XL

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     Kristian endureció más su expresión.

- ¿Qué? - Preguntó, sin embargo, con un hilo de voz.

     Separó sus dedos de su rostro y desvío sus ojos hasta los de Evelyn. A pesar de la oscuridad, estaban tan cerca que podía distinguir perfectamente sus facciones. Sus ojos, su nariz, su boca.

- No quería venir aquí. Yo no quería conocer gente en palacio. Ni comer comida deliciosa que no volvería a probar en mi vida cuando fuese eliminada. Ni convivir con el rey y la reina. Ni llevar vestidos preciosos. Ni enamorarme de ninguno de los príncipes.

     Evelyn hablaba con lentitud. Aún arrastraba las palabras y le costaba articular ciertos sonidos. Sentía martillazos en la cabeza, aunque no era capaz de distinguir si provenían de allí o de su pecho, donde el corazón le latía con fuerza. No había podido mirar al príncipe a los ojos, estaba demasiado ocupada jugueteando con sus dedos a medida que hablaba.

- Pero... Estoy aquí. - Fue entonces cuando estableció contacto visual con el príncipe. Y las palabras dejaron de salir de su boca. Sus ojos... Parecían brillar en la noche. A pesar de la oscuridad, podía ver su expresión perfectamente.

     Llevó su dedo índice hasta el entrecejo del joven, aunque no fue hasta el segundo intento que lo colocó hacia donde iba dirigido.

- Te van a salir arrugas. Si sigues así. - Susurró sin apartar la vista.

     Kristian dejó escapar una muy corta y sencilla risa. Y el corazón de Evelyn latió más deprisa. Dejó que el dedo le cayese despacio, viajando por la nariz del príncipe, el pómulo... Y deteniéndose en sus labios.

     La atención de Evelyn fue a parar a la boca de Kristian y estuvo varios minutos contemplándola en la oscuridad.

- Es suave. ¿Es porque eres un príncipe? ¿Todos los príncipes tienen los labios suaves?

- No. - Kristian dejó escapar un suspiro, sintiendo cómo el aire chocaba con el dedo de Evelyn. El sonido de sus latidos se había hecho dueño de sus oídos y no se veía capaz de escuchar nada más. - Tus labios... También son suaves.

- ¿Cómo lo sabes? No los has tocado.

    La seleccionada paseó su dedo por el labio inferior del príncipe, llevándolo hasta la mitad. Sí que eran suaves.

- Simplemente lo sé.

     Con las palabras, sus labios se movieron. Y contagiaron el movimiento al dedo de la seleccionada, que casi acaba en el interior de la boca del príncipe. Kristian besó con cariño la punta de su dedo índice.

- Hace cosquillas. - Susurró Evelyn, subió su mirada a los ojos del príncipe y vagó en esos dos profundos pozos azules durante minutos.

- ¿Te desagrada?

     La joven negó lentamente con la cabeza. Muy, muy despacio, el mínimo movimiento que hacía le mareaba.

- Me gusta. - Confesó en un tono de voz tan bajo que creía haberlo pensado, no haberlo dicho. - ¿Hace cosquillas... Aquí también?

     Con lentitud, Evelyn llevó el dedo que tenía apoyado sobre los labios del príncipe a los suyos propios. Bajó la vista desde uno de los ojos del príncipe hasta los labios, para volver a subirla al otro ojo segundos después.

     Vio cómo Kristian tragaba saliva y su pecho subía y bajaba con más rapidez que antes, podía sentirlo.

     El príncipe intentó calmar la reacción que su cuerpo estaba teniendo. Se repitió mentalmente, y bastantes veces, que Evelyn estaba borracha. No podía hacer nada, sabía que se arrepentirían. Ambos.

La ÉliteWhere stories live. Discover now