XII

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- Ha sido estupendo, increíble. - Volvió a repetir Azalea tras la cena, justo cuando entraban las diez seleccionadas al dormitorio. - Stefan es tan agradable... Ojalá pueda tener otra cita con él pronto.

- Es bastante más hablador que su hermano, eso desde luego. - Comentó Reiwin introduciéndose en la conversación con un aura de simpatía.

- Yo sinceramente creo que Kristian quería irse. - Añadió Dahlia, la más joven de todas, en voz baja y sin separarse de su amiga, Hivdis.

- Pues yo creo que lo ha disfrutado, sobre todo cuando Ada se ha puesto a cantar. - Heldiah fue la siguiente en hablar, mientras se sentaba en un sillón de los que se encontraban en el centro de la habitación.

- ¿Ada ha cantado? - Preguntó Evelyn por lo bajo a Brielle, que era a quien más cerca tenía.

- Sí, poco después de que Bianca y tú os fuisteis. La verdad es que se notaba en los ojos de Kristian que le encantaba su voz.

- Porque a Kristian le encanta escuchar cantar, por eso lo ha disfrutado. - Rebatió Iris dejando escapar una corta carcajada. - Pero es cierto que has cantado de maravilla Ada, ¿Has tomado clases? ¿O es talento natural?

- He tomado pocas clases, mis padres no podían permitirse pagar a un profesor de canto más de un par de veces. - Respondió la aludida bajando la cabeza en un gesto avergonzado, gesto que Evelyn sabía que era fingido.

     ¿Qué sus padres no tenían dinero para pagarle un profesor de canto? Lo dudaba bastante, pero no iba a ser ella quien lo dijese. Si Ada quería seguir con sus pequeñas mentiras, adelante, era libre de hacer que lo que desease, eso no le afectaba a ella en lo más mínimo. Al menos, no en ese momento.

- Bueno, voy a asearme, que se me olvida que debo ir la primera. - Comentó Evelyn preparando sus cosas con cierta rapidez y desapareciendo del dormitorio con una sonrisa, dejando al resto de chicas hablando entre ellas.

     Mientras llegaba al baño y mientras se bañaba pensó en la élite. Estaba contenta, a pesar de tener a Ada entre ellas. Ella había conseguido hacer amigas y el resto parecía haberse integrado bien también, las diez chicas, desde esa tarde, habían comenzado a hablar entre ellas más que antes y se respiraba un ambiente más tranquilo en el dormitorio.

     Tal vez fuese su imaginación, pero sentía que todas acabarían llevándose bien. Al menos todas menos Ada y ella o hasta que los príncipes comenzasen a eliminar a chicas. Se sentiría tan vacío cuando quedasen menos de diez... Ya se sintió vacío cuando eliminaron a tantas jóvenes tras el examen.

     Evelyn se sorprendió pensando en eso, como si contase con permanecer en palacio hasta el final, tal vez era la primera de la élite en ser eliminada. De hecho, su idea era irse cuando quedasen pocas jóvenes, y quedaban bastante pocas. Pero pensaba que los príncipes tardarían más en reducir las sesenta y cuatro seleccionadas a diez, no tan solo un mes. Quería que su familia recibiese más dinero.

     Su familia... Los vería en un par de días, no podía esperar... Otro motivo por el que alegrarse.

     La felicidad que le inundaba apenas le permitió reaccionar cuando chocó con algo o alguien al girar la única esquina que debía girar para llegar desde el baño hasta su dormitorio.

- Lo siento. - Se disculpó una voz masculina que resultó ser la del príncipe Kristian.

     Evelyn caminó un par de pasos hacia atrás, separándose y encontrándose con el príncipe frente a ella.

     Cuando Kristian le dedicó una mirada por encima y rápidamente dirigió sus ojos a los de ella se dio cuenta que no llevaba nada más que el camisón que utilizaba para dormir, y la vergüenza hizo que las mejillas se le coloreasen ligeramente.

- Discúlpeme alteza, no miraba por dónde iba. - Se disculpó Evelyn rehuyendo la mirada del príncipe.

- No te preocupes. Yo tampoco iba mirando mucho, caminaba rápido. De hecho, estaba buscándote.

- ¿A mí? - Ya estaba, la iba a eliminar. Evelyn recordó cómo habían sido eliminadas el resto de seleccionadas y siempre se seguía el mismo patrón: Kristian esperando a que saliesen del dormitorio o a encontrarselas solas por los pasillos para eliminarlas. No podían eliminarla aún, no podía irse...

- Sí. Me hubiese gustado... Pedirte esto después de cenar, pero has desaparecido junto con el resto de seleccionadas y... Digamos que yo no soy como Stefan, no quería llamarte estando ellas delante por si te molestaba.

- Un... Detalle por su parte alteza, gracias. - "Gracias por no querer eliminarme delante de todas como lo intentó tu hermano" quiso añadir, pero no lo hico.

- Entonces... - Aunque Kristian intentaba mantener el contacto visual, parecía estar algo desconcentrado y Evelyn notó cómo la punta de sus orejas se enrojecía levemente.

     Era la primera vez que Evelyn veía al príncipe nervioso y la situación le hizo tanta gracia que no pudo ocultar una sonrisa.

- Evelyn, ¿Querrías... Tener una cita conmigo?

     La seleccionada abrió los ojos y no pudo apartarlos cuando Kristian clavó su mirada azul, tan profunda e imponente, en ellos. Notó cómo el corazón comenzó a latirle más fuerte, tanto que el sonido se colaba en sus oídos y escuchaba los latidos a la perfección.

- Una cita... - Desde luego, se esperaba ser eliminada, no una cita. - ¿Ahora?

- No, no, ahora no, por supuesto. A menos que quieras, claro. - Respondió apresuradamente Kristian, rompiendo el contacto visual que había atrapado a la joven. - El baile tendrá lugar pasado mañana, sé que estarás pensando nada más que en tu familia hasta ese día. Podemos tener la cita después del baile, tal vez el domingo, o el lunes por la tarde.

- Me encantaría, alteza. - Evelyn respondió con una sonrisa. El príncipe había acertado al decir que ella solo estaría pensando en su familia hasta el sábado y, además, no podía declinar su oferta, había venido, al fin y al cabo, a eso, a tener citas con los príncipes, a pesar de que su principal motivo fuese mandarle dinero a su familia.

- Genial, gracias. Solo... Quería decírtelo hoy. Así puedes pensar qué te apetecería hacer.

- Cualquier cosa que a vos os guste.

- Bueno, sé que... Te gustaría aprender a montar a caballo. Puedo enseñarte, si quieres. - Propuso Kristian, volviendo a ser invadido por la timidez que había experimentado minutos atrás, esa vez acariciando con disimulo la parte baja de su pelo, justo encima de la nuca.

     Evelyn volvió a esbozar otra sonrisa inconscientemente, le provocaba cierta ternura ver al príncipe tan tímido, cuando siempre parecía que apenas tenía sentimientos. Y le llamó mucho la atención que supiese lo de montar a caballo, era una estupidez que había dicho en la primera entrevista, era un detalle por su parte el acordarse.

- Me encantaría alteza.

     Kristian asintió, volviendo a dirigir su mirada azul a ella. Paseó su vista por el rostro de Evelyn, terminando en sus ojos. El corazón le latía con fuerza desde hacía un rato, no sabía que pedir una cita le pondría tan nervioso, no recordaba haberse sentido así cuando estaba cerca de Anastasia siendo más joven.

- A mi también. - Susurró el príncipe, sin romper el contacto. La mano que tenía acariciando su pelo cayó despacio mientras él no pensaba en nada, tan solo escuchaba el palpitar de su corazón y se perdía en la mirada de Evelyn.

     La joven no podía evitar continuar sonriendo, hasta había conseguido olvidarse de que se encontraba en camisón, en mitad de un pasillo en el palacio real, con uno de los príncipes delante y guardias a su alrededor, sin perder la compostura.

- Siento habertelo dicho en este momento. No sabía que te encontraría... Así. - Pasados varios minutos Kristian volvió en sí y comenzó a adoptar la seriedad y frialdad que Evelyn recordaba ver desde el primer día.

- No os preocupéis alteza. - Respondió Evelyn a la vez que la sonrisa le disminuía poco a poco.

- Buenas noches.

- Buenas noches alteza.

La ÉliteWhere stories live. Discover now