XXXV

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- ¿Están grabando en directo? Las cámaras. - Evelyn se había sentado en uno de los sillones que había en el centro del dormitorio, y había invitado al camarógrafo a hacer lo mismo.

- No, el rey nos ha mandado hacerlo así, para editar las partes que no quiera que los ciudadanos vean.

- Entonces, ¿Puede dejar de grabar un momento y luego seguir?

     El hombre negó con la cabeza por detrás de la cámara:

- No puedo, señorita, el rey nos ha ordenado grabarlo todo.

     Evelyn reflexionó sobre por qué el rey querría tenerlas así de controladas, más aún una tarde cualquiera durante la que ni siquiera tenían actividades especiales. No se le ocurrió ninguna respuesta y, temiendo que el hombre dejase de seguirle el juego, cambió de estrategia y de tema de conversación.

- ¿Cuánto tiempo lleva usted trabajando de cámara?

- Desde bastante joven. - La pregunta pareció animar demasiado al camarógrafo, que comenzó a hablar con una sonrisa apuntando para salir. - Mi padre siempre ha trabajado con las cámaras, aunque más bien de fotógrafo. He visto estos aparatos desde que nací y con diez años ya era todo un experto, aunque no empecé a trabajar seriamente hasta los catorce.

- Parece que te gusta mucho tu trabajo. - Mencionó la seleccionada. Hacía tiempo que no veía ese brillo de ilusión en los ojos de una persona al hablar.

- Es más que eso, me apasiona. Aunque más que mi trabajo, es un hobby, disfruto haciéndolo.

- ¿Incluso en palacio? ¿No te da miedo?

- ¿Miedo? ¿Por qué debería..? - El hombre había perdido la confianza tan rápido como había surgido y la duda volvió a cruzarle los ojos.

- ¿Qué ocurriría si cometiéseis un error? Los castigos que impone el rey...

- Son severos. - Cortó el hombre, había descendido la cámara hasta su regazo y había dejado su cara al descubierto. No rondaría los cuarenta, pero sus ojos hundidos y pequeñas entradas en la cabellera le hacían aparentar varios años más. - Aunque, ¿Qué voy a saber yo? Tú... Tú eres una de las chicas a las que... Laceraron, ¿Verdad?

     Los ojos de Evelyn se abrieron; la había reconocido. ¿La reconocería la gente por haberla visto en la televisión? ¿Qué pensaría la gente de Xirian? ¿La defenderían? ¿O se pondrían de parte del rey?

- Sí, así es. - Evelyn esbozó una sonrisa, pensase lo que pensase la gente, no debía hacerse ver una víctima incapaz de defenderse. Enderezó los hombros en su asiento y elevó ligeramente la mandíbula.

- ¿Cómo? ¿Cómo te encuentras?

- Bastante mejor, las heridas casi se han cerrado por completo y la cicatrización avanza rápido.

- ¿La otra chica entonces..?

- Fue eliminada.

- ¿Pero tú..?

     Con esas dos preguntas Evelyn vio al segundo por qué aquel hombre se había dedicado a trabajar detrás de la cámara. Y vio también una oportunidad para aclararlo todo, aunque al final la gente de Xirian pudiese no llegar a verlo.

- Yo no cometí ninguna falta, ella sí. Mi único delito fue querer ayudarla.

     El camarógrafo quedó mudo ante las últimas palabras de Evelyn, y no supo qué más decir o qué hacer.

     La seleccionada tampoco encontró una manera de aliviar la tensión que había surgido en el ambiente, y no estaba de humor para intentarlo. Permanecieron sentados, en silencio, durante bastante rato.

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