57 - Milton: Grandes días

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Milton

Ha llegado el gran día, Josy va a operarse. No pude convencerla de cambiar de médico, pero igual le aclaré los puntos a Johey. No creo que me haya tomado en serio, ya que se hizo el listillo conmigo y procedió a ignorarme en cada sesión, en la cual he acompañado a mi prometida. En la última ya ni se gastó y me ignoró, mientras se ponía los guantes, para luego entrar al quirófano.

—Es un imbécil —me quejo en el pasillo de la clínica.

Ramir, que ha venido a acompañarnos, se ríe.

—Esos son tus celos hablando.

Ignoro su acotación y miro al final del pasillo, en donde está Exiel, esperado apoyado en el borde de la puerta. Luego bajo mi vista en dirección a mi hermano, el cual sigue vestido como un chico.

—Se ve que van bien, ¿ya no te disfraza? —consulto.

Él se ríe otra vez.

—Solo cuando estamos en la cama.

—Dios, no quería saber eso. —Bufo.

Vuelve a reír.

—Tú preguntaste.

—¿No vienes con advertencias?

—No —dice tranquilo.

Se hace un silencio y muevo el pie, inquieto, pegándole al piso, seguidas veces. Mi hermano ve mi acción, entonces me da un codazo.

—Tranquilo, solo hay que esperar, todo estará bien. —Me sonríe.

También lo hago.

—Sí, es que no soy la persona más paciente del mundo.

—Lo noté.

—Qué malo.

Bien, debo encontrar mi paciencia y controlar estos nervios. Espero que todo vaya bien. Intentaré no preocuparme de más y esperar como un buen caballero. Valiente y protector por su doncella.

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Todo ha terminado, pero el maldito de Johey no me deja pasar, el único al que le dan el permiso es a su hermano.

—¡Tranquilo, yo lo arreglo! —Corre detrás de Exiel.

Cielos, como me alegro de tener a Ramir.

Las horas pasan y me canso, pero mi hermano al fin regresa.

—¡Vamos, vamos, es ahora o nunca! —Ramir me agarra del brazo para que camine. Llegamos a la habitación y saca a Exiel del cuarto para dejarme a solas con Joselyn—. ¡Adiós! —Cierra la puerta.

Quedo en shock, hasta que reacciono.

—¡Josy! —Corro a sentarme junto a ella y agarrar su mano.

—No me veas sin maquillaje —aclara, avergonzada.

—No inventes, ya te he visto así.

—Siempre llego a ponerme la base. —Saca la lengua un instante.

Sonrío.

—¿Cómo te sientes?

—Estoy bien, cansada, y ahora más completa que nunca, era lo que más quería —declara, emocionada.

—Sé que estarás en observación por un tiempo, pero tu amiguito no me va a dejar pasar siempre. —Bufo—. Te dije que quería otro cirujano.

—Olvídalo, todo ha salido bien. Además, no es solo él, están su equipo y sus colegas, así que aguanta tus celos, machote.

—Puede ser, soy un cavernícola, pero eso no arregla que se tome la libertad de elegir cuándo salgas o cuándo puedo verte.

Suspira.

—Cómo me calientan tus celos. —Se sonroja.

Me río.

—Eres una lujuriosa.

—Sí. —Ríe también, pero debe parar por el cansancio—. Dormiré un poco, pero me alegro de verte. —Cierra los ojos.

—También. —Acaricio su cabello—. Descansa.

Meses después.

Se escuchan las campanas de la iglesia, y acomodo mi corbata, nervioso. La música empieza a sonar, declarando que Josy ya está ingresando al recinto. Giro mi vista a la entrada, así que mis mejillas están acaloradas y mi corazón palpita rápido. Ambos sonreímos cuando llega al altar, entonces nos agarramos de la mano.

Escuchamos al cura y cuando él pregunta si alguien se opone, Ramir se tira encima de Exiel, como un monito, y este cae al suelo. Por suerte, el párroco no vio la escena, así que pudimos proseguir.

Y de repente, llega el momento.

—Acepto —decimos ambos.

—Puede besar a la novia.

Agarro esa cintura vestida de blanco, la acerco a mí y nos besamos de manera apasionada. Josy tira el ramo mientras nuestras bocas se siguen tocando, luego me abraza por el cuello y continuamos con la intensidad.

—Ni loco me caso —aclara Ramir, sosteniendo el ramo.

Exiel se levanta del suelo.

—Toda la razón.

Nos reímos de sus acotaciones, luego levanto a Joselyn entre mis brazos, para irnos directo a nuestro nidito de amor. Este es el comienzo de los maravillosos días que tendremos casados, y amándonos con todas las verdades que nos representan. 

 

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Milton y RamirWhere stories live. Discover now