III

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     Stefan ya no lo soportaba más, no podía dejar que Evelyn siguiese en palacio, no podía dejar que siguiese formando parte de la Selección.

     Cuando la conoció por primera vez le llamó la atención su honestidad, ni siquiera había pensado que podría acabar permaneciendo en palacio hasta la Élite, pero no le había sido sincera viendo a otro hombre a escondidas.

     Había incumplido la norma más importante de la Selección y él había hecho la vista gorda, ¿Por qué motivo? Porque la consideraba su amiga, pero tampoco estaba siendo justo con el resto de jóvenes.

     Sin pensarlo, movido por la furia del momento, caminó hacia el dormitorio que habían comenzado a compartir las diez jóvenes, pues al ser menos se habían unificado.

- Evelyn Aberdeen. - Stefan entró en el dormitorio de las chicas sin siquiera llamar a la puerta, abriéndola de golpe y hablando automáticamente.

     La aludida se levantó del sillón en el que estaba sentada, aunque no se acercó ni un paso al príncipe. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué las prisas? Apenas habían subido de la cena tras la entrevista, ni siquiera había tenido tiempo de ducharse ni de deshacerse de los tacones que tanto le molestaban.

- ¿Qué ocurre, alteza? - Preguntó observando confusa al príncipe.

     Tenía los ojos claros algo ensombrecidos y el pelo rubio algo alborotado, como si hubiese ido a su habitación a paso muy rápido, tal vez casi corriendo.

- Evelyn Aberdeen, estás eliminada. Estás fuera de la Selección. 

     Las palabras tardaron un par de segundos en llegar hasta Evelyn o, más bien, la chica tardó varios segundos en interpretar lo que aquello significaba.

- ¿Perdón? - Preguntó estática en el sitio, quería corroborar que había escuchado bien, que no había sido producto de su imaginación.

- Estás eliminada de la selección. - Repitió el príncipe, hablando despacio, sin apartar sus ojos de los de ella.

- ¿Puedo preguntar el motivo? - Evelyn comenzó a acercarse hasta la puerta y se detuvo a un par de pasos de Stefan.

     Obviamente sabía el motivo, sabía que se habría enterado de que había visto a su hermano, comprendía que quisiese eliminarle de la Selección pues había incumplido varias normas. Pero Stefan había actuado impulsivamente y no se había dado cuenta de que él tampoco estaba cumpliendo las normas de eliminación que se habían impuesto, y ella intentaría sacar provecho de ello.

- ¿Quieres que lo diga delante de todas? ¿O hubieses preferido que lo hubiese dicho durante tu entrevista? - Stefan hablaba en voz baja, pues no era necesario gritar ya que Evelyn se encontraba frente a él.

     Tenía sus azules ojos clavados en los de ella, que le miraban desafiante, y la mandíbula apretada, aunque una sonrisa cínica se dibujaba en su rostro.

- Os dejo elegir alteza, al fin y al cabo, hacéis lo que os place, ¿O es justo para mí que vengáis a eliminarme frente a todas?

- ¿Es justo para mí que veas a otros hombres a escondidas? - Preguntó Stefan volviendo a elevar la voz.

     Todas las presentes lo escucharon y el murmullo no tardó en instaurarse en el dormitorio. Evelyn sintió el corazón latirle con más fuerza y los ojos escocerle ligeramente, como si fuesen a surgir lágrimas.

- No veo a otros hombres a escondidas. - Respondió la seleccionada apretando los dientes y observando al príncipe con rabia. Era la verdad, debía creerle.

- Tienes cinco minutos para hacer tu maleta, vuelves a tu casa ahora mismo. - Ordenó el príncipe, desapareciendo del dormitorio y cerrando la puerta tras de sí con un ruido estridente.

     ¿Qué? No, no podía... No podía hacer eso, había un pequeño protocolo para eliminarlas y él lo había incumplido. Si le dejase explicarle... Si le dejase decirle que no había podido evitar correr hacia su hermano... No podía dejar a su familia así de desamparada, necesitaban el dinero, en ese momento más que nunca, su madre debía ir al médico. ¿Cómo de decepcionados se sentirían al verla en la entrevista y horas después de vuelta en casa? No podía permitirlo.

     Abrió la puerta del dormitorio y comenzó a caminar a paso rápido, sin detenerse a cerrarla nuevamente.

     ¿A dónde habría ido Stefan? ¿A su dormitorio? ¿A algún despacho? ¿A algún jardín? Era imposible saberlo, pero no dejaría de buscarlo en toda la noche si era necesario.

     Se movió por palacio sin pensar mucho y acabó bajando a la planta baja, caminando hacia uno de los jardines interiores. Y divisó su figura a pocos metros, o supuso que sería él, pues caminaba dando fuertes zancadas.

- Alteza. - Llamó mientras aceleraba el paso para alcanzarle.

    Stefan aceleró el paso sin girarse.

- Alteza. - Volvió a llamar Evelyn comenzando a desesperarse. ¿Y si no le escuchaba? ¿Y si debía volver a su casa esa misma noche? Habría decepcionado a su familia, les habría fallado a todos.

     El príncipe caminaba cada vez más rápido, parecía que en cualquier momento echaría a correr, y si Evelyn le perdía de vista todo habría terminado para ella.

     Soltando un par de resoplidos se detuvo un par de segundos para deshacerse de los tacones, estaba ya harta, le daba igual caminar descalza sobre césped, piedra o lo que fuese.

     Con la libertad que le dio deshacerse de sus zapatos esprintó los metros que le separaban del príncipe, colocándose frente a él de forma abrupta.

- Tiene que escucharme, por favor... - Pidió mientras intentaba recuperar el aliento. Escuchaba los latidos de su corazón en los oídos y el frío de la noche le golpeó el rostro cuando hubo dejado de correr.

- ¿No has escuchado lo que he dicho? Te he dado una orden, ve a cumplirla.

- Escúcheme por favor, debe escucharme. - Volvió a pedir la seleccionada, encorvándose hacia delante para intentar facilitar su respiración y luchando por retener unas lágrimas que no sabía que estaban tan cerca de salir.

- ¿Escucharte? ¿Para qué? Dudo que hayas sido honesta conmigo desde el principio, solo sé que me dijiste la verdad cuando confesaste que solo estabas aquí por el dinero. Si eso es lo que tanto te preocupa, te pagaré unas cuantas monedas más con tal de que te vayas.

     Tras pronunciar las últimas palabras Stefan reanudó la marcha, dejando a Evelyn perpleja. ¿Así es como se veía? ¿Como una mentirosa a la que solo le importaba el dinero?

     Era cierto que en un primer momento tenía pensado irse cuando quedasen pocas seleccionadas y hubiese ganado suficiente dinero para su familia pero, ¿Por qué le había dolido tanto aquel comentario? ¿Por qué le destrozaba que intentase comprar su marcha?

     La imagen de Azalea, de Brielle y de Bianca apareció en su mente. Los rostros de Ena y todas las mujeres de las cocinas. El día que pudo escribirle la primera carta a su familia, el rostro de Kristian... Y las lágrimas comenzaron a salir.

     No quería irse, no aún, no así.

La ÉliteWhere stories live. Discover now