IV

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     Las lágrimas y el frió de la noche le helaban las mejillas y el rocío del césped se le pegaba a los pies. El corazón le seguía latiendo con fuerza, quería seguir en palacio, quería que su familia pudiese recibir más dinero, quería pasar más tiempo con sus amigas, quería poder conocer a ambos príncipes un poco más...

     Se giró e intentó divisar la figura de Stefan en medio de la oscuridad. La distinguió algo borrosa a causa de las lágrimas, había avanzado varios metros y parecía dirigirse hacia el interior del palacio.

     Aún no se había rendido, aún podía conseguir que le escuchase. Volvió a salir corriendo, todo lo rápido que le permitía el vestido.

     Se aferró al brazo izquierdo del príncipe cuando estuvo lo suficientemente cerca de él y, a causa de la brusca parada, se tambaleó hasta casi caer al suelo.

- ¿Se puede saber qué haces? - Preguntó Stefan, sorprendido.

- Por favor... Déjeme explicarle... - Evelyn hablaba de manera entrecortada, entre las lágrimas y la carrera le costaba coger el aire y los latidos de su corazón seguían taladrando sus tímpanos.

- ¿Qué no has entendido? Déjame. - Tras la sorpresa inicial Stefan recuperó su tono autoritario y la rabia que le inundaba e intentó zafarse del agarre de la seleccionada.

     Evelyn por su parte luchaba para no soltar el brazo del príncipe, estaba segura de que si se viese desde fuera juraría no volver a actuar de ese modo en la vida, pero no estaba para preocuparse por su imagen.

- Maldita sea, que me sueltes. - Stefan alzó la mano derecha, la que tenía libre, en un intento de amenazar a Evelyn y que le soltase el brazo.

     Pero la joven apenas lo vio y se aferró con más fuerza aún. ¿Sería capaz de pegarle? Stefan no podía pensar con mucha claridad, quería que le soltase, ese contacto estaba comenzando a agobiarle, le había ordenado que saliese de palacio, él era el príncipe y ella una plebeya, debía obedecerle.

- ¿Qué está ocurriendo aquí? - La voz calmada, pero igualmente sorprendida, de Kristian se impuso en el silencio de la noche y llamó la atención de Stefan y Evelyn, consiguiendo que se detuviesen por un instante.

     Stefan aprovechó ese segundo de tregua para deshacerse del agarre de Evelyn con fuerza, que cayó al suelo por el impulso.

     Se reacomodó la chaqueta con aire altivo mientras le dedicaba una mirada significativa a su hermano, aunque con la falta de luz poco se podía ver.

- Está eliminada.

- ¿Cuándo se me ha preguntado si estoy de acuerdo o no? - Preguntó Kristian con seriedad, acercándose a Evelyn.

- Tú siempre estás de acuerdo en eliminarlas a todas.

     Kristian se agachó hasta quedar a la altura de Evelyn y le sujetó de los brazos con toda la delicadeza que pudo para ayudarle a levantarse.

     La seleccionada recibió el cálido contacto y se apoyó en él, aunque intentando que no mucho, para volver a estar de pie.

- Hay una manera de hacerlo. - Explicó con calma Kristian.

- También hay normas que tienen que cumplir y ella no lo ha hecho. - Replicó Stefan, señalando a Evelyn, que ya estaba a su altura nuevamente.

- ¿Qué norma has incumplido? - Preguntó Kristian a la joven, separando tan solo una de las manos de su brazo, dejando descansar la otra en su codo izquierdo.

- Se ha dedicado a ver hombres a nuestras espaldas. - Respondió Stefan cuando Evelyn abría la boca para hablar.

- Eso no es cierto. - Replicó la seleccionada, volviendo a taladrarle con la mirada.

     Kristian soltó un suspiro, relajando su postura al mismo tiempo y habló con tranquilidad:

- ¿Por qué no cada uno explica su versión? Parecéis niños chicos.

     Evelyn estuvo a punto de decir que su hermano no había querido escuchar su explicación, pero se mordió el interior de la mejilla y se tragó las palabras, esperando que Stefan respondiese primero.

- Se ha dedicado a ver a hombres a nuestras espaldas. Cuando terminé mi cita con Azalea la vi abrazando exhaustivamente a un joven de nuestra edad aproximadamente.

     Kristian giró su rostro hacia Evelyn, preguntándole con la mirada si aquello era cierto.

- Estaba abrazando a un chico, pero tiene una explicación.

- ¿Que eres una cortesana?

     Evelyn sintió las mejillas arderle ante el comentario de Stefan y estuvo a punto de abalanzarse sobre él, le daba igual que fuese el príncipe, como si era el mismísimo señor, ¿Cómo se atrevía a insultarle de esa manera?

- ¿No era un requisito que querían sus altezas que fuésemos "puras", para poder desvirgarnos ellos mismos? ¿Cómo puede insultarme así con tanto descaro? Era mi hermano, madre mía, ¡Mi hermano!

     Stefan retrocedió un par de centímetros ante el avance enfurecido que había dado Evelyn y permaneció callado. Tal vez se había pasado.

- Si desean eliminarme, por favor, háganlo como con el resto de seleccionadas. - Continúo hablando Evelyn, intentando relajar la voz. - Gracias por escucharme, altezas. - Pronunció la última palabra cargada de rencor y caminó hacia el interior de palacio.

     Sintió un frío recorrerle el brazo cuando se separó de la cálida mano de Kristian, pero no podía permanecer más tiempo frente a ellos, frente a Stefan especialmente. Ni siquiera volvió para recoger sus tacones.

     El interior cálido de palacio le recibió y las lágrimas volvieron a salir. No estaba triste, estaba cabreada, cabreada con Stefan por haberle insultado y no haber querido escucharle; agobiada, agobiada porque no quería decepcionar a su familia, no quería ser eliminada; y, sobre todo, estaba cansada.

     No quería volver a su dormitorio, no se encontraba capaz de aguantar las miradas de las nueve chicas restantes, entre ellas Ada, juzgándole. No quería hablar con nadie. Quería ir a un sitio donde pudiese llorar tranquila y permanecer sola un tiempo.

     Pero, ¿Dónde iría? No conocía el palacio tan bien como para saber dónde no había guardias o trabajadores, pues estaba segura que aunque fuese de noche aún habría gente trabajando. Y no podía quedarse en medio de algún pasillo o unas escaleras.

     No se detuvo a pensar y dejó que su instinto le llevase a cualquier sala de palacio, acabando frente a la sala dónde daban las clases. Abrió una de las puertas y se encontró con la sala vacía, ni siquiera había un guardia y no lo dudó ni un instante.

     Cerró la puerta tras de ella y se dirigió a la esquina más apartada de todas las puertas. Se dejó caer al suelo y se abrazó las rodillas, escondiendo el rostro entre ellas.

     Sólo había abrazado a su hermano, ¿Y había tenido ese desenlace? Le había dolido que Stefan hubiese querido pagar su salida de palacio, le había dolido que le hubiese insultado, le había dolido verse tan vulnerable frente a los príncipes.

     Y sobre todo le dolía que, lo más probable, sería que le eliminasen a la mañana siguiente. No quería ni imaginarse la reacción de su familia al verla de pronto llegar a casa, eliminada, cuando el día anterior había salido en la entrevista.

La ÉliteWhere stories live. Discover now