa, pero lo veo improbable, Johey se ve como alguien común. Sí, esos son mis celos hablando, pues la primera vez que lo vi, pensé que tenía buen porte. Ahora solo opino que es un imbécil, un infeliz que se hace el distinguido. No puedo creer que tuve delante a mi rival y se hizo el desentendido. Un mentiroso de calidad, pero ya me va a escuchar.

Toco el timbre de su casa y su mucama me hace pasar, me sirve un té cuando me siento en el sillón de su living, para luego retirarse, dejándome a solas para esperar al hombre.

¿Tanto dinero tiene un médico? Supongo. Lo que me hace rabiar más, pues ando en banca rota y mis cuentas podrían saldarse con tan solo esta taza. ¿Acaso está bañada en oro o qué? Brilla demasiado.

—Siento hacerte esperar. —Llega el mediquito—. ¿En qué puedo ayudarte?

Mi mano se presiona en el recipiente caliente.

—No tuvimos la oportunidad de presentarnos bien. —Dejo el vaso en la mesita, entonces me inclino para pararme, una vez lo hago, acerco mi mano para darle un apretón a la suya—. Soy Milton.

—Un gusto, soy Johey. —Se ríe—. Aunque, en realidad, ya sabemos nuestros nombres —afirma tranquilo y seguro.

—Y más.

—Veo que Joselyn te dijo sobre mi confesión.

¿Confesión?

—Está confundida, pero pronto va a elegirme a mí, así que desiste —pido.

Enarca una ceja.

—Confundida... —Se pone pensativo, tarda en continuar y luego se ríe—. Mira, entiendo que eras su pareja, pero estoy seguro de que no sabes algo de ella, que aunque primero pasara por mis manos, tampoco la aceptarías, así que el que debería dar un paso al costado eres tú.

—¿Pasara por tus manos? —Alzo una ceja, luego entrecierro los ojos—. Qué descarado.

Vuelve a reír.

—En ese sentido también, pero no me refería a eso, aun así, no está en mí contarte nada. —Suspira—. Será mejor que te retires.

—Te haces el que sabes mucho, pero no eres nadie. —Gruño.

Se aproxima hasta mí, despacio, a mi oído a susurrar.

—Cuando lo descubras, te acordarás de mí.

Me agarra un escalofrío y retrocedo.

—No te me acerques, rarito.

Me observa con una mirada de malicia y sonriendo de costado.

—Sé que eres muy tradicional, Milton, y cuando llegue el día en que te dé asco y la hagas llorar, yo abriré mis brazos para reconfortarla, entonces será el fin del juego, ganaré.

Le golpearía la cara, pero soy civilizado. Estiro un poco el cuello de mi camisa, entonces decido retirarme con orgullo. No sé para qué vine aquí, este hombre está loco, habla delirios. Llego hasta la puerta, la mucama corre a abrir, pero antes de cruzarla, me detengo a mirar a Johey.

—Puedes decir lo que quieras —aclaro, estando con más calma—. Vine para averiguar qué es lo que ve Josy en ti, pero creo que perdí mi tiempo, si de todas maneras está demostrado en quien está interesada, tú eres solo una piedra en el zapato.

Mantiene su sonrisa de picardía.

—De acuerdo, pero no olvides lo que te dije.

Mierdas absurdas.

No le contesto y me retiro, entonces me dirijo a buscarla. Tengo que aclararle a Joselyn que esto fue una pérdida de tiempo, que tenía razón. Aunque en realidad, lo hago porque quiero ver el gesto que pone cuando le cuente que fui a visitar a su Johey.

Solo puedo pensar en que mis celos la calientan, al menos es lo que me confesó la otra vez, así que necesito ver su cara sonrojada.

            Solo puedo pensar en que mis celos la calientan, al menos es lo que me confesó la otra vez, así que necesito ver su cara sonrojada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Milton y RamirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora