[56] - Exiel: Una relación

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Exiel

Sostengo a Miry, mientras gime debajo y de espaldas hacia mí. Apoya las manos en el vidrio del coche, abre más sus piernas y mueve las caderas, entretanto lo embisto.

No hemos parado de hacer el amor, desde que el doctor le dio el okey para hacer ejercicios. Se entiende, llevamos la tensión sexual por mucho tiempo, tironeándola. Nos deseábamos hace rato, sobre todo yo. Necesitaba comerme a mi trapito personal.

Cumplí lo cometido, hice que Miry disfrutara hacerlo en el coche. Me puedo dar por realizado.

—¡Oh! —Ramir tiembla y yo soy extasiado por este buen momento—. Exiel... —Se sienta sobre mi regazo y yo dejo besos en su espalda descubierta. Muevo un poco de los cabellos de la peluca, para seguir depositando más marcas—. Se siente tan bien.

—Viste, te lo dije. —Beso su hombro descubierto—. Te amo, Miry, me excitas tanto.

—Ah. —Apoya su nuca en mi cuello—. También me vuelves loco —confiesa en su forma de ser.

—Qué lindo. —Tomo su barbilla y uno nuestros labios—. Miry... —Apoyo mi mano en su pierna—. Me gustas mucho.

—También me gustas mucho.

—Me encanta que nos complementemos, en compensación, ya puedes ponerte tu ropa de niño bonito.

—¿Eso significa que vas a dejar de tocarme? —Hace puchero.

—No —susurro y se le eriza la piel.

—Está bien. —Se levanta de sobre mí y agarra su mochila para comenzar a cambiarse.

Me muevo a la parte de adelante del vehículo para comenzar a conducir, ya que no me quité la vestimenta, solo la tengo desarreglada. Mientras salgo del estacionamiento, observo como Miry se quita el vestido que tenía desordenado y se pone su remerita. Se saca la larga peluca y aunque está acalorado, mantiene su sonrisa.

—¿Terminaste? —consulto y freno en la puerta de salida.

—¡Un momento! —Se estira el pantalón—. ¡Ya está! —Se revuelve su cabello rubio.

Vuelvo a arrancar mientras él se pasa a la silla del copiloto.

—Ponte el cinturón —le aclaro.

—Ya voy, ya voy —repite entretanto se lo ajusta—. No puedo tan rápido, me dejaste para quedarme en silla de ruedas.

Me carcajeo.

—No exageres.

—Cierto, exageré un poco. —Se ríe—. ¿A dónde vamos?

—A comer a algún lado, ya fuimos al cine y se nos fue la tarde. Nos alimentamos muy bien, pero ahora hay que comer de verdad.

—Fue una película de mierda. —Mantiene la sonrisa.

—No era tan mala, le faltó más sexo y disparos.

—Tuvo mucho sexo —me declara, desconcertado—. No inventes.

—Sí, no te calentó nada, tuve que hacer yo el trabajo de la película.

Se carcajea.

—Cállate, y todavía no puedo creer que tuvimos sexo en el estacionamiento de un cine.

—Hacer el amor —lo corrijo—. ¿Y querías que estacione el auto en un callejón o cómo? Aunque no tengo problema.

—No, eso me parece muy desagradable. —Me mira con asco—. Y eso que lo he hecho en callejones.

—Siguiente parada, un callejón.

—¿Todos los lugares que te diga que no me gustaron para tener relaciones vas a ir a probarlos? No terminarías nunca.

—¿Quieres hacerlo arriba del capó del auto?

—No, tengo hambre —cambia de tema.

—Creí que querías que te toque.

—Sí, pero me recordaste que no comí.

—Touché.

Cielo santo, qué bien la paso con este chico. Más ahora que tenemos una relación definida y sólida. Es mejor que cualquiera de mis amantes. Así que esto significa estar enamorado, lástima que no podrá durar para siempre. No obstante, lo disfrutaré al máximo. 

 

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Milton y RamirWhere stories live. Discover now