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- Ha sido una cita de lo más agradable, eres una chica con la que no es difícil mantener conversaciones.

- Gracias por el cumplido alteza. - Respondió Azalea inclinando ligeramente la cabeza. - Me agrada escuchar que ha disfrutado la cita, yo me lo he pasado estupendamente.

- Sí, deberíamos hacer alguna otra cosa la próxima vez, ¿Qué te apetecería? - Preguntó Stefan, dejando caer la cabeza levemente hacia la derecha y dedicándole una profunda mirada a Azalea.

     Su tez morena parecía brillar con la cálida luz del sol, su pelo castaño le caía con gracia detrás de la oreja y sus ojos marrones parecían tener motas doradas.

- Cualquier actividad, mientras sea con vos, será de mi agrado. - Respondió la joven con una elegante sonrisa.

Stefan también sonrió y asintió con la cabeza casi imperceptiblemente. Esa chica había conseguido que la mañana se le pasase de manera bastante amena.

- Por favor, permitidme que os acompañe hasta vuestro dormitorio. - Pidió el príncipe. Le gustaba acompañar a las chicas a sus dormitorios después de las citas porque era como si las acompañase a sus casas, aunque no tenía mucho sentido la comparación; hacia que se sintiese todo un caballero.

- Será un placer, alteza.

Subieron por unas escaleras exteriores que comunicaban el jardín en el que se estaban con la segunda planta de palacio, en el que se encontraban las habitaciones que habían estado utilizando las seleccionadas, aunque esa misma noche cambiaría.

Una vez frente a la puerta del dormitorio, Stefan se despidió de Azalea con un beso en el dorso de su mano y una pícara sonrisa. Había hecho bien en hacer caso a la propuesta de Evelyn y concederle una cita a Azalea, había sido agradable.

Hasta casi había conseguido olvidar las pocas tareas que tenía que hacer esa mañana pero, por suerte o por desgracia, no las había olvidado. Bajó a la primera planta para poder dirigirse a las cocinas. Se movía rápido y alegre, haría el par de cosas que tenía que hacer antes de la comida y descansaría hasta la hora de la entrevista.

Sin embargo, hubo algo que llamó su atención; algo que consiguió ponerlo de un humor terrible: Evelyn estaba abrazando a un chico. Y no era su hermano Kristian, precisamente. Movido por la curiosidad, y un ligero sentimiento de furia que crecía en su interior, permaneció todo lo escondido que pudo sin perder visión.

No podía escuchar nada, pero solo le era necesario ver. ¿Cuánto tiempo pensaba abrazarle? Ya llevaban varios minutos. ¿Y si iba y los detenía? Podía hacerlo, era el príncipe, era la autoridad en palacio.

Parecía que ya se separaban y que el chico se marchaba por fin, sin mirar atrás hasta que llegó a la puerta. De todas formas, ¿Qué hacía Evelyn con otro chico? Estaba prohibido que las seleccionadas se enamorasen, quedasen, viesen o saliesen con soldados, gente de palacio o cualquier otro que no fuesen los príncipes.

Se movió rápido cuando Evelyn se acercó al lugar en el que se encontraba para poder subir a la segunda planta. Y Stefan reanudó la marcha para realizar las únicas tareas que tenía que hacer, aunque no consiguió quitarse esa imagen de Evelyn de la cabeza.

¿Debía decírselo a su hermano? Podría buscarla antes de la entrevista y avisarle de que estaba eliminada, aunque le dolía hacerlo. Más que eso, no quería eliminarla, no quería que se fuese de palacio pero eso no quitaba que hubiese incumplido una de las normas más importantes de la Selección.

Intentó no darle más vueltas al asunto, podría hacer la vista gorda, tampoco era algo tan grave. Además, él era quien decidía qué chicas quería que se quedasen en palacio.

- Stefan.

El príncipe escuchó la voz de su hermano mellizo llamarle y giró la cabeza hacia el lugar de donde provenía la llamada. Se encontró con Kristian frente a una joven de pelo castaño y ondulado, que le observaba con una ligera mueca enfurecida.

Supo al instante qué estaba ocurriendo.

- Quiero eliminarla, ¿Estás de acuerdo?

- Mira que eres cruel, ¿Por qué no lo hiciste el lunes por la tarde o el martes? ¿Tenías que eliminarla justa antes de la entrevista? - Preguntó Stefan acercándose un par de pasos.

No estaba de humor para sonreír ni mucho menos para sentir compasión por una joven con la que ni siquiera había tenido una cita.

- ¿Estás de acuerdo o no? - Volvió a preguntar Kristian, cruzado de brazos y con una expresión tan seria en el rostro que hasta daba frío.

- Sí. Lo siento. - Le ofreció a la joven una leve sonrisa, que esta no le devolvió.

La seleccionada salió casi a la carrera de la vista de los príncipes, dando fuertes y sonoras zancadas que denotaban lo cabreada que estaba.

Kristian y Stefan la observaron marcharse ligeramente sorprendidos aunque, al fin y al cabo, no todas las seleccionadas iban a ponerse a llorar al ser eliminadas.

Pocos minutos después Stefan volvió a centrar su atención en su hermano, encogiéndose de hombros al hacer contacto visual, pero sin sonreírle.

- ¿No crees que es demasiado apresurado quedarnos simplemente con diez chicas en tan solo un mes?

- Me da igual lo apresurado que sea, quiero acabar con esto cuanto antes. - Respondió Kristian malhumorado.

No pasaron ni cinco segundos y este imitó a la seleccionada, dejando a Stefan solo en medio del pasillo.

* * *

- ¿Cómo te ves?

- Cada día que me arreglas me fascinas más y más. - Susurró Evelyn como respuesta, estudiando su imagen en el espejo.

Ese día Marian la había dejado especialmente hermosa. Llevaba un vestido de terciopelo azul oscuro hasta la cintura, con una falda de tul de tonos azules oscuros y blancos, con detalles de estrellas bordados. El escote era con forma de corazón, pero muy poco pronunciado, las mangas le rodeaban la parte baja de los hombros y sobre su cuello descansaba una gargantilla plateada.

Le había recogido el pelo en un moño bajo, que había adornado con algo que Evelyn no alcanzaba a ver, para que se le viesen unos pendientes plateados.

Lo único que a Evelyn no le hacía gracia eran los tacones, y eso que eran preciosos, de un azul oscuro y con detalles, también plateados, por el tacón, la parte más cercana. Sin embargo, no eran los más cómodos que la joven había llevado.

- Quedáis muy pocas, tienes que buscar tener citas con ellos, o si no te echarán pronto. - Susurró Marian mientras le revisaba el poco maquillaje que le había puesto.

- Aunque he llegado muy lejos.

La estilista se detuvo un segundo para dedicarle una mirada cómplice, acompañada de una linda sonrisa.

- Me gustaría tenerte en palacio más tiempo.

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