XXXIV

295 30 0
                                    

- ¿Quieres que entre contigo?

- No, gracias alteza. - Respondió Evelyn con una sonrisa forzada. Él ya le había ayudado demasiado, el resto le tocaba hacerlo sola.

     Realizó una pequeña reverencia, lo que le permitía su espalda, sin establecer contacto visual con Kristian; volvía a formar parte de la Élite, debía comportarse como tal.

     Esperó a que el príncipe se alejase una distancia prudencial de ella para poder enfrentar la puerta del dormitorio que compartían las seleccionadas. Inspiró profundamente, soltó el aire, inspiró de nuevo...

     Tenía ganas de volver a ver a sus amigas, pero abrir aquella puerta significaría enfrentar la realidad nuevamente, y no le hacía especial ilusión.

     Tras varios minutos de duda se decidió, rodeó la manivela con fuerza y abrió la puerta de la habitación.

     Seis pares de ojos fueron a parar a ella de golpe, y Evelyn los sintió taladrarle hasta lo más profundo de su ser. A pesar de no llevar ni un minuto en la sala, la ausencia de Ada se notaba demasiado, y el ambiente había cambiado desde la última vez que había estado con las seleccionadas; posiblemente se debiese a que solo quedaban siete de ellas.

     Evelyn cerró la puerta tras de sí, estaba realmente cansada de sentir, desde que había entrado por primera vez al palacio, tantos ojos siempre pendiente de ella.

- Evelyn. - Brielle fue la primera en acercarse a ella, recibiéndola con los brazos bien abiertos.

     Le estrechó en un sentido abrazo, aunque sin pensar mucho en las heridas que Evelyn tendría en su espalda. Solo se separó de ella al escucharla quejarse, aunque en voz baja, por el contacto.

- ¿Estás bien? - Bianca fue a su encuentro segundos después de moverse Brielle, una vez superado el shock inicial.

- Sí, perfectamente. - Respondió Evelyn sonriendo. Y sonreía de verdad, había echado de menos a sus amigas, y realmente no había sido consciente de aquello hasta que había vuelto a verlas.

- Pensábamos... Qué te iban a eliminar. - Azalea también se aproximó, aunque manteniendo una distancia prudencial.

- Sí, casi todas estábamos seguras de eso. - La joven de simpática expresión, Reiwin, también se unió a la conversación.

- En cualquier caso, ya estás aquí de nuevo, vuelves a ser una seleccionada, así que pueden eliminarte en cualquier momento. - Añadió Iris. La joven rubia no quería hacer ese comentario con maldad, simplemente había sido una forma de expresar la preocupación que sentía por dentro: quedaban muy pocas seleccionadas y ella no daba señales de ser una de las favoritas.

- No le digas eso ahora, Iris, seguro que es lo último en lo que Evelyn quiere pensar. - Rebatió Brielle, manteniendo una mano en el hombro de la aludida.

- La verdad es que sí, me gustaría tumbarme un poco hasta la hora de la comida. - Pidió Evelyn, aunque sin perder su sonrisa.

- Intentaremos no hacer mucho ruido. - Aseguró Reiwin antes de dirigirse a su cama.

     Todas se dispersaron de la entrada de la habitación, Brielle acompañó a Reiwin, Dahlia siguió a Iris hasta su cama y Azalea y Bianca acompañaron a Evelyn, en gran medida porque sus camas estaban unas al lado de las otras.

- ¿Por qué os quedáis en el dormitorio? Pensaba que tendríais clase o que pasearíais. - Preguntó Evelyn curiosa.

- Desde el día de... En fin, del castigo de Ada, el rey nos ordenó dar las menos vueltas por palacio posibles. - Comenzó a explicar Azalea, con el mismo porte elegante que Evelyn siempre había visto en ella.

- Eso implica permanecer en la habitación las mañanas y las tardes. Sumándoselo a las horas de noche en las que dormimos este cuarto se ha convertido en una pequeña cárcel. - Bianca hablaba desanimada, con la vista clara siempre perdida.

- Solo salimos en las horas de las comidas y en casos especiales.

- Es una orden muy cruel. - Opinó Evelyn, el rechazo que había generado en las últimas semanas hacia el rey aumentó más todavía tras escuchar la explicación de sus amigas.

- Pero es el rey, no podemos hacer nada. - Sumó Azalea por lo bajo, sin querer que el resto de seleccionadas se enterasen mucho de su conversación. - De todas formas, Evelyn, tú descansa, seguro que ya que has vuelto levantarán esta norma.

* * *

     Cómo bien había predicho Azalea, la norma de permanecer el máximo tiempo posible en el dormitorio se levantó, así lo anunció el rey a la hora de la comida después de haber taladrado y seguido a Evelyn con la mirada durante largos minutos.

     Por suerte, la seleccionada había contado con el apoyo de sus amigas y el apoyo invisible del príncipe Kristian, que sentía a través de su mirada, para sobrellevar la tan hostil actitud que tenía el rey hacia ella.

     También se anunció durante la comida los deseos de la familia real de que la Selección acabase lo más pronto posible. En palabras textuales del rey: "Los príncipes apenas pueden contener más la emoción que les produce el casarse finalmente y poder convertirse en reyes de Xirian".

     Evelyn dudó que aquello que Niels decía fuese cierto, y se preguntó si tendría que ver con las cámaras que habían grabado cada instante de esa comida, incluida obviamente, su aparición con el resto de seleccionadas.

     Durante esa tarde las chicas no hicieron ninguna actividad en específico, aunque todas y cada una de ellas tuvieron una cámara que les siguió en todo momento.

     Evelyn pensó en esconderse en su dormitorio y poder descansar, leer algo tal vez, sin tener a una persona siendo más insistente en seguirla que su propia sombra.

     Pero sus planes se vieron truncados cuando el camarógrafo detuvo la puerta del dormitorio para evitar que se cerrase. Y entró en la habitación con ella.

- Disculpe, es una habitación privada. - Explicó muy pacientemente la seleccionada.

- Lo sé, pero el rey nos ha dado permiso para entrar en cualquier habitación en la que entren las seleccionadas. - El hombre que cargaba la cámara no hablaba con altivez ni superioridad, y sus ojos pequeños y hundidos no desprendían más que sinceridad.

     Sin embargo, su amable mirada y suave tono de voz no pudieron calmar las entrañas de la seleccionada, que se agitaban cada vez que pensaba en el rey.

- ¿Incluido el aseo? - Replicó la joven.

     El camarógrafo enmudeció y la duda cruzó sus pequeños ojos, acto seguido el labio inferior le tembló casi imperceptiblemente.

     Evelyn dejó escapar un suspiro, aquel hombre no parecía tener maldad alguna en el cuerpo, supuso que simplemente estaba haciendo su trabajo. Movida por las ganas de poder conversar con alguien que no fuese algún miembro de la familia real o las mismas jóvenes con las que llevaba viendo casi dos meses dejó que aquel hombre se quedase en el dormitorio con ella.

La ÉliteWhere stories live. Discover now